«La decimosegunda noche»: verás que todo es mentira…

Por Ramiro García Morete

Presentada por el TACEC, se entrena esta noche y se presenta todo el fin de semana la obra  inspirada en “Noche de reyes” (de William Shakespeare) a cargo de Claudia Billourou y Alfredo Calvelo.

“Te ruego, y con largueza he de premiarte, que calles quién soy yo, y me procures algún disfraz que cuadre felizmente con mi intención” suplica Viola, tras naufragar y travestirse para servir al Duque Orsino sin saber que su hermano mellizo sigue vivo . La gran Willy o como llamemos el el harto repetido  dilema de “ser o no ser”, bien podría devenir en aquello que decía George Berkeley: ser es ser percibido. Si un árbol cae en medio del bosque y nadie lo publica en Instagram ¿hace algún ruido? Porque aunque Heráclito haya dicho que nunca nos bañamos en el mismo río, sin embargo hay uno cuyo reflejo siempre anhelamos: el de Narciso. Y en el 506 o en el 2000 también, algunas cosas no solo no cambian sino que se agudizan: la vanidad, la impostación, la necesidad de aprobación.

Por eso todos estos viejos nombres mencionados se mantienen vigentes y entre ellos, por supuesto,  el de Shakespeare. “Tampoco soy una especialista en él”, advertirá Claudia Billourou, espíritu libre y ávido de interpelar nuestra curiosa especie y sus convenciones. Quizá por eso rescata en esta ocasión al gran autor británico no desde la solemnidad sino desde su cariz más corrosivo y cómico. “La decimosegunda noche” transcurre en una playa no muy franca: Illiria, cuyo nombre refiere a la ilusión. “Un espacio único-expresa la dramaturga y directora escénica- en el que nuestras representaciones cotidianas contradicen a nuestros cuerpos y nuestra desnudez, que no tienen más opción que revelar su imperfección; un mundo congelado en el que los habitantes se han instalado en una pose manierista para enfrentar la realidad. Todas las figuras (reducidas a siete personajes), giran en torno a su permanente autor-referencialidad y deseos personales”.

Pero no culpes a la playa: lo es el mundo entero. “En nuestra cultura selfie, el objeto más importante de la atención fotográfica es el propio fotógrafo (que por lo general es a su vez lo fotografiado)- reflexiona Billourou. En los medios y redes sociales, todo gira en torno a la auto-optimización y la auto-inflación. La cultura de la comparación , el abuso y la presión para desarrollar una personalidad “comercialmente” apta  han dañado gravemente la cohesión humana, la pandemia dio el tiro de gracia. El narcisismo es hoy el hilo que mueve y da forma a nuestro mundo. Nuestra vida está online, tan virtual como la misma red porque mostramos y compartimos todo aquello con lo que queremos y creemos impresionar al prójimo moldeando invariablemente nuestra  realidad para que pueda ser mostrada, sólo somos nuestra propia exposición”.  Así es que llega esta adaptación Billourou junto al músico Alfredo Calvelo, con un lenguaje contemporáneo y representaciones de un tiempo gobernado por la auto-afirmación por sobre la real empatía. Todo con una puesta en escena magnífica que incluye un pequeño balneario montado sobre una de las explanadas del Teatro Argentino y que invita al público asistir con reposera, mate y la misma actitud participativa de aquellos teatros en tiempos de Shakespeare. “Ser natural es la más difícil de las poses”, decía un escritor más célebre por ese tipo de citas y por ser un dandy. Un breve relato suyo invierte la historia y cuenta como es el río el que mira fascinado a Narciso solo para reflejar sus propias aguas. Quizá «La decimosegunda noche» nos sirva para vernos…si no es que estamos distraídos, mirando como quedó nuestra selfie en el celular.

 “Es una playa ficticia donde todo es de mentira- En realidad nadie habla con el otro, consigo mismos y de si mismos. Y lo único que los une es el final, un instante”, comenta Billourou, quien tras esta obra regresará a Alemania. Y agrega: “Me alucina la dosis de narcisismo exacerbado que hay en este país. Y Illiria  es eso: la imagen que vos proyectas a través de las redes, donde todos lo matrimonios son felices, comen unas comidas que se ven alucinantes en la fotos, las vacaciones son fabulosas. Y encima tenés que hacer el juego del amor. No podés decir una critica porque te matan. Con las criticas que he recibido en mi vida, si tuviera el narcisismo que se frecuenta me habría suicidado(risas)”.

Billourou se despega de la concepción solemne de Shakespeare, del rol de adaptadora y lo toma como un punto de partida: “Dado el protocolo había que hacerlo al aire libre y era un desafío. Así que tomé la última comedia de Sakespeare y dije: la hacemos al aire libre. Con la música de Alfredo,  el diseño de Sol Santacá, un vestuario fabuloso, un súper equipo…nos hemos matado de risa”. Y  ejemplifica con el caso de Viola y su disfraz de hombre como traerlo a discusiones como la identidad de género. “Más popular que Shakespeare, no hay-agrega-. Lo contemporáneo no tiene que ver con hacer una obra en en un sótano  con un  buzo con capucha sino con el contenido. No con la forma, solo con el contenido. Y a partir de ahí se puede hacer cualquier clásico. Se le tiene pánico porque se le pone el sello de caduco”.

Esta adaptación o relectura que dura una hora diez (y no cinco horas, como el original) rompe lo que se llama la cuarta pared: “La gente es parte de la obra y completa la obra. Es parte del espacio escenográfico y por eso se le pide que vengan con la reposera, vestidos para ir a la playa, con  mate y algo de comer. Que además es la tradición en el teatro de Shakespeare: la gente iba, se llenaba el canasto, comían y se divertían”.

Uno de los temas de “la original” es el amor. Billourou lo deja en claro: “Tenia un profesor de escenografía en Francia que decía que  en teatro, en ópera y en todo el tema siempre es el amor. Aunque se trate de una guerra…”. Y sostiene que en la actualidad “el amor también es lo mismo: el amor a sí mismo… Hay  parejas que no entiendo: viven juntos pero se publican en las redes: te amo. ¡Si está con vos!¿A quién le escribís? ¿No se hablan? Lo que te hace falta es que lo sepamos todos para completar ese amor. Hay algo que falla, necesitas que el vecino lo sepa. Y es como el amor a si mismo, se acercan al otro en base a lo que quieren que el otro sea, a lo que necesitan, pero está digitado hacia si mismo”.

Todos los cuestionamientos de la obra –así como el tono mismo de Billourou- no deben interpretarse como reaccionarios a la modernidad sino todo lo contrario: instándola a liberarse de sus propias ataduras e impostaciones. “Hay un personaje -que en la origina es el bufón,-que habla en inclusivo. Pero en esa mezcla dice ´trole o anciana rancia que es una expresión de gerontofobia. Quiere decir que es pose, que ese lenguaje no es sentido. Y hoy hay mucha pose. Ves algo que no te gusta y no lo podes decir. Te matan si lo decís. Está  libertad de esto y de otro, pero vos en tu kiosquito sos todo lo contrario”.  

(Fotos: Luciana Demichellis)

ENTRADAS:

https://www.gba.gob.ar/teatro_argentino/entradas

FICHA TÉCNICA:

Personajes:
Orsino, empresario de Iliria. Francisco Sendra
Viola/ Cesario. (V/C) Trini Falco
Sebastián, instagramer – youtuber – tiktoker, hermano de Viola: Emiliano Adrián Rodríguez Gonzales
Tobias, manager de Lady Olivia. Marcelo Allegro
SirAndrew, cantante en decadencia Mono Aceto
Buffoni. Bufón. Pupé Martínez
Malvolio, contador de Lady Olivia. Fabio Prado
Lady Olivia: popstar. Victoria Hernández
Vendedor ambulante: Juan Aceto

Puesta en escena: Claudia Billourou
Composición sonora: Alfredo Calvelo
Espacio escénico: Sol Santacá
Vestuario: María Oswald
Iluminación: Ernesto Bechara

Asistente de dirección y Dirección de Producción: Pedro Rodríguez Laguens
Asistente de Sonido: Javier Latrónico
Asistente de Iluminación: Nahuel Figueroa
Asistente de Vestuario: Victoria Mutinelli
Prensa y redes: Eugenia Lasala
Fotografía: Victoria Ellero y Paula Perez de Eulate

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