Brasil: la estrategia del espanto

“No nos une el amor, sino el espanto”, escribió alguna vez el argentino Jorge Luis Borges. Esas palabras parecen ser la base de la estrategia que la derecha brasileña ha puesto en marcha para continuar con el modelo de exclusión implementado por el golpista Michel Temer.

Concretar acciones para que este plan se pueda materializar: impedir definitivamente que Lula participe de las elecciones presidenciales (proscribirlo); lograr crear un escenario de balotaje entre el fascista Jair Bolsonaro (segundo en las encuestas detrás de Lula) y el representante de la continuidad neoliberal, Geraldo Alckmin (con que Alckmin logre el segundo lugar en la primera vuelta les bastaría en este punto); por último, que el rechazo a la nefasta imagen de Bolsonaro pueda ser capitalizado por el candidato neoliberal.

No es la primera vez que esta estrategia se pone en juego. En las elecciones de 2017 en Francia, el único candidato que representaba un cambio positivo era Jean-Luc Mélenchon, del partido Francia Insumisa. Los medios hegemónicos, el poder económico y financiero y los servicios de inteligencia pusieron todo su esfuerzo para dejar a Mélenchon fuera del balotaje y lograron posicionar en la segunda vuelta a la xenófoba y autoritaria Marine Le Pen y al neoliberal Emmanuel Macron.

En primera vuelta, Macron había obtenido 23,9% de los votos y Le Pen 22,5. Sólo 1,4 punto de diferencia. El rechazo al discurso neofascista de Le Pen fue tan fuerte que, sin mayores méritos, en segunda vuelta Macron, el representante de la profundización del ajuste, logró un 66,06 % contra un 33,94 de Le Pen (33 puntos de diferencia).

Lula se encuentra arbitrariamente detenido tras haber sido condenado sin pruebas en su contra. Aunque aún tiene instancias de apelación por definir, los jueces lo privaron de su derecho como candidato a participar en los debates, hacer campaña y dar entrevistas.

En el caso brasilero, la derecha debe sumarle un aspecto más a esta estrategia, debe evitar que el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva participe en las elecciones. Lula se encuentra arbitrariamente detenido tras haber sido condenado sin pruebas en su contra. Aunque aún tiene instancias de apelación por definir, los jueces lo privaron de su derecho como candidato a participar en los debates, hacer campaña y dar entrevistas.

A pesar de todo ello, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) encabeza todas las encuestas para las elecciones de octubre con cerca del 35% de intención de voto. Algunas consultoras indican que incluso podría ganar en primera vuelta.

Para instalar a Bolsonaro y Alckmin en la segunda vuelta, la derecha necesita, sí o sí, proscribir a Lula. Si logran ese objetivo, la Rede Globo, el gobierno de facto y el sector del Poder Judicial que responde a los intereses del poder económico concentrado pondrán todo su empeño para que el pueblo brasileño deba elegir entre el neofascismo y el neoliberalismo, con la esperanza de que el miedo incline la balanza al candidato del establishment.

el líder del Partido de los Trabajadores (PT) encabeza todas las encuestas para las elecciones de octubre con cerca del 35% de intención de voto. Algunas consultoras indican que incluso podría ganar en primera vuelta.

Como suele suceder en esos casos, la Casa Blanca parece haber logrado anudar los lazos para que, en caso de que se concrete el balotaje entre Alckmin y Bolsonaro, cualquiera de los resultados favorezca a los intereses de Washington.

Los lazos entre el actual gobierno y los intereses norteamericanos han sido evidenciados en más de una ocasión. La última, la visita del jefe del Pentágono, James Mattis, tras la que el ministro de Defensa de Brasil, Joaquim Silva, anunció el aumento de la participación militar norteamericana en la base aeroespacial de Alcántara, en Maranhão, desde fines de 2018.

Según denunció el periodista Luis Alberto Rodríguez en el portal “Los Ángeles Press”, Valdir Ferraz, un asistente de suma confianza de Bolsonaro, suele viajar “a Miami a recibir dinero e instrucciones de Rubio”.

Por otra parte, recientes denuncias periodísticas señalan que el senador norteamericano Marco Rubio se metió de lleno en la campaña brasileña siendo parte del financiamiento de la campaña de Jair Bolsonaro.

Según denunció el periodista Luis Alberto Rodríguez en el portal Los Ángeles Press, Valdir Ferraz, un asistente de suma confianza de Bolsonaro, suele viajar “a Miami a recibir dinero e instrucciones de Rubio”.

Recientemente, Bolsonaro, quien se ha dedica a reivindicar las violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura militar (1964-1985), ha elegido como compañero de fórmula al general Augusto Heleno, exjefe de la misión militar brasileña en Haití, quien fue señalado como “un hombre de los americanos”.

Del futuro de Brasil dependerá, en gran medida, el futuro de América Latina. La lucha del pueblo para que se respete su derecho a elegir y que Lula pueda ser candidato parece ser la única carta que le queda al gigante suramericano para recuperar el camino de la democracia y la soberanía.


 

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