Un Mini-Davos para tapar un gran desastre

Por José Manuel Welschinger Lascano

La inversión extranjera, eje cardinal del discurso oficialista y principal esperanza de continuidad para el Gobierno de Mauricio Macri, continúa sin llegar a la Argentina. Tras nueve meses de gestión ajustadora, y en medio de la conmoción social causada por la realización de las postergadas asambleas públicas por los exponenciales aumentos de tarifas, el staff económico-financiero de Cambiemos se reunió en el centro porteño con las principales cabezas del empresariado mundial; un evento ideado por el Presidente argentino, a imagen y semejanza del foro anual que se organiza en la ciudad suiza de Davos.

Catalogado como «una fiesta» por los medios alineados al Gobierno, el Mini-Davos intentó ser una cortina de humo para tapar la verdadera noticia en cuanto a inversiones: en la semana anterior al foro, según trascendió, se oficializó la decisión del sector privado de muchos países de retirar los capitales que planeaban invertir en la Argentina. Ernesto Mattos, economista del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini e investigador y docente por la Universidad de Buenos Aires, comentó a Contexto cuál es el auténtico tipo de inversiones que llegarán tras el Mini-Davos: “Son inversiones sin negocio para el país, porque se caracterizan por entrar en esa clase de actividad que siempre tiene enormes márgenes de rentabilidad, como la extracción de hidrocarburos, la minería y los agronegocios, y, en un pequeño porcentaje, algunas manufacturas”.

Explicando la naturaleza de estas inversiones, Mattos comentó que las multinacionales no vienen para traer, como sucedió a partir de 1960, empresas integradas verticalmente y con pleno control sobre la producción, distribución y comercialización, sino que ahora lo que llega son las denominadas «empresas globales», que sólo le compran sus fábricas y sus cadenas de proveedores a otras empresas que ya estaban en el país.

De esa forma, la inversión de las empresas globales está hecha en función de obtener esa rentabilidad segura, e inmediatamente girarla hacia el exterior. Lo más preocupante, según el especialista, es que estas empresas globales presionan al Gobierno para que se les permita el libre giro de utilidades y dividendos. “Eso es lo que este Gobierno instaló desde el Banco Central a los pocos días de asumir”, puntualizó Mattos.

Se levantan las apuestas

Más allá de los anuncios de alegría, y de la millonaria suma utilizada en el Centro Cultural Néstor Kirchner para agasajar a los ejecutivos más adinerados del mundo, la realidad es que las inversiones no sólo no llegan, sino que incluso se retiran.

Mattos explicó en qué se basa esta tendencia, conocida a principios de septiembre. “En un informe que acabamos de elaborar, observamos que entre el primer anuncio de inversiones realizado por el Ministerio de Economía en junio, hasta el más reciente que se realizó a principios de septiembre, hay una diferencia que nos llama la atención respecto de cuatro países”.

Según destacó el docente e investigador, el primero en retirarse fue nada menos que Estados Unidos, quien entre anuncio y anuncio de Cambiemos disminuyó en 470 millones de dólares las inversiones del sector privado que estaban programadas para llegar a la Argentina. Luego lo sigue España, retirando también unos 588 millones de dólares respecto de lo anunciado en inversiones del sector privado; y en tercer y cuarto lugar respectivamente están China y Chile.

“Si bien el distanciamiento con la potencia asiática nos costó 900 millones de dólares en inversiones –consideró Ernesto Mattos–, el caso de Chile es el más significativo, porque el sector privado decidió desinvertir completamente, retirando cerca de mil millones de dólares en inversiones; más los 1.150 millones de dólares que ya había anunciado invertir en nuestro país”.

Para el especialista, esta tendencia es francamente preocupante, ya que demostraría la inutilidad de todas las «demostraciones de confianza» realizadas por la gestión de Cambiemos hacia el capital transnacional.

Respecto del curioso comportamiento de los sectores privados de estos países, Mattos comentó: “Nos llama la atención, porque el actual Gobierno argentino está más que alineado con los Estado Unidos, en cuestiones como el terrorismo y otros ejes importantes de su discurso, planteados en el G-20. En cuanto a España, el mismísimo ministro de Economía les fue a pedir disculpas por la gestión anterior, pero parece que el sector privado le contestó con el bolsillo. China, al parecer, cuando se enteró de que no era Franco Macri quien gobernaba la Argentina, decidió retirar sus 900 millones de dólares”.

El caso del limítrofe país andino, destacado como el más curioso por el economista y docente, estaría relacionado con las violentas modificaciones que muestran los principales indicadores económicos de la Argentina. “Lo de Chile quizás tenga que ver con nuestro ingreso en calidad de observadores a la Alianza del Pacífico; porque, al parecer, el sector privado chileno lleva con detenimiento los informes del INDEC, donde se lee que la Argentina tiene grandes márgenes de desempleo, que continúan en ascenso, y altos niveles de inflación”.

Según Mattos, lo que señalan esos indicadores es que no vale la pena invertir en un país que carece de mercado interno, porque “es tirar plata en fabricar productos donde no se los puede vender”.

Principalmente, explicó el economista, esta dificultad para atraer inversiones tiene que ver con que más del 70% de los capitales transnacionales gira sobre el hemisferio norte; mientras que en Sudamérica, considerando los últimos veinte años, las inversiones extranjeras representan cerca del 10% de ese total.

“En general –consideró el economista–, el comportamiento del mercado muestra que las inversiones no vienen a la región, y eso queda plasmado en el último informe de la CEPAL, que muestra cómo en los últimos veinte años las inversiones extranjeras representaron menos del 3% del PBI en toda América Latina, mientras que el sector privado local de cada uno de estos países representó entre el 10% y el 15%”. Según esta lectura, sumando lo que agrega en cada país el sector público, hay un 20% duro de capital nacional. Esto estaría siendo lo que motorizó la economía de todos los países latinoamericanos durante las últimas décadas, en contraste con lo demostrado por la inversión extranjera.

Mala memoria colectiva

Otro delicado aspecto del Mini-Davos, también invisibilizado por el discurso macrista que señala a la inversión extranjera como la única esperanza de los argentinos, se encuentra en que varias de las empresas invitadas por el Presidente a invertir fueron procesadas judicialmente por distintas irregularidades en el pasado reciente. Algunas de estas empresas, como la germana Siemens, están cuestionadas por su vínculo con el Gobierno de facto de la última dictadura militar argentina, mientras que otras, como IBM, protagonizaron episodios asociados a la fuga de capitales durante la crisis de 2001.

“Siemens ha cometido muchos actos ilícitos en nuestro país –comentó Mattos–. El último caso fue el de los negociados con documentación personal durante los años noventa”. Para el especialista, lo principal sería intentar evitar que estas enormes empresas globales se lleven por delante el delicado entramado de pequeñas y medianas empresas, constituido durante la pasada década. “Obviamente, es muy difícil que a esta altura el Estado se ponga del lado de los pequeños, un gesto que ya estamos viendo con la suba de tarifas. Ya quitarle la energía es quitarle sus chances de competir; porque ninguna industria puede realmente salir adelante si no tiene energía barata”.

Respecto de la amenaza que supone para las pymes la entrada de productos que les impida seguir produciendo, Mattos sostuvo que ese proceso ya está sucediendo, según lo que muestran los números. “En cuanto a las importaciones, si se miden los derechos de importación del primer semestre y se los compara con los derechos de exportación, es decir, cuánto crecieron en relación al mismo período de 2015, lo que se ve es que los derechos de importación crecieron un 70%, mientras que los de exportación lo hicieron en 1.3%; es decir que entró de todo y no se exportó casi nada”.

Sin embargo, tras realizar incontables concesiones al sector transnacional, tampoco está en los planes del establishment que la Argentina acceda a los beneficios del libre comercio. Según opinó el economista del Centro Cultural de la Cooperación, entrar en el TTP implica ingresar como «peones» en el juego del libre comercio.

“Nuestro rol como país no sería tener una economía de libre comercio, sino hacer como país una política de libre comercio; porque eso es lo que Estado Unidos necesita, principalmente para condicionar políticamente a China: peones como Argentina, Chile, Perú, Colombia y demás. Eso lo ha dicho Obama en la cumbre de Naciones Unidas en enero de este año: que su país necesita condicionar a China porque occidente señala hacia Washington cuando busca al líder global, y no a Moscú ni a Pekín”.

Para concluir, Mattos resumió en qué consistió el encuentro internacional organizado por Macri: “Es la verdadera cara del foro de Davos, donde se reúne a negociar el capital especulativo del sistema global, que siempre viene a hacer sus negocios a cambio de que le garanticen el libre flujo de capitales para extraer sus ganancias, y la flexibilización laboral para tener mano de obra barata”.


 

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