La UNLP está en condiciones de producir y estudiar el aceite de cannabis

Por María Cristina Pauli

Aproximadamente 65 millones de personas padecen epilepsia, y el 80% vive en países subdesarrollados. A su vez, más de la tercera parte son refractarias, es decir, no hay medicamento ni conjunción de medicamentos que sirvan para curar el problema de sus crisis epilépticas. Para estos casos, lo único que se conoce es el cannabis, pero, como la planta figura como droga peligrosa, no hay muchos países en los que pueda usarse legamente, con los estudios y controles necesarios que supone el uso medicinal de cualquier planta.

En nuestro país, el tema sale a la luz porque las madres buscan soluciones para sus hijos que convulsionan, haciéndose cargo del vacío que deja el Estado. Asumiendo los riesgos, comienzan a cultivar el cannabis y a preparar el aceite que utilizan. Paralelamente, y no con menos lucha, lograron que la Administración Nacional de Medicamentos y Alimentos (ANMAT) autorice el ingreso legal a la Argentina del aceite de cannabis para uso medicinal personalizado, aunque faltan controles de calidad e investigación.

El Dr. Luis Bruno Blanch, director del LIDEB, Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Bioactivos del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, explica que hay dos realidades en torno al tema: por un lado, no hay un conocimiento profundo de los resultados de estas aplicaciones y las repuestas clínicas son contradictorias; y, por otra parte, no hay controles sobre el aceite que se usa. En el caso del fabricado por las familias de los enfermos, no se conoce el contenido ni las características, y del que se importa no hay testigos de control de calidad.

Así como la calidad del vino depende de su terroir, de la atura, del régimen de lluvia, es decir, del medio donde está la viña, y esas condiciones son las que determinan que tenga más o menos metabolitos secundarios, que son los principios activos desarrollados, del mismo modo sucede con la planta de cannabis, sostiene Blanch.

Por eso nos vamos a encontrar con que, de acuerdo con el lugar y las condiciones de cultivo, la planta va a contar con más o menos metabolitos, es decir, principios activos, y por lo tanto la calidad y contenido del aceite que se fabrique con ellas será diferente. Para poder hacer un estudio serio, debemos saber qué tipo de aceite se utiliza y con qué concentración, de modo que puedan evaluarse los resultados con una referencia concreta. Es posible que muchas de las respuestas negativas se deban a la dosis, y no a que el aceite no sirva.

La Facultad de Ciencias Exactas, acompañada por su decano, el Dr. Carlos Naón, y la secretaria de Ciencia y Técnica, la Dr. María Elena Vela, propusieron al presidente la UNLP la preparación de estándares para controlar el aceite, con un registro que analice la cantidad de componentes y la concentración. “Lo que se realiza actualmente es tomar la planta en un determinado estado de maduración, se hace un extractivo alcohólico, se elimina el alcohol, pero no se sabe qué componentes tiene ni en que concentración”, precisa Blanch.

La propuesta de Exactas supone la creación de un equipo de salud interdisciplinario, con participación de profesionales de la Facultad de Agronomía que se ocupen del cuidado y control de la planta, de Medicina, que aplique los protocolos del uso clínico, y con el aporte de farmacéuticos y químicos en la producción y control de calidad del aceite, avalados por el ANMAT y las comisiones de ética pertinentes.

Para el investigador, es necesario tener una política de salud que sirva a la población, con presencia del Estado en el control de la producción, y que el aceite de cannabis sea considerado un medicamento, que cumpla con los requisitos del control que establece el ANMAT para cualquier fármaco, estudiando los efectos adversos, la toxicidad y determinando la dosis de aplicación.

El Dr. Blanch fue consultado por la Comisión de Salud del Congreso de la Nación, en la discusión del proyecto de ley presentado por la diputada Gabriela Troiano, para la investigación y producción de cannabis medicinal en las Universidades nacionales.


 

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