El futuro del Plan FinEs y la importancia del derecho a terminar el secundario

Por Nicolás Mañez

El cambio de color político en el Gobierno nacional y el provincial plantea un panorama de incertidumbre en general y en particular para el Plan FinEs (Plan de Finalización de Estudios Secundarios), surgido en el marco de un proyecto de inclusión y reconstitución del impacto negativo del neoliberalismo de las décadas anteriores.

¿Cuál es el destino del Plan? ¿Qué pasa con los miles de estudiantes que todavía les resta cursar años? ¿Cómo será la nueva articulación entre el Estado y las organizaciones sociales que llevan adelante las políticas públicas en el territorio? Esto aún no se sabe, a pesar del comienzo del ciclo lectivo 2016 en las escuelas de la provincia de Buenos Aires. Un clima de confusión y desesperanza se viene generando entre los actores partícipes del programa ante la ausencia de confirmación oficial de la continuación del Plan.

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El FinEs 2 fue una iniciativa del Estado nacional, a través de los Ministerios de Desarrollo Social y Educación de la Nación, para la finalización de los estudios secundarios de todos aquellos que por distintos motivos no pudieron hacerlo dentro de los tiempos formales de educación. El mismo se enmarca en la modalidad de Educación de Jóvenes Adultos y buscó consolidar las premisas de una educación permanente e inclusiva a través de una propuesta con motorización territorial, diseñada teniendo en cuenta los intereses de los alumnos.

Poder estudiar en el barrio, con vecinos o familias, abrió la posibilidad a los jóvenes no sólo de acceder a la certificación, sino también a constituirse como colectivo, forjando nuevos vínculos con las personas que cohabitan diariamente en el espacio comunitario.

Según los índices del censo 2010, existían 2.797.224 personas que sólo contaban con la primaria terminada y 1.689.144 que tenían secundario incompleto y que no asistían a ninguna institución educativa.

Según los índices del censo 2010 –y los datos relevados por la Encuesta Anual de Hogares Urbanos del mismo año–, existían 2.797.224 personas que sólo contaban con la primaria terminada y 1.689.144 que tenían secundario incompleto y que no asistían a ninguna institución educativa –sobre un universo total de 10.478.672 personas mayores de dieciocho años–. La suma mostraba que más de cuatro millones de personas estaban alejadas de culminar sus estudios.

La sanción de la Ley Nacional de Educación N° 26.206 del año 2006 estableció la obligatoriedad del nivel secundario y determinó al Estado como garante de crear las condiciones para que toda la población tenga acceso a completar sus estudios. En este contexto se inscribió el Plan, ya que fue diseñado para dar una respuesta más ajustada a la necesidad de los jóvenes y adultos que pretendían culminar sus estudios luego del horario laboral y sin perjudicar en demasía su responsabilidad familiar.

Desde el surgimiento del FinEs hasta finales de 2015, se estima que más de doscientos mil estudiantes cursaron bajo esta modalidad el último año. Las cifras de egresados de las primeras promociones –que oscilan en los veinte mil títulos– dan cuenta de que las personas encontraron una alternativa posible y renovada para finalizar los estudios.

Desde su surgimiento hasta finales de 2015, se produjo un notable crecimiento de la matrícula de la población estudiantil. Según datos de la Dirección de Adultos, se estima que más doscientos mil estudiantes cursaron bajo esta modalidad el último año. El notable crecimiento de la población inscripta, así como las cifras de egresados de las primeras promociones –que oscilan en los veinte mil títulos– dan cuenta de que las personas encontraron una alternativa posible y renovada para finalizar los estudios.

Cabe mencionar que el Plan Fines articuló con otras políticas públicas de inclusión, como por ejemplo el Programa Ellas Hacen, Argentina Trabaja y el Plan PROG.R.ES.AR. Dicha articulación generó el incentivo de muchos adultos que años atrás habían dejado inconcluso el nivel secundario. En la ciudad de La Plata –según datos de Anses–, se incorporaron cerca de diez mil jóvenes al sistema educativo en los niveles medios, terciarios y universitarios a partir de la promoción del PROG.R.ES.AR.

el territorio platense, hasta 2015, contaba con más de siete mil estudiantes distribuidos en más de 380 comisiones en un total de 170 sedes territoriales.

Por otro lado, el territorio platense, hasta 2015, contaba con más de siete mil estudiantes distribuidos en más de 380 comisiones  en un total de 170 sedes territoriales. Según un análisis del mapeo de sedes, sólo el 18% de las instituciones se encontraban dentro del casco urbano de la ciudad, mientras que el 82% se hallaban distribuidas en los distintos barrios de la periferia de la ciudad de La Plata. Esto indica que la mayoría de las sedes se encontraban alejadas del centro (donde existen pocos servicios educativos para terminar el secundario). Entre los barrios que más sedes de FinEs tenían, aparecen Villa Elvira 13% (21 sedes), Los Hornos 11% (17 sedes), Altos de San Lorenzo 9% (14 sedes), Menchor Romero 9% (14 sedes), Tolosa 8% (12 sedes), San Carlos 8% (12 sedes), y luego el resto distribuidas en otros sitios de la ciudad.

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Otro indicador que permite caracterizar el territorio de La Plata es el variado abanico de instituciones donde se desarrolla el Plan. Al analizar, se puede ver que el 43% de las sedes están vinculada a centros de reunión vecinal, por ejemplo: clubes (12,5%), centros de fomento (12,5%) o comedores comunitarios (17,5%); mientras que sólo el 13% se desarrolla en instituciones educativas como escuelas o facultades de la Universidad Nacional de La Plata. Este indicador resulta importante para ver cómo la política pública plantea fortalecer la relación del Estado con las organizaciones sociales al establecer un trabajo conjunto en la construcción de los espacios educativos y reconfigurar la trama comunitaria barrial de los participantes del plan.

En la coyuntura política actual es importante tener en cuenta que el Gobierno debe actuar como garante de la igualdad de oportunidades en la medida en que favorezca el acceso a bienes educativos y culturales para todos aquellos que no pudieron acceder o fueron excluidos de la escuela en otras oportunidades, profundizando la democratización y participación real en la sociedad. Los adultos que quieren terminar ya lo saben, por eso caminan los distintos barrios en busca de inscripciones para culminar sus estudios y para que se cumpla con el derecho que les es propio. Resta esperar confirmaciones por parte de la gestión entrante, pero mientras tanto resulta indispensable que los actores involucrados se organicen para defender la continuidad de su implementación en el caso en que no se garantice.


 

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