Nunca Fui a Un Parque de Diversiones: creer es crear

Por Ramiro García Morete

“Juntan sus pocas locas/ cosas son las de menos/ viajan en mambos tranca/ consiguen su terreno”. En la planta alta se ubica la sala estudio y Antu termina de mezclar lo nuevo de Manque rodeado de instrumentos viejos y nuevos. En la planta baja, la “Manquenita” (una invención que escanea películas) funciona la isla de edición audiovisual y sonará el próximo corte: una bellísima canción de pulso lento y denso. Así como cuando allá en Bariloche estos hermanos y estudiantes del CEM Nº 2 montaron una sala en la habitación de un hotel vacío, siempre están en movimiento, consiguiendo y cuidando su terreno. Como en ese ensayo de psicodelia candombera y antropología lúdica que es “Mover caníbal” (2014), se mueven como nómades, exploradores y nativos a la vez. Buscando nuevos lugares y visiones del mundo, con el fin de apropiarlas y a la vez modificarlas. Como cuando a Manque le llegó esa caja del padre de su hermano Nahuel –el mismo que les legó la herencia hardcore y punk en la preadolescencia– y todos esos cassettes de jazz y músicas étnicas le abrieron una nueva puerta. O como cuando tras unos pocos años de distancia, se reencontraron a principio de esta década con la energía avasallante de Antu cuando llegó a la pequeña casa del fondo de lo de su abuela decidido a tocar. Manque dejó de lado cierto encierro académico y aún agradece que su brotha lo sacudiera. De hecho la conversación en la cocina, más allá de las ideas puntuales, da testimonio. Al responder no discuten ni tampoco coinciden al cien por ciento: intercambian. Esa es la dinámica de un conjunto que podría definirse –si hacerlo no es en sí un oxímoron– por esa palabra. Como sus diálogos, como sus ideas, como sus pocas cosas locas con las que han montado una plataforma notable como Parque, su música se mueve. Quizá por esa combinación de energía e instrumentación orgánica con desprejuicio y conocimiento sonoro. Desde esos pulsos percusivos extasiados y capas sonoras impensadas, hasta fraseos acelerados y lúdicos. Desde los inicios más experimentales a cierta forma pop actual, siempre está la sensación de movimiento. La inquietud misma. No por hiperkinesis si no por la libertad del descubrimiento. Como antropófagos devorando belleza. Así es que el sonido de la banda –con la misma placa de sonido que al principio– combina en dosis iguales concepto y espontaneidad. Por eso ya sea desde la banda o desde los videos, desde los discos por separado o lo que fuera, con Joshua como lazo entre ambos, la puerta siempre está abierta para ir a jugar a un parque donde las reglas de la diversión nunca son las impuestas. Nunca Fui a Un Parque de Diversiones, un lugar al que siempre se puede ir porque en verdad, como sus pocas cosas locas, siempre va con ellos.

“Más allá de la música o el cine o cualquiera de las ramas que hagamos, hay como una idea de bajar una data –introduce Manque sobre este vínculo artístico y familiar–. Una idea. Hay algo que tenemos que decir que es más fuerte. Cuando Antu trae una mirada sobre el mundo y me parece alucinante, intento redoblar la apuesta. Llevar a la práctica esa idea. Yo le devuelvo una pelota, otro pase, con otra mirada… y me parece que lo que nos mantiene haciendo cosas juntos es esta necesidad de saber cuál es la mirada del otro. Nos está permitiendo crecer”.

“Yo tengo una parte súper vivencial y experimental de la música –dice por su parte Antu–. Pero al mismo tiempo lo vivo como una faceta técnica. Lo que veo en Manque es que como no tiene esa parte tan trabajada o enfocada porque siempre lo hizo con el cine, como que encuentro una relación de espontaneidad absoluta. A veces tiene ideas geniales o súper frescas que a mí no me pasa por estar siendo técnico. Y por ahí mezclar un tema de él me encanta porque hace las cosas como yo no las haría a nivel musical”.

Sin perder identidad, a lo largo de tres EP´s y dos larga duración, la banda ha ido cambiando pero siempre se las arregló con poco: “La placa es la misma, el sonido es el mismo. Cambiaron los recursos, si se quiere, intelectuales. La abstracción de todos esos aparatos. Si lo escuchás y comparás, estéticamente es muy parecido. Sí, cambia la calidad de los elementos. Siempre la flashamos más desde lo artístico que lo técnico. Hicimos el ´Hazlo tú mismo´ al palo, sin darnos cuenta quizá. Porque te lleva la necesidad. Me pasa que ir a un estudio no lo termino disfrutando. Ya hay como una educación… que la termino sufriendo. Estar atrás de un reloj o ir con mucho ensayo. Lo admiro y valoro, pero me re cuesta”. Antu, encargado de la mezcla y producción, también trabaja para otros músicos. “Son siempre experiencias y quiero aprender más. Me quiero dedicar a esto. Es como el que empieza a hacer tatuajes. Por ahí practicás primero con tu pierna. Hay una responsabilidad con el conocimiento o con querer aprender que está muy ligada a la experiencia”.

“Está claro que parte del proceso de nuestra música es que nos adaptamos  a nuestro contexto y reinterpretamos ese contexto”, sintetiza Manque.

Si lo ves de afuera no entendés nada

“Doggy”, simple con video recientemente lanzado, resume parte del proceder de la banda. Con sonoridad e identidad propia, dialoga con el trap y el pop contemporáneo. “Yo recibo con los brazos abiertos todo lo nuevo. Es una filosofía de vida. La letra está hablando de otra cosa, opuesta al cotidiano del trap. Disfrutamos eso. Uno está dialogando con su contexto, su sociedad. Y va utilizando esos elementos que de repente salen. Los agarra y los apropia”.

“Usas el lenguaje que querés usar –acota Antu– para que cierta gente que lo usa, lo cace. Querer entrar en un riel a propósito. Entrás y decís lo que tenés para decir vos. Que es muy distinto a lo que está en el riel. O por lo menos eso creemos nosotros”.

Actualmente, la banda que ha transitado por distintos festivales del país, está en una etapa distinta. El plan es que cada uno trabaje en sus discos solista, a la par de ir editando simples y de campear la crisis económica. “Viene todo en plan aguantar –explica Antu–. Fue un año flojo pero con buenas cosas pasando. Pero a nivel económico no. En nuestro caso no creo que sea por eso la idea de tocar menos. Estamos enfocando la energía en algo más introspectivo. Estamos esperando a ver qué pasa, cómo se acomoda todo. Explotar un poco más la parte virtual”. Y respecto al universo que conforman “la idea es que se entienda bien que Parque es una plataforma, que Nunca es una banda, que Manque y Antu son parte de Nunca Fui. Y que en Parque pasan un montón de cosas”.

Musicalmente el futuro parece orientado a la canción. “Siempre fueron canciones –argumenta Antu–. Lo que por ahí encontramos es el equilibrio. En “Mover caníbal” lo tocás con una guitarrita y son unas re canciones. Pero la producción no te lo lleva para ese lado. No te pone la voz delante y bien mezclada. Está todo más ambiguo. Y a nivel formal se empezó a encontrar una estructura más predecible”.

“Para mí es empezar a disputar el espacio del pop –teoriza Manque–. Adaptarse a su estructura porque en esos lugares hay una gran llegada, gente que va a buscar información a esos lugares entonces era entrar a ese espacio para decir eso”.

-¿Y cuál es esa “data” a bajar?

-Es una mirada que tampoco está definida. Pero sí hay una idea de un mundo donde la diversidad es lo que rige lo cotidiano. Donde no hay una violencia física ni un intento por disfrutar cada conocimiento que tienen las personas. No importa de donde venga, es interesante escucharlo, aprenderlo, incorporarlo.

 

 

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