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«Pueden encerrarme a mí, pero no van a poder encerrar al pueblo argentino»

Plaza de Mayo volvió a latir: un millón de personas coparon el centro porteño en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner

Apenas horas después de que se confirmara la condena contra Cristina Fernández de Kirchner, miles de personas coparon Plaza de Mayo en una de las manifestaciones más masivas desde el final del gobierno del Frente de Todos. La expresidenta, en prisión domiciliaria desde el martes, se dirigió a la multitud a través de un mensaje grabado: “Vamos a volver”, dijo, reavivando un cántico que no se escuchaba con fuerza desde hace años y que marcó el tono de la jornada.

La convocatoria fue organizada por el Frente de Todos, con fuerte protagonismo de La Cámpora, movimientos sociales, sindicatos provinciales y dirigentes. Aunque la CGT no se sumó formalmente, varios gremios estuvieron presentes de forma orgánica así como hubo participación de sectores de izquierda. Pero esencialmente, ciudadanos y gente de a pie comprometida con algo más que Cristina: la democracia y el estado de Derecho. Según los organizadores, más de un millón de personas participaron del acto. Desde el Gobierno, fieles a su relato fantástico, estimaron entre 40.000 y 50.000 asistentes. Más allá de la disputa numérica, la imagen fue contundente: una Plaza colmada, banderas flameando y el himno peronista coreado por una marea humana que volvió a activar una épica que parecía dormida.

El momento más emotivo fue la reproducción del mensaje de audio grabado por Cristina Kirchner desde su domicilio en el barrio de Constitución, donde cumple arresto domiciliario. “Vamos a volver con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza”, afirmó. Minutos después, la exmandataria intervino en vivo por teléfono y añadió: “Nuestra razón es la de los pueblos que se niegan a ser arrasados”. Y una consigna con destino de emblema: «Pueden encerrarme a mí, pero no van a poder encerrar al pueblo argentino».

Sus palabras, lejos de transmitir derrota, encendieron los ánimos de una militancia que volvió a la calle tras meses de dispersión. Desde el escenario montado frente a Casa Rosada, referentes de diversos sectores políticos insistieron en que la sentencia judicial no marca un final, sino un nuevo punto de partida.

“Vamos a volver”, afirmó Cristina y agregó que ese regreso será “con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza”, reafirmando su compromiso: “seguiré estando en la trinchera que sea”, porque —según expresó— “los pueblos, finalmente, siempre vuelven”.

Desde su casa en Constitución, donde cumple prisión domiciliaria, celebró el canto colectivo que la acompañó durante años: “Lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez ‘vamos a volver’. No lo hacíamos desde hacía muchísimo tiempo, demasiado tal vez. Y me gusta ese ‘vamos a volver’ porque revela una voluntad, la de volver a tener un país donde los pibes puedan comer cuatro veces al día”. Con firmeza, desafió la proscripción: “¿Saben por qué no me dejan competir? Porque saben que pierden”, y advirtió que su encarcelamiento responde al temor del poder económico: “Lo peor es que el verdadero poder económico sabe que este modelo no tiene futuro, sabe que se cae y por eso es que estoy presa”. En ese sentido, criticó el modelo económico de Javier Milei, al que calificó de insostenible: “Se cae no sólo porque es injusto e inequitativo, sino fundamentalmente porque es insostenible en términos económicos. Tiene vencimiento como el yogur, y no es nuevo: ya lo vimos con Martínez de Hoz en el 76 y con Cavallo en los 90”. “Yo aquí, firme y tranquila”, aseguró. De cara al futuro, convocó a reorganizar fuerzas: “Es necesario organizarse para clarificar cuál es el verdadero problema que tiene nuestro país. Que no es más ni menos que un modelo económico en el que se enriquecen unos pocos”.

Y concluyó con una consigna clara: “Defenderemos la democracia sin violencia, pero con coraje, sin miedo, pero con absoluta claridad del momento histórico que estamos atravesando todos los argentinos”. Incluso se permitió una cuota de ironía ante las condiciones de su arresto: “Menos mal que no tengo macetas con plantas porque ni siquiera las podría regar”.

La movilización no estuvo exenta de tensiones. El Gobierno de Javier Milei desplegó un operativo de seguridad con requisas a los micros que arribaban a la Ciudad desde el interior del país. Algunos colectivos fueron demorados y se denunció hostigamiento policial a manifestantes. A pesar de esas maniobras disuasorias, la marcha se desarrolló de forma pacífica y masiva.

Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, calificó el acto como “una tiranía de la calle” y criticó lo que consideró un “intento de condicionar a la Justicia”. Desde el oficialismo intentan mantener el discurso de que el kirchnerismo está “muerto”, pero las imágenes de ayer en Plaza de Mayo parecen contradecirlo.

Lejos de ser solo una manifestación de apoyo a Cristina, el 18J funcionó como una demostración de fuerza del campo nacional y popular, que encontró en la injusticia percibida contra su líder histórica una razón para reagruparse.

Las columnas no solo llevaron pancartas con el rostro de CFK, sino también reclamos contra el ajuste, el vaciamiento cultural, la persecución ideológica y el deterioro de las condiciones de vida. “Lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez ´vamos a volver´”, dijo la expresidenta. “No lo hacíamos desde hacía muchísimo tiempo. Demasiado tal vez”.

Ese cántico, símbolo de una voluntad colectiva, se transformó en consigna renovada. Porque si algo dejó claro la jornada de ayer, es que, a pesar del cerco mediático, la ofensiva judicial y la represión simbólica, la calle sigue siendo un terreno donde la política se disputa. Y el peronismo, una vez más, demostró que sabe cómo llenarla.

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“Algo se pierde a un costado de tus aguas, de tus puentes raros. Algo nace, todo cambia de estado al correr”.  En el 2016, Gastón

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