“Damiana”, vida y muerte de un objeto de estudio

Por Leandro Gianello

La película Damiana Kryygi relata la historia de una niña de tres años perteneciente a la etnia Aché y sobreviviente de una brutal masacre que fue trasladada a La Plata para ser sirvienta del hombre blanco y objeto de estudio de los antropólogos en los anales del siglo XX.

Si bien su estreno oficial fue en mayo de este año, el trabajo del director Alejandro Fernández Mouján ha recorrido hasta hoy varias salas nacionales e internacionales, pero es la primera vez que se proyecta en un lugar de gran contenido simbólico como el Museo de La Plata.

La historia de Damiana, o Kryygi, comienza en 1896, cuando un grupo de colonos blancos inicia una cacería para encontrar el autor de un robo y desmembramiento de un caballo. En la espesura de la selva paraguaya, los hacendados se topan con un grupo de Achés, una etnia local, y los hacen objeto de una matanza atroz, quedando la niña sobreviviente abandonada en el medio de la masacre.

Luego de ser apropiada por sus captores, Damiana es enviada al Museo de La Plata para convertirse en un objeto vivo de estudio científico para los antropólogos de la institución, encabezados por Roberto Lehmann Nitsche, médico y etnólogo de origen alemán.

La niña muere en 1907, a la edad de catorce años, de tuberculosis, luego de ser fotografiada desnuda en el hospital neuropsiquiátrico de Melchor Romero a donde su tutor, el doctor Alejandro Korn, la había enviado. Pero su fallecimiento no impidió que sigan utilizando sus restos en nombre de la ciencia en Argentina y Alemania.

Casi un siglo pasó hasta que los despojos de Damiana fueron encontrados perdidos en un depósito del Museo de La Plata, lo que en 2007 motivó un reclamo de la comunidad Aché de Paraguay. Si bien la osamenta recuperada se restituyó, una parte esencial del cuerpo aún tenía paradero desconocido.

Casi un siglo pasó hasta que los despojos de Damiana fueron encontrados perdidos en un depósito del Museo de La Plata, lo que en 2007 motivó un reclamo de la comunidad Aché.

El cráneo y el cuero cabelludo de la niña habían sido enviados a Europa poco después de su muerte para ser estudiados, y allí permanecieron dentro de las colecciones del Hospital Charité de Berlín hasta que pudieron ser recuperados y finalmente enterrados en las tierras ancestrales de los Aché en 2010.

Todo el proceso final de reclamos, búsqueda y hallazgo fue documentado puntillosamente por Fernández Mouján, quien tuvo la oportunidad de presentar su film en el mismísimo lugar en donde Lehmann Nitsche llevó adelante sus investigaciones con Damiana.

“Es importante que la proyección de Damiana Kryygi se realice en el Museo, ya que forma parte fundamental de esta historia”, indicó a Contexto Fernández Mouján. “El cuerpo de la niña estuvo allí durante mucho tiempo”, saciando los vicios científicos de una era en la que la ética en investigación humana era una cuestión sumamente lateral.

«quizá el documental pueda servir de ejemplo para continuar promoviendo otros procesos de restitución.”

La reivindicación que supone la exhibición del documental en este espacio forma parte de ese proceso de restitución permanente al que la sociedad debe enfrentarse, y la actitud desde el Museo de ceder un lugar para que suceda, dice su director, “me parece un gran gesto de reconocimiento de esta historia”, un camino donde el pasado y las realidades presentes trazan una grieta difícil de cerrar.

Así, la institución “se hace cargo de una parte de la historia”, y quizá el documental Damiana Kryygi pueda servir de ejemplo para continuar “promoviendo otros procesos de restitución”, dice Fernández Mouján, no sólo de restos humanos del pueblo Aché, sino de los otros pueblos que reclaman la vuelta de sus ancestros, alguna vez prisioneros en vida, hoy prisioneros en los depósitos.

El pueblo Aché

Los Aché del Paraguay son un pueblo de cazadores-recolectores de la selva subtropical de familia tupi-guaraní, obligados a abandonar su nomadismo en la década de 1970 y forzados a modificar sus formas de subsistencia ancestrales.

Ocupando originalmente casi 30 mil kilómetros cuadrados de bosques, los Aché del norte viven ahora encerrados en un área diez veces más pequeña con una población que supera actualmente las dos mil personas.

En la actualidad están nucleados en una Federación para reclamar al Estado paraguayo, entre otras cosas, la devolución de lo que queda de sus territorios. En este marco, la restitución de los restos de Damiana Kryygi y su entierro en tierras que reclaman como propias significa un paso fundamental en la lucha que vienen llevando adelante.

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Propuesta desde el Concejo Deliberante

El bloque Frente para la Victoria Nacional y Popular, por iniciativa de Florencia Saintout, propuso ayer ante el Concejo Deliberante platense que se declare de interés social y cultural la inhumación de los restos de Margarita Foyel en el territorio de su comunidad.

Margarita, hija del lonko Foyel, murió en 1887 a los 33 años, cautiva en el Museo de La Plata tras ser capturada por el Ejército del general Roca a modo de castigo ejemplar contra los pueblos originarios que se rebelaban ante la mal llamada Conquista del Desierto.

El 10 de diciembre de 2014, Día Internacional de los Derechos Humanos, los restos de Margarita Foyel fueron restituidos junto con los de su tío, el lonko Inakayal, y su familia, desde el Museo de La Plata hacia Tecka, Chubut, como producto de la histórica lucha que llevan adelante las comunidades originarias en conjunto con organismos de derechos humanos, como el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y el Colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social).

Al respecto, la concejala Florencia Saintout señaló: “Con las restituciones, la Universidad de La Plata ha dado un paso fundamental para el reconocimiento los derechos de las comunidades originarias, que han venido reclamando poder honrar a sus antepasados de acuerdo a sus tradiciones. Lo que se pone en cuestión es el peso de los valores de la ciencia etnocéntrica, que ha exhibido como símbolo de su decadencia estos cuerpos, cual si fueran trofeos de guerra, por más de cien años”.

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