Víctor Treviño, otra víctima de la Noche de los Lápices

Por Gabriela Calotti

«Mi hermano era muy inteligente, no le costaba el estudio. Quería seguir estudiando (…) Yo tengo el recuerdo de que quería estudiar astronomía (…) Él luchaba por el bienestar de la Argentina. Era un chico bueno, era muy joven». Así recordó Laura Nora Treviño a su hermano al reanudarse el martes el juicio conocido como Brigadas, a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata.

Víctor Alfredo Treviño, a quien su familia y amigos llamaban «Lulo», estudiaba en la Escuela de Enseñanza Media Nº 2 de La Plata conocida como La Legión. Militaba en la Juventud Guevarista, como cientos de adolescentes en aquellos años 70.

La madrugada del 10 al 11 de septiembre seis hombres de civil, con pasamontañas, excepto el que dirigía la patota, irrumpieron en su casa en la calle 116, cerca de la estación de trenes y dijeron que eran «el Ejército argentino». Preguntaron por el muchacho. Fueron directo a su habitación y se lo llevaron.

«Mi mamá iba atrás preguntando ‘qué pasaba’, ‘qué pasaba, adónde lo llevaban’ y le respondían ‘ya se va a enterar’», contó al Tribunal vía Zoom.

«Por la rendija alcancé a ver que lo subían a un auto y le ponían algo en la cabeza», precisó el martes Laura Nora Treviño, durante su declaración en el marco de la audiencia N° 93 del juicio por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de Investigaciones de la Policía Bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, esta última con asiento en Avellaneda.

Tiempo después «nos enteramos que mi hermano tenía una novia, Graciela Morán, y también le allanaron la casa unos diez minutos después y al padre le preguntaron si tenía un novio y le preguntaron el nombre y le dijeron ‘a ese ya lo tenemos’. Graciela se puso como loca y empezó a gritar ‘no a Lulo no, que Lulo no hizo nada’», explicó Laura Treviño al Tribunal.

«Mi mamá hizo denuncias y algunas las hice yo con ella. La acompañé al Ministerio del Interior, mi mamá fue a 2 y 53 a la Jefatura de Policía», recordó. También contó que «a veces se encontraba con la madre de Gustavo Calotti y ella le contaba la situación de Gustavo y medio la orientaba en lo que podía hacer». Las familias vivían cerca y ambas madres eran también maestras.

«Mi mamá ahorraba plata y compraba ropa pensando que pudiera volver y que iba a necesitar una atención especial», pero un día, en una de sus búsquedas, alguien le dijo que «no hiciera más averiguaciones porque si no, lo íbamos a recibir muerto en la puerta de mi casa. Mi mamá se asustó mucho y por miedo no quiso hacer más nada», sostuvo.

Por lo que pudieron reconstruir, a Víctor lo llevaron a 1 y 60, donde funcionaba el Cuerpo de Infantería de la Policía Bonaerense. Luego a los centros clandestinos conocidos como Pozo de Arana y Pozo de Quilmes, reparticiones de la Dirección de Investigaciones de la Policía, dirigidos por el represor Miguel Etchecolatz. La mujer dijo que según Pablo Díaz, sobreviviente, su hermano también estuvo en Banfield.

«Pasó el tiempo y un día vino Pablo Díaz a hablar con mi mamá y le dijo que ‘a fines del 76 lo vio a mi hermano, que estaba contento, porque lo habían dejado bañarse, afeitarse y cambiarse de ropa porque lo iban a liberar. Y le quería contar eso a mi mamá’. Pero no, nunca más se supo de él», sostuvo con pesar.

En audiencias anteriores, otros sobrevivientes afirmaron ante el Tribunal que a Víctor lo vieron en el Pozo de Quilmes y que fue allí donde los represores le permitieron bañarse y vestirse. Gustavo Calotti, que era amigo y compañero de Lulo, aseguró haberlo visto antes de ese «traslado» desde ese centro clandestino.

El secuestro y desaparición de ‘Lulo’ fue un duro golpe para estas dos mujeres, que dos años antes habían perdido a su esposo y padre. «A mi mamá se le declaró una diabetes tremenda, fulminante. No se cuidaba y después se quedó ciega. Y me dijo que estaba como resignada (…) Era muy callada», dijo luego la hermana antes de que se le hiciera un nudo en la garganta. «Y se murió. Falleció con la esperanza de saber qué pasó con él. Eso es todo lo que queremos. Qué fue de él y de todos, y que tenga una sepultura como todo el mundo».

‘Lulo’ también integra la extensa lista de militantes secundarios secuestrados a lo largo del mes de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata, episodio resumido caprichosamente en una sola noche conocida como La Noche de los Lápices.

Por esos días en esta ciudad eran secuestrados Claudia Falcone, María Claudia Ciocchini, Horacio Ungaro, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Claudio de Acha. Y también Patricia Miranda, Pablo Díaz, Emilce Moler y Gustavo Calotti, estos últimos cuatro sobrevivientes. Cientos de adolescentes fueron secuestrados en distintos puntos del país en el marco del plan sistemático de exterminio y desaparición de personas impulsado por la dictadura militar.

A raíz del testimonio de Laura Treviño, la Fiscalía solicitó al Tribunal que convoque a declarar a Graciela Morán, mencionada como la novia de Víctor por aquellos días.

El presente juicio por los delitos perpetrados en las Brigadas de la Policía Bonaerense de Banfield, de Quilmes y de Lanús, conocida como El Infierno, con asiento en Avellaneda, es resultado de tres causas unificadas en la causa 737/2013 con sólo quince imputados y con apenas uno de ellos en la cárcel, Jorge Di Pasquale. Inicialmente eran diciocho los imputados, pero desde el inicio del juicio, el 27 de octubre de 2020, fallecieron tres: Miguel Ángel Ferreyro, Emilio Alberto Herrero Anzorena y Miguel Osvaldo Etchecolatz, símbolo de la brutal represión en La Plata y en la provincia de Buenos Aires.

Este debate oral y público por los delitos cometidos en las tres Brigadas, que se desarrolló básicamente de forma virtual debido a la pandemia de Covid-19, ha incorporado en los últimos meses algunas audiencias semi-presenciales.

Por esos tres CCD pasaron 442 víctimas tras el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, aunque algunas de ellas estuvieron secuestradas en la Brigada de Quilmes antes del golpe. Más de 450 testigos prestarán declaración en este juicio. El Tribunal está integrado por los jueces Ricardo Basílico, que ejerce la presidencia, junto a Esteban Rodríguez Eggers, Walter Venditti y Fernando Canero.

Las audiencias pueden seguirse por las plataformas de La Retaguardia TV (https://bit.ly/2T1S06P) o el Facebook de la Comisión Provincial por la Memoria. https://fb.watch/66cTGFRqGP/. Más información sobre este juicio puede consultarse en el blog del Programa de Apoyo a Juicios de la UNLP https://bit.ly/3coDVqV.

La próxima audiencia será el martes 14 de febrero a las 8.30 hs.

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