Lilia Venegas presente, ahora y siempre

“Lilia era un cascabel: siempre sonriente, muy optimista, con unas garras y una fuerza admirable. Eso lo mostraba como militante, como ama de casa y como mamá. Era una leona defendiendo esos hijitos”, contó Nora Peralta, compañera de militancia de Lilia Venegas en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN) a Contexto. Ella participó del acto homenaje que organizó el Departamento de Graduados de la Facultad de Veterinaria de la UNLP y el organismo Memoria Fértil ayer al mediodía al cumplirse 37 años de la desaparición de la médica veterinaria Lilia Mabel Venegas.

Luego recordó cuando fue hasta el balneario Luna Roja y recorrió el camino que “la negra” –como la llamaban cariñosamente– hizo estando secuestrada por los militares. “Pensaba en lo que debe haber sufrido en el trayecto hasta Luna Roja sabiendo su destino de ella y pensando en sus chicos que quedaban solos”.

Luna Roja es un paraje cercano a la ciudad de Mar Del Plata, donde el 2 de agosto de 1978 efectivos del último gobierno de facto llevaron secuestrados a Lilia y otros cuatro militantes y montaron un escenario en el que simularon una explosión intencional a manos de extremistas que manipulaban explosivos.

Fotos: Luciana Demichelis
Fotos: Luciana Demichelis

En mayo de 2011, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó el cuerpo de Lilia y descubrió que la noche de la explosión las víctimas estaban atadas e inmovilizadas.

Lilia Mabel Venegas era una médica veterinaria egresada de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNLP, militante de la FURN y la Juventud Peronista de La Plata. Era esposa de Carlos Miguel, integrante del Centro de Graduados de la Facultad y fundador de la FURN, asesinado por la Triple A en 1974, con quien tuvo dos hijos. Fue secuestrada en Mar del Plata en mayo de 1978 y permaneció desaparecida hasta 2011, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense halló sus restos.

“El lugar fue señalizado para que los vecinos supieran qué pasó allí, y a nosotros nos sirvió como disparador para pensar que acá, en la Facultad, debíamos decir que ellos están aquí, entre nosotros, y debemos recordarlos con alegría”, dijeron desde el Departamento de Graduados al comenzar el acto. “Nosotros imaginamos que muchas veces, por estas calles, ‘la negra’ ha pasado con Carlos, han discutido en conversaciones muy calurosas y han pensado en la Facultad que ellos querían, en la Universidad del pueblo y en el país que deseaban. La entrada de la Facultad de Veterinarias tiene dos calles principales que están cubiertas de las hojas secas que cayeron de los árboles. Esas calles ahora tienen nombre: Carlos Miguel y Lilia Mabel Venegas.

Pelusa Luchini, compañera de lucha de Lilia, fue una de las invitadas a hablar sobre el rol que tenían las militantes mujeres. “Trabajábamos, militábamos, eramos madres, teníamos que dar la teta, cambiar los pañales, lavar los pañales, hacer la comida, y cuidar a la familia, a los compañeros y a la organización”. Luego, su vida de militante devino en clandestina hasta 1983, año en que retornó la democracia. Pero, para Pelusa: “El triunfo no fue el 10 de diciembre de 1983, el triunfo está siendo ahora cuando tenemos tantos genocidas encarcelados, tantos acusados y en futuro juicio, y cuando tenemos que seguir haciendo fuerza para que sean condenados a prisión común los creadores del plan genocida de la dictadura”.

El acto cerró con palabras de Manuel, hijo de Lilia, que dijo que el evento fue una ficha más en el rompecabezas de su vida. “La mayoría de los que están acá los conocieron más que nosotros. Nosotros los pudimos disfrutar pocos años. Cuando se llevaron a ‘la negra’ Rodrigo tenía cinco años y yo tenía tres años, y escuchar estas anécdotas, historias y recuerdos es emocionante, y sobre todo también lo es ver entrecruzados a mis viejos en estas calles, volver a juntar sus vidas en este lugar donde se conocieron”.

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