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Gardel, Maradona y Perón

La 27° edición de los Premios Gardel no fue solo una celebración de la música argentina. Fue, también, una caja de resonancia de las tensiones políticas y sociales que atraviesan el país. En un contexto marcado por la confirmación de la condena judicial contra Cristina Fernández de Kirchner y la creciente conflictividad entre el gobierno nacional y el sector cultural, la ceremonia mostró que el arte no permanece al margen: interviene, incomoda y responde.

La noche del miércoles estuvo atravesada por gestos y palabras que, sin ser explícitamente partidarios, reafirmaron una sensibilidad comprometida con el país, sus artistas y sus instituciones. La intervención más directa fue la de Teresa Parodi, que al recibir el premio a la mejor canción de folklore, pronunció un discurso firme contra el “discurso de odio” y el “vaciamiento cultural”, y cerró con una dedicatoria significativa: “Quiero dedicárselo muy especialmente a Cristina Fernández de Kirchner”.

Aunque emotiva, la declaración de Parodi no sorprendió: su trayectoria está estrechamente ligada al compromiso político. Pero lo que sí generó sorpresa —y encendió el debate en redes sociales— fueron las declaraciones del joven Paco Amoroso en la alfombra roja, momentos antes de recibir el Gardel de Oro junto a CA7RIEL por el álbum Baño Rubio.

Con su habitual mezcla de irreverencia y carisma, Amoroso soltó ante los micrófonos: “Aguante Gardel, aguante Maradona, ¡viva Perón!”. La frase, breve pero potente, conectó de inmediato con una parte de la audiencia que no esperaba una alusión política de una de las figuras más representativas de la nueva generación musical. Rápidamente, sus palabras cosecharon aplausos y críticas en redes sociales, revelando la polarización que atraviesa incluso a los espacios culturales.

Algunos lo celebraron como un gesto de autenticidad en tiempos de corrección política; otros lo cuestionaron por «mezclar política y música», una crítica que paradójicamente no suele aplicarse cuando el mensaje es conservador. Lo cierto es que Paco no habló solo: habló desde un lugar que pisa fuerte entre los jóvenes y que no reniega de la historia popular del país.

Su guiño a Perón, en el mismo dìa en que cientos de miles colmaron la Plaza de Mayo en apoyo a Cristina Fernández, resonó como un eco inesperado pero coherente. A pesar del operativo represivo previo a la movilización del 18 de junio —con controles a micros y amenazas de sanción a manifestantes—, la plaza volvió a llenarse. Y lo hizo al grito de “vamos a volver”, un cántico que hacía tiempo no se escuchaba con tanta fuerza y que volvió a latir como “un músculo entumecido que solo necesita empezar a moverse”.

La masividad de la marcha y el compromiso expresado por artistas jóvenes como Paco Amoroso y consagrados como Parodi desmontan dos relatos que el oficialismo intenta imponer: que el ciclo del movimiento nacional y popular está agotado, y que la juventud ha optado por el desencanto o el individualismo.

En un país donde la cultura ha sido históricamente campo de disputa y resistencia, el arte vuelve a tomar la palabra. Y lo hace desde todos los rincones: desde los escenarios, desde las alfombras rojas y desde las calles. Porque, como dijo Teresa Parodi, “hay tanta patria guardada en el arte”.

Pentatónica| Nave

“Algo se pierde a un costado de tus aguas, de tus puentes raros. Algo nace, todo cambia de estado al correr”.  En el 2016, Gastón

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