Una evaluación reveló que en La Plata hay adultos que pasan hambre para que coman sus hijos

La emergencia alimentaria vuelve a encender la alarma en la ciudad de La Plata, distrito gobernado por Cambiemos y atravesado en los últimos años por el aumento de la pobreza y la desocupación. Tras el balance elaborado por el Observatorio Socioeconómico de la UCALP que arrojó el alarmante promedio de 3.000 casos de desnutrición infantil en la ciudad, un nuevo estudio presentó más ejemplos del problema alimentario.

Se trata de un diagnóstico realizado por el equipo de gestión de Luis Arias, exjuez en lo Contencioso Administrativo y en la actualidad integrante del Frente de Todos en la capital bonaerense. En un relevamiento realizado sobre un conjunto de familias de la zona de Altos de San Lorenzo, la mayor parte de los casos presentaba serias deficiencias alimentarias, incluso «casos de desnutrición grado 1 y diversos tipos de malnutrición».

un relevamiento realizado en familias de Altos de San Lorenzo presentó casos con serias deficiencias alimentarias, incluso «casos de desnutrición grado 1 y diversos tipos de malnutrición».

Si bien se trata de avances preliminares, los primeros indicadores apuntan a una situación delicada, donde a la malnutrición se suma la precarización del trabajo y de las condiciones de vida. Tal como fue definido por el propio grupo de trabajo, «a 10 cuadras de la última luz led anunciada por el gobierno de Julio Garro, hay hambre».

«Hay que aclarar que esto que observamos es en el marco de evaluaciones generales a nivel urbano, social, laboral, alimentario. En ese contexto, fuimos tomando nota de estas conclusiones preliminares en el marco alimentario, en este caso, en una parte de Altos de San Lorenzo», dijo a Contexto Nicolás Ramos, investigador del CONICET e integrante del equipo de trabajo de Luis Arias.

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El muestreo sobre los grupos familiares de la región registró la situación de familias numerosas, con la presencia de varios niños que conviven en un mismo lugar. «Ya ahí hay un problema habitacional. Respecto a los alimentarios, verificamos problemas de peso, de nutrición, combinado con la imposibilidad de los centros de asistencia del Estado para intervenir en la situación por falta de recursos», agregó Ramos.

Según el muestreo, la población adulta consultada «evita al menos una comida en función de permitir que sus hijos o nietos puedan comer más». El valor nutricional de la dieta es bajo por su bajo contenido proteico y vitamínico. Las cuatro comidas recomendadas no se cumplen en la generalidad de los casos y la dieta es rica en carbohidratos, con escasa ingesta de carnes, verduras o lácteos.

«La condición laboral en esta zona era fundamentalmente de cooperativas. También lo que había era precarización laboral, mucho desempleo y además reciente»

«La condición laboral en esta zona era fundamentalmente de cooperativas. También lo que había era precarización laboral, mucho desempleo y además reciente. Esto los hacía depender de lo que podían ser recursos del Estado, ya sea lo que pueda accederse desde Desarrollo Social u otra dependencia estatal», dijo el investigador del CONICET.

Cabe señalar que entre los puntos destacados en el balance se ubica la insuficiencia de los merenderos y comedores, «insuficientes y esporádicos» según especificaron. «Cuando iban a pedir a las salitas –con certificación de desnutrición incluida– la leche para los chicos, les decían que era en chicos de ‘hasta un año’. Entonces quedaban afuera menores de cuatro años. La unidad sanitaria es testigo, certifica, pero no puede hacer nada porque no tiene con qué. Antes podían acceder no solo chicos, sino madres o jubilados. Hoy ya no hay».


 

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