Nave: el viaje del sonido

Por Ramiro García Morete

Después de tres meses sobre un crucero, puede pasar. Gastón Paganini se miraba al espejo y se preguntaba ¿qué hago acá? Durante varios años el bajista debía pasar las fiestas lejos de su familia y sus amigos para tocar jazz en la otra punta del planeta. No es que no disfrutara ni aprendiera. Pero al pisar tierra firme, el espejo le devolvía una imagen que jamás olvidará: el póster de los Beatles en su cuarto. “Tan simple como contar las cuerdas de un instrumento”, define. En la foto, Paul llevaba un Rickenbacker, y el niño de once años pensaba: “Debe ser una guitarra rara”. Poco después fue a su profesor de las seis cuerdas para despejar la duda y tuvo una revelación: “No, Gastón: McCartney es bajista”. Desde entonces, Paganini comenzó a poner el tono bien grave y juntarse con sus amigos a tocar cual si fuera un bajo, hasta que sus padres le compraron uno. De grande vendrían “Yako y todas esas cosas que estudié y me encantaban. Pero el primer bajista para mí fue McCartney”. Los cruceros le propiciaron recursos para equiparse y poder encarar un proyecto que conjugara ambos lenguajes: lo instrumental y el formato canción. Con norte claro y el aplomo del oficio, Paganini tripularía en 2015 el proyecto que devino en banda y que actualmente capitanea: Nave. Surcando las aguas del post rock, la fusión, la canción y el indie, la banda se hizo un nombre instantáneamente dentro de un circuito donde navega.

“Más que canciones, se juntaron ganas», introduce Paganini. «Y si bien aprendí mucho con todo lo demás, sentía que tenía ganas de tocar otras cuestiones. De hecho, tenía canciones que creí que entrarían en el disco y cuando empecé a grabarlo noté que tenían que ver más con lo anterior. Fue un poco comulgar estas dos cosas. Venía tocando algo instrumental. No soy letrista, me cuesta horrores. Entonces fue fusionar lo que venía tocando pero con cierta simpleza o un formato tipo canción, con melodías más reconocibles y sin tantos solos”. Lo que sí ocurrió de entrada fue que tenía el sonido en la cabeza. «Y apenas empezamos las maquetas se empezó a plasmar más. Nuevas sonoridades, sintetizadores y la experiencia de tocar con gente nueva”. Mientras en su casa sonaban Damon Albar, Beck o Sigur Ros, Paganini retomó la púa y grabó un disco cuyo nombre terminaría bautizando la banda que completan.

“Lo que sucede es que el disco sale con mi nombre porque no había una banda estable ni una idea. Era una necesidad y la forma de llevarlo a cabo fue ‘Hago un disco y veo cómo grabo’. Pero nunca me interesó ser solista”. Y reflexiona: “Es raro, porque es el disco de un solista, pero no está metido en plan de un bajista tipo Vadalá o Malosetti, donde hacen la melodía y todos los arreglos. La premisa fue salirse de ese lugar. Hay gente que lo hace muy bien. Es una estética que he consumido, pero no es algo que hoy me represente».

Con muy buena recepción por parte de la prensa especializada en 2016 e invitaciones a shows, Paganini entendió que, como con el bajo, lo suyo no era el protagonismo sino la orquestación: “En un momento se logró un gran grupo musical y humano. Así que les propuse: ‘Si quieren, seguimos como banda’. Y dijeron ‘Dale’. Tan simple como eso”.

Recientemente, la banda se presentó en el Provincia Emergente y este sábado compartirá fecha con La Teoría del Caos a las 21 hs en El Vivero. Paganini mira con satisfacción y cierta sorpresa la buena acogida: “En tan poco recorrido que tiene la banda, las devoluciones siempre fueron muy buenas. Y la propuesta… no digo que sea original, pero es atípica. En un punto no dejo de ser consciente de la música que hacemos”.

Con un EP de remixes editado en 2018, Nave trabaja en nuevo material precisamente a velocidad crucero. Su capitán, amable y calmo en sus modos, confiesa: “No puedo, igual, evitar estar en todas. Estoy tocando y produciendo y dirigiendo. Porque estoy atrás y veo todo, si se quiere. Veo lo que está haciendo este, veo el sonido de acá, de allá. Es como que no puedo evitar tenerlas en la cabeza. En la semana: ‘Che, calibraste la viola. El sonido lo pudiste encontrar’… No puedo evitar estar ahí, digitando todo”. Pero, cuando empieza la música, se deja llevar. “Es que, si no lo disfrutás, no sirve. Y yo lo que quiero es disfrutar.”


 

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