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Juan Romero: “Intentan imponer un humanismo neocolonial”

El 23 de febrero es la fecha que el gobierno de Donald Trump eligió como “día D” para el ingreso a Venezuela de la supuesta “ayuda humanitaria”. Sus tropas ya están instaladas en Colombia y otras fuerzas se movilizaron a bases que Estados Unidos tienen en países de Centroamérica. La amenaza de una posible invasión militar está latente y las excusas parecen importar cada vez menos para los halcones de Washington y sus socios regionales.

En ese marco, Contexto dialogó con Juan Romero, asesor de Seguridad Nacional del gobierno bolivariano y diputado venezolano de la Asamblea por Zulia, principal estado fronterizo con Colombia.

El reconocido académico y dirigente político habló sobre la figura del autoproclamado Juan Guaidó, la presencia de tropas norteamericanas en la frontera de Colombia con Venezuela y la excusa de la supuesta “ayuda humanitaria” como carta para la intervención militar.

¿Cómo llega el diputado Guaidó a autoproclamarse “presidente interino”?
Guaidó es un típico producto de la aplicación de los manuales de Gene Sharp, creado bajo la idea de las Revoluciones de Colores en Europa, en la lógica de la creación del caos establecido en las denominadas Primaveras Árabes. Es un sujeto cooptado y entrenado por el partido Voluntad Popular, que está financiado por la USAID y el IRI, que son parte de una estrategia de financiamiento de una oposición interna destinada a abaratar el costo de una intervención sobre Venezuela.

La derecha intenta imponer la figura del diputado Juan Guaidó bajo una interpretación errónea y tergiversada del artículo 233 de la Constitución Nacional, que habla de las faltas absolutas y las faltas temporales del Presidente. En ese aspecto, el artículo es claro al señalar que se produce una falta absoluta en caso de que un Presidente elegido no pueda ser juramentado por incapacidad mental o por muerte. Ninguna de esas circunstancias ha sucedido.

No hay una interpretación ajustada del artículo 233, por lo tanto, su actuación es ilegal e ilegítima. Una jugada que busca crear una situación de “caos controlado”, como se plantea en las tesis del norteamericano Zbigniew Brzezinski. Intentan elevar la conflictividad, lo que les sale mucho más barato que una intervención extrajera, que no está descartada, según aseguró el presidente Donald Trump. En mi criterio, se trata de una intervención bajo el concepto de “guerra próxima”, una guerra de sustitución usando a Colombia.

¿El fin es apropiarse de los recursos naturales venezolanos?
El trasfondo no tiene que ver exclusivamente con el tema de los recursos naturales. Tiene que ver con la necesidad, con la urgencia que tiene Estados Unidos para destruir el modelo de Estado que está diseñado en el proyecto bolivariano.

Para ellos, el problema no es Nicolás Maduro, ni el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el problema es que el Estado que se construye con el proyecto bolivariano es anticapitalista, antiimperialista, un Estado que insiste en la redistribución de la riqueza, en la defensa de los recursos naturales, en una geopolítica propia. Un proyecto que va en dirección totalmente opuesta a la de un Estado flexible, genuflexo, dependiente, obediente, todos componentes del diseño que Estado Unidos siempre intenta imponer.

¿Para eso se usa la excusa de la supuesta “ayuda humanitaria”?
La ayuda humanitaria está enmarcada bajo la doctrina de la necesidad de proteger. En 2005, Kofi Annan formula esta doctrina pensando en la necesidad de Kosovo y Somalia. La doctrina de la necesidad de proteger se basa en una violación de todos los principios del derecho público internacional establecidos en el siglo XVII que hacen especial hincapié en el respeto a la soberanía, la no injerencia en los asuntos internos y la resolución pacífica de los conflictos. Eso luego será parte de la carta fundacional de las Naciones Unidas.

La ayuda humanitaria es un escudo para justificar una guerra próxima utilizando a Colombia o una agresión de gran escala encabezada por el propio Estados Unidos.

Intentan imponer un humanismo neocolonial que no respeta los principios de la soberanía y en una interpretación extrema de las lógicas derivadas del “Destino Manifiesto”, que les hace creer que “las instituciones de Estados Unidos son las mejores porque están dictadas por Dios y es un deber ante Dios llevar esas instituciones al resto del mundo”.

La ayuda humanitaria debe cumplir con una serie de requisitos. El principal es que debe presentarse una situación de desastre humanitario por una tragedia natural o producto de una guerra civil. Nada de eso se produce en Venezuela.

Aquí hay una situación de total normalidad. Los venezolanos no estamos en guerra, ni nos estamos matando los unos a los otros. Estamos llevando el día a día con todo el impacto de la guerra económica, pero seguimos adelante en paz.

Ellos no pudieron instalar en el plano internacional su postura de que los venezolanos tenemos un “Estado fallido” que violenta el derecho internacional público, que no es capaz de mantener el orden. Por eso se ven obligados a insistir en una interpretación maniquea, manipulada, de la ayuda humanitaria.

¿Buscan crear una situación de violencia para luego intervenir?
La intención de colocar entre el 22 y el 23 de febrero, en el borde del Cúcuta, la “ayuda humanitaria” busca generar un principio de provocación que termine en una controversia, en un “falso positivo” y se termine en un intercambio violento que genere pérdidas de vida y con ello justificar la intervención.

¿En qué puede derivar esta provocación?
Ellos tienen el tiempo en su contra, nosotros no. Las Fuerzas Armadas siguen siendo monolíticamente respetuosas de las Constitución y de la voluntad popular y por ello están estructuradas en torno al presidente Nicolás Maduro. A eso se agrega que la estructura de los milicianos es un instrumento de contención. Tenemos cerca de dos millones de mujeres y hombres listos para lo que llamamos el concepto de la “guerra popular prolongada”.

Un escenario posible es que se presente un hecho de violencia en la frontera y Colombia entre a jugar un papel en esa guerra. La élite colombiana siempre ha tenido intereses en una salida al Mar Caribe por el occidente de Venezuela.

Otro escenario posible es que, utilizando a Colombia como socio global de la OTAN, Estados Unidos se meta en una confrontación regional que generaría una reacción en cadena y transformaría una zona de paz, como es Suramérica, en un espacio de conflicto de alta magnitud. A esto se suman los importantes intereses geopolíticos que China y Rusia tienen en Venezuela.

Hasta ahora la situación sigue siendo de normalidad. Los venezolanos estamos atentos y dispuestos. Por ello, emulo una reflexión de Don José de San Martín: “Todo es lícito por la Patria, menos perderla”.


 

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