Justicia por Pochita: «Ni una bala más, ni un pibe menos»

Por Alejandro Palladino

Vecinos de Villa Alba, familiares, amigos, educadores populares de la Casita de los Pibes y miembros de otras organizaciones por los derechos de los niños y adolescentes se concentraron ayer por la mañana en la puerta del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 1 de Tolosa, en La Plata, para acompañar la instancia de alegatos por el homicidio de la joven de diecisiete años Nahir Nazarena Arriola, conocida como Pochita, asesinada en marzo del año pasado de un balazo. La Justicia dictará sentencia en los primeros días de agosto tras la feria judicial.

Pochita fue asesinada el 27 de marzo de 2015 de un disparo efectuado por un joven cuando estaba en la esquina de su casa en el barrio platense de Villa Alba, mientras estaba reunida con compañeros luego de salir de la escuela.

Buena parte de los presentes ayer en la puerta del Juzgado, además de sus familiares biológicos, fueron los integrantes de la Casita de los Pibes: amigos y amigas, docentes y coordinadores. La organización fue creada en el año 2000 y es un espacio de contención para adolescentes y jóvenes de esa zona de la capital bonaerense desprotegidos socialmente. A través de talleres y de un seguimiento que se convierte en familiar, los pibes y pibas de la zona encuentran un hogar donde crecer. Con banderas y pasacalles con la consigna “Ni una bala más, ni un pibe menos, justicia por Pochita”, se concentraron en la puerta del Juzgado acompañando esta instancia judicial.

“Nosotros movilizamos en un doble carácter, como familia y como organización. La Casita de Los Pibes fue la segunda casa de Pochita”, dijo a Contexto José Luis Arana, coordinador del lugar.

Allí Pochita creció de muy chica. Realizaba talleres de panadería y periodismo y asistía para hacer sus tareas escolares. También participaba de la comparsa y de la batucada del barrio.

“Era una piba muy simpática y dada. Al igual que los otros chicos de la Casita, tenía esa característica de mostrarte lo que hacía en sus talleres”, recordó Milagros Padrón, educadora de Pochita en un taller de periodismo audiovisual.

“Como organización que trabajamos la vulnerabilidad social de los más chicos, nos sentimos espontáneamente solidarios porque lo que provoca la muerte de Pochita es una situación que lleva a pensar en qué condiciones se crían nuestros pibes”, explicó José Luis Arana, quien se explayó sobre qué motivos llevan a estos hechos de violencia entre jóvenes en los barrios de la periferia platense.

“El asesinato de Pochita no es un hecho casual», prosiguió. «Nuestros pibes están en riesgo en los barrios. Son arrojados a una sociedad que no está preparada para recibirlos, para sostenerlos en la escuela. Son arrojados a barrios donde de repente en cada esquina se les ofrece drogas, se les colocan armas en la mano, o son utilizados como mano de obra de la delincuencia organizada. Y todo esto es lo que genera el riesgo. No es sólo vulnerabilidad social en cuanto a trabajo digno e inserción social; están en peligro de vida.  Más allá de nuestro vínculo directo con Pochita, también de alguna manera es el símbolo de muchos niños que viven estas situaciones”.

El crimen de Pochita fue doblemente doloroso. Desde el sitio de Facebook de la Casita de los pibes, expresaron la angustia del pedido de justicia: “Exigimos que el responsable de esta pérdida irreparable sea ‘detenido’, en el sentido real y simbólico que esta palabra implica. Porque esperamos que pueda pasar el tiempo que le corresponda no solo ‘purgando una pena’, que no devuelve la vida perdida, sino que ‘se detenga’ a reflexionar sobre sus actos. Como militantes de infancias y juventudes deseamos que pueda humanizarse, que pueda aprender a valorar la vida, propia y ajena. Esa es la sociedad que soñamos y por la que militamos».

«Hoy exigimos justicia penal. Porque los que nos quedan deben saber que la vida de una piba de barrio vale para la sociedad tanto como cualquier vida, como todas las vidas”, concluyeron.

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