En tiempos de ajuste, comunicar ciencia es hacer periodismo político

Por Silvia Montes de Oca

Eduardo Porto es docente universitario y viene del periodismo político, pero en diciembre de 2016 prefirió pasar al de ciencia, al mismo tiempo que los científicos y becarios con doble recomendación que no entraron a CONICET tomaban el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT). Con lo cual comprobó que el suyo sería un traslado a medias. Originalmente interesado en proyectos y desarrollos científico-tecnológicos, locales y de la periferia, latinoamericanos –con todos sus vaivenes, dice–, se encontró siguiendo la particular coyuntura.

“Había que estar atento a ver qué pasaba con eso, porque lo político es esencial para cualquier sistema CyT, en el momento que sea, político o económico, y el Estado tiene que estar presente, siempre que apueste a áreas centrales de la ciencia y la tecnología”, afirma.

Bruno Massare es periodista y editor de TSS (Tecnología Sur-Sur), la Agencia de Noticias de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de San Martín que dirige el físico e historiador de la ciencia Diego Hurtado. Massare agradece haber cursado una maestría en Ciencia, Tecnología y Sociedad que le permitió conocer a investigadores y docentes que le ayudaron a pensar la ciencia más allá de la ciencia en sí misma –lo endogámico de trabajar en un laboratorio y sentarse a producir papers– y mirarla de una manera más sistémica, analizando el impacto que tienen la ciencia y la tecnología en el desarrollo de un país.

Pablo Esteban es licenciado en Comunicación, docente e investigador, periodista multimedial y gráfico, heredero de la tradición del escritor, matemático y periodista científico Leonardo Moledo, quien dirigió hasta su muerte –hace tres años– el suplemento «Futuro» del diario Página/12, donde Esteban escribe actualmente. Si hablamos de comunicación, encuentra que la crisis del sistema de CyT tiene un costado saludable: “Más allá del ajuste presupuestario y de los recortes, hay algo fundamental que se ganó. Hoy, hablar de ciencia es hablar de política, desde cualquier punto de vista”.

Contexto reunió a los tres comunicadores de ciencia para hablar del punto de inflexión que atraviesa –después de doce años de estabilidad y expansión– el sistema científico-técnico argentino, cómo se ha modificado la agenda diaria desde diciembre de 2015 en relación con su trabajo y qué cambios advierten en el diálogo con los científicos y con sus propios colegas.

Eduardo Porto afirma que existe una relación entre la ciencia y la política, e incluye a la partidaria, “algo que es menos indagado en las coberturas periodísticas» sobre ciencia. “Más allá o más acá, detrás de cada perfil político-ideológico hay proyectos bien diferenciados de país. Uno puede hacer un puente entre este Gobierno y ciertas medidas tomadas en el Gobierno de De la Rúa, así como es posible encontrar paralelismos en las medidas tomadas por los Gobiernos kirchneristas y el alfonsinismo. No obstante, hay que tener en cuenta de dónde vienen los funcionarios que después van a ocupar los cargos y cuál es su perfil”, agrega.

En el volumen total de noticias que produce para el portal @Notas_arg, donde cubre la gestión ministerial y parlamentaria sobre ciencia, lo político estructura sus contenidos. Interesado en conocer grupos y programas de investigación y desarrollo y tratar de hacer una hermenéutica el sistema de CyT, advierte su complejidad. “Pero también es simple cuando se cierra el grifo. Porque uno ahí empieza a ver con qué facilidad el sistema puede contraerse si se le retira la financiación. Su fortaleza y sostenimiento depende a veces de tan pocos factores, que vuelve débil lo complejo”, explica.

Para Pablo Esteban, “ahora hay bastante conciencia entre los científicos acerca de la importancia política de su trabajo. Desde la mirada del candidato y expresidente del CONICET Roberto Salvarezza, o bien desde la perspectiva de los propios científicos que salen a la calle en todo momento, que realizan performances, que van a protestar, que se reúnen en plenarios, caminatas, sentadas. Hoy, hablar de ciencia es política, pero política más allá de los partidos. Estoy hablando del verdadero sentido de la política, como transformación. Entonces, importa comprender eso que a priori muchos no entendían y que diferencia a los que pensamos que la ciencia efectivamente es un escenario político, donde hay disputas, tensiones y poder”.

En la Agencia TSS, el cambio desde el actual Gobierno de Mauricio Macri no supuso modificaciones en lo que hace a la cobertura periodística-científica, “porque la política científica y tecnológica tanto argentina como a nivel regional ha sido y es algo central para nosotros. Cuando se creó la Agencia, Diego Hurtado –su director– advirtió que había un área de vacancia: ese era un espacio no cubierto. TSS nació con la intención de cubrir ese lugar. El cambio de gestión solo hizo que estuviéramos muy atentos a lo que veíamos que venía pasando y quizás eso se profundizó para dar a esta temática la visibilidad que no tenía en los medios en general”.

“Ahora la política científica está más en agenda en función de lo que está pasando. Hay otra respuesta respecto de lo que implica la inversión en CyT. También hay otros presupuestos y otras prioridades en el país en relación con la búsqueda de conexión entre el sector científico y el sector productivo, algo que los científicos han logrado que tenga mayor presencia. Ellos están siendo muy activos y eso no es casual. Tiene que ver con el crecimiento del sistema científico, por un lado, y con que ellos tomaron conciencia (y perspectiva) de lo que pasó en la década pasada. Todo lo que se impulsó con la CyT”, afirma Massare.

“Esa conciencia tiene que ver con que quieren defender lo conseguido y no perderlo, por la importancia que tiene el sector para el país. No se trata de un reclamo estrictamente corporativo, aunque lo parezca y en algún punto lo sea. La visibilidad que le dan los científicos a un reclamo también se traslada a lo que es la cobertura en los medios. Pero no voy a hablar de medios grandes o chicos, sino más bien de periodistas, porque ambas agendas no siempre van de la mano. Hay periodistas que empujan y luchan dentro de grandes medios para que estos temas tengan un lugar. Lo importante es defender la ciencia y la tecnología, sobre todo en este contexto”.

Porto es docente y colega de Massare en la Universidad pública, una marca de la inversión en ciencia de los últimos años. “Nuevas carreras y nuevas líneas de investigación: nano y biotecnología, agrobiotecnología, ingeniería espacial. No tengo ninguna duda de que ese es el mejor reflejo de la apuesta que se hizo. Hay que ver ahora las continuidades y las rupturas con ese proceso”, asegura. Dentro de la materia “Ciencia, Tecnología y Sociedad”, Porto trabaja en el armado de una unidad de divulgación de la ciencia que cruza a todas las ingenierías: ambiental, espacial, energía, transporte.

Su colega Esteban afirma: “Desde mi perspectiva, siempre tiendo a darle a la comunicación pública de la ciencia un enfoque más grande, más holístico de lo que tiene que ver con la divulgación científica o el periodismo, distinciones posibles dentro de la CPC”.

“En este sentido, la divulgación tiene que ver, en el contexto actual, más con una comunicación de conocimiento adaptado a un público especifico que utiliza estrategias distintas a las del periodismo, donde lo que interesa es la noticia. En la divulgación se trata de contar un hecho, un estado, un fenómeno que tenga que ver con la ciencia, y explicarlo para que todo el mundo pueda acceder a su comprensión. El periodismo, por su parte, tiene más que ver con la actualidad. En cuanto a los lectores de las notas que hago sobre ciencia, sé que estoy escribiendo para gente que conoce las temáticas abordadas, un público adulto”.

“No se trata, en ningún caso, de brindar los contenidos predigeridos ni de hacer una traducción. No hay transmisión de conocimiento, hay comunicación. La divulgación y el periodismo van de la mano en ese sentido. No se trata de explicar más de la cuenta, sino de proponer nuevas dudas, preguntas. Las preguntas son las que mueven al mundo”.

Para Porto, en la Argentina es materia de debate quién “debe” comunicar ciencia, y refiere los dichos del investigador Diego Golombek: la tienen que hacer todos. “Desde el científico, como es el caso de Jorge Aliaga (exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA), que además del conocimiento profundo que acredita sobre temas de presupuesto y gestión tiene un manejo muy eficaz de las redes sociales, por lo tanto es muy interesante tenerlo como referencia. Los periodistas de ciencia –con los pies menos metidos en la fuente de la torre de Babel científica– tenemos que aprender a afinar el oído para dilucidar la ciencia. Ahora, todo esto viene de la mano de si hay un proyecto y una política de Estado de inversión en el área”.

En relación con el uso de las redes sociales, en particular Twitter, Porto dice: “Es interesante, porque se genera una especie de subperiodismo o periodismo subyacente que maneja datos muy micro que son tomados después por el periodismo de los medios masivos”.

Pablo Esteban sostiene que “durante el Gobierno kirchnerista se ganó en popularización del conocimiento, que fue mucho más profunda e importante, casi una política de Estado. En los primeros años de gestión hubo una explosión, como el caso de la filosofía, con las apariciones de Darío Sztajnszrajber. Hoy en día no podemos hablar de ciencia sin hacer una reflexión política. Cada vez que hacemos una entrevista con un científico estamos obligados a preguntarle qué piensa sobre la actualidad, si ha perdido chances, oportunidades, recursos. Incluso si ha perdido el empleo. Es necesario, es fundamental, poder darle el marco de una reflexión política. No se puede hacer ciencia sin hacer ese tipo de referencias”.

“Acá hay dos tipos de prejuicios que hay que atacar: que el científico es una persona que solo está destinada a la producción de conocimiento y que no sale de su laboratorio, y por otro lado pensarlos como genios iluminados. Los científicos son personas que tienen un trabajo y reflejan la amplia diversidad y oralidad de voces y registros que tiene nuestra sociedad. Los habrá más conservadores o más progresistas. Esto tiene que ver con sus trayectorias, sus espacios de trabajo, sus relaciones: con un montón de cuestiones que no hacen solo al campo científico”.

Massare, de TSS, analiza: “La reacción de los científicos frente a lo que pasa en CONICET, al recorte en el ingreso de becarios, es sólo una parte de la protesta. Es importante mostrar que la inversión en CyT tiene que ver con la apuesta de tener –como país– una matriz productiva diferente. Que haya un presupuesto acorde a lo que se necesita, que entren investigadores a un CONICET que no está saturado sino que aún tiene para crecer, lo mismo que dentro de las Universidades. Invertir en CyT nos va a llevar a tener más oportunidades como país de las que tenemos ahora. Justamente, si se logra conectar la ciencia y la tecnología con el sector productivo podremos tener un país que no tenga que exportar para siempre soja o limones”.

“Tanto los científicos como los periodistas están tomando estos temas de una manera mucho más frecuente y con más herramientas que lo que pasaba en tiempos anteriores. A esto hay que sumarle la atención que ha despertado el tema en legisladores en relación con el proyecto que tuvo media sanción en el Senado para lograr el financiamiento a largo plazo (a 2030, que ahora pasará a Diputados)», continúa.

“Que hubiese legisladores ocupándose de este tema hace diez o quince años nos habría parecido utópico», dice. «Lo que pasa es que la importancia de la CyT está trasvasando a sectores de la dirigencia, incluso política, que tampoco hubiéramos imaginado tiempo atrás, y eso tiene que ver con las cosas que se han conquistado en el Gobierno anterior, fundamentalmente asumiendo la importancia de la CyT para un país», completa.

“Es más, se cree que la política científica no tiene que ver con el periodismo científico, o muchos periodistas creían eso. De hecho, si vos ves el panorama –en la mayoría de las especializaciones en periodismo científico–, el tema de política científica en los medios está bastante ausente. No queda claro quién la cubre en un diario. ¿La sección de política, el área de sociedad o la de ciencia? Históricamente, y por tradición, las áreas de ciencia de los medios, que nunca tienen incluida la palabra tecnología, se dedican a reportar descubrimientos, hallazgos, controversias –con suerte científicas–, pero no se meten en la política porque no la sienten como algo propio”, sostiene Massare.

“No, política no. Yo soy periodista científico. Justamente, es ese lugar que veíamos que estaba vacante cuando se creó la Agencia TSS. Lo quisimos ocupar y vemos que ahora se están subiendo otros. Enhorabuena. La ciencia no es neutral y algunos lo están empezando a ver, gracias a este conflicto que los científicos están resistiendo desde hace más de un año. Los medios no tuvieron otra posibilidad que hacerse eco y contar lo que estaba pasando y quizás en el transcurso de esa cobertura el periodista también va tomando cierta conciencia”, relata.

A lo largo del encuentro, Esteban recordará en varias oportunidades al desaparecido editor del suplemento de ciencia que más tiempo permaneció en la prensa argentina: Leonardo Moledo. “Fue mi gran maestro y obviamente mi amigo. Lástima que no pude seguir aprendiendo con él, sobre todo su concepción de la ciencia como construcción social, vinculada a la literatura y al arte. Cada vez que escribo una nota lo recuerdo”. La mirada de su maestro todavía genera avales y controversias entre muchos de sus colegas.

Massare integra la Red Argentina de Periodismo Científico, compuesta por alrededor de ochenta profesionales provenientes de distintos campos disciplinares. “Aunque sigue siendo un problema que genera discusiones –hablar de política–, ahí también veo cambios. Ya sabemos que el trabajo del periodista científico no es solamente cubrir el último hallazgo publicado en la revista Nature, sino que tiene que ver con las distintas miradas de la ciencia. Desde cuánto invierte un país hasta cuáles son las áreas que se privilegian, o cuáles los programas de financiamiento y de dónde provendrán los fondos. Si serán locales o internacionales, y en ese caso, qué limitaciones pueden tener o hasta dónde puede verse afectada su disponibilidad por cuestiones geopolíticas. Y como estas, otras tantas cuestiones”.

“Todo esto tiene que ver con la ciencia y mucho con la tecnología. Y esto es otra batalla. No estamos hablando solamente de un Ministerio de ciencia. Estamos hablando de un Ministerio de ciencia, tecnología e innovación productiva. No nos olvidemos de esto último supone una pretensión mayor, tal como lo indica su propio nombre”.


 

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