Una presa del poder político y económico

Por Contexto

La Justicia dictaminó la semana pasada que Milagro Sala tendrá tres años de prisión en suspenso y que seguirá encerrada a la espera de nuevos juicios, algunos aún por inventarse, con testigos que quizá ni sepan que prontamente serán llamados a declarar por algún hecho que está por dibujarse.

En Jujuy, la Justicia es la injusticia del gobernador Gerardo Morales. La que él mismo armó. Y esto ya se dijo pero vale la pena repasarlo, porque una y otra vez la historia necesita que quede documentado lo que pasó.

Milagro fue condenada por un escrache con huevazos a Morales del que no participó. Otra vez: Milagro Sala no estuvo. Nadie dijo que hubiera estado. Nadie pudo comprobar que lo haya planeado.

Los argumentos para que haya quedado detenida son insólitos. También lo es que un testigo haya sido premiado por Morales para declarar esa mentira incoherente e inconsistente de que fue Milagro la que planeó el escrache.

«René Arellano y su esposa no estuvieron presentes en el escarche a Morales», explicó uno de los abogados defensores. «El gobernador lo puso como testigo a Arellano, le dio trabajo en la Gobernación hace unos meses, con la máxima categoría, más un plus por dedicación exclusiva», explicó. Todo dicho.

Además, Milagro fue inhabilitada para ser dirigente de un movimiento social también por tres años. Desde el equipo de abogados de la dirigente jujeña, pusieron las palabras justas para describir la situación: «Esta condena habilita la criminalización de la protesta, que cualquier dirigente político pueda ser condenado por protestar es un gran retroceso de la democracia». Sin vueltas.

Quienes todavía confiaban en la Justicia apelaron a la creatividad para pedir su libertad: pintaron banderas y murales –algunos fueron tapados y los volvieron a pintar–, crearon comités, cambiaron los nombres de las calles para que en lugar de Libertad se llamen “Libertad a Milagro Sala”, hicieron misas, caravanas con bocinazos, montones de cosas más.

Nuestros dirigentes la acompañaron durante todo el juicio y fueron brutalmente reprimidos y más. Porque la Policía, empoderada con la autorización del presidente y del gobernador para hacer lo que quieran, le manosearon las tetas a una concejal y tomaron por el cuello a una diputada nacional.

Nada iba a cambiar el curso de la historia en este contexto, porque Morales, la familia Blaquier, Macri, el poder jujeño y el poder nacional (ahora el verdadero poder tiene el poder del país entero) ya habían decidió la sentencia. Ellos son el poder político. Ellos son el poder económico. Ellos son el poder judicial. Ellos deciden impunemente qué es la justicia. No interesa ya la pretensión que hayan tenido los juristas al respecto. Ellos sentencian y sentenciaron desde el día que ganaron las elecciones.

Milagro pasó Año Nuevo como pasó Navidad, aprisionada. Pero la justicia es mucho más amplia y profunda que lo que plantea un par de pequeños jueces en una provincia en un tiempo histórico determinado. La justicia la hace el pueblo con su historia y sabemos que, cuando se gane esta lucha, la historia condenará a estos jueces y a estos gobernantes y liberará a Milagro Sala.


 

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