Ángela Robledo: «Duque ha sido un presidente ciego, sordo y mudo»

Colombia lleva más de una semana de masivas protestas. Las movilizaciones tienen un volumen nunca antes visto en ese país. La multiplicidad de demandas y los actores sociales se han articulado para potenciar la fuerza popular.

La respuesta del gobierno fue la militarización, el toque de queda y la brutal represión. El asesinato del joven Dilan Cruz por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) exacerbó aún más los ánimos de los sectores que reclaman ser escuchados.

Mientras tanto, los medios hegemónicos callan, miran para otro lado o hacen hincapié en aislados hechos de vandalismo que, convenientemente, corren el foco de la discusión.

Para intentar comprender la magnitud de esta reacción popular, Contexto dialogó con Ángela Robledo, académica, ex candidata a vicepresidenta por Colombia Humana y una de las figuras más respetadas de la política de ese país.

¿Cuáles son los factores que han generado este estallido social en Colombia
Arriesgaría una hipótesis que marca cuatro factores fundamentales que han desencadenado el despertar de la ciudadanía en Colombia: el primero es que desde la firma del Acuerdo de Paz, esta negociación que empezó durante el primer gobierno de Juan Manuel Santos, poco a poco ha ido abriendo el espacio democrático en Colombia. Diversos trabajos mostraron que durante el gobierno de Álvaro Uribe, por la cruda y la fuerte represión que hubo, la movilización social disminuyó de manera significativa, pero desde las negociaciones del Acuerdo de Paz han ido en aumento.

El segundo factor es el resultado de la segunda vuelta electoral, en el que las fuerzas alternativas de Colombia, en especial las de izquierda, logramos con Gustavo Petro más de ocho millones de votos.

El tercero, la apertura y el aire fresco que llegó con las elecciones del 27 de octubre pasado, donde en grandes ciudades ganaron fuerzas alternativas.

Y el cuarto factor, que es el que resalto, es la movilización de los jóvenes en Colombia. Movilización que comenzó en 2014-2015, en un movimiento amplio de reivindicación estudiantil y que el año pasado tomó una fuerza particular durante el gobierno de Iván Duque y tuvo logros significativos respecto del aumento del presupuesto de la educación. Esa movilización se articula con otras fuerzas y otras demandas sociales de campesinos, indígenas, pueblos afro y de sindicatos, parte de estas fuerzas que este 21N han salido a protestar de manera multitudinaria y pacífica en Colombia.

¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno frente a estas multitudinarias protestas?
Ha aplicado el manual de la represión policial y militar que por décadas se ha dado en América Latina como el patio de atrás de los Estados Unidos. Primero intentaron deslegitimar la marcha. Hubo muchísima movilización de militares en las grandes ciudades. Generaron un clima de guerra psicológica con la intención de amedrentar a la ciudadanía con mentiras, como también se hizo alrededor del Acuerdo de Paz. Pero es tal la indignación y el despertar en Colombia que no lograron amedrentar a ninguno de estos sectores.

Durante la movilización hubo una actuación desmedida del Escuadrón Móvil Antidisturbios. El Esmad se ha especializado en ser una máquina de violación de derechos humanos con la excusa de mantener y recuperar el orden público.

A eso se suma la clara percepción de que Duque es un presidente asustado, arrinconado, que incluso pierde apoyo dentro de su mismo partido, el Centro Democrático.

Hay un clima de muchísima indignación que si no encuentra cause democrático y caminos para el diálogo podría desbordarse.

¿Qué actitud han tomado los medios hegemónicos de comunicación frente a esta situación?
Como suele ocurrir en estas latitudes, los grandes medios de comunicación están en manos de los grandes empresarios, de los grandes capitalistas. Muchos de ellos juegan como máquinas de ocultamiento de la verdadera dimensión de la protesta social en Colombia. En esos medios los análisis han sido segados. En varios casos han querido convertir a Gustavo Petro en “el chivo expiatorio”. Incluso en algunos casos han llegado a decir que los actos de vandalismo son responsabilidad de Gustavo Petro y de Colombia Humana. Pero la gente en Colombia sabe que Gustavo Petro siempre ha estado del lado de la paz y de los excluidos.

Afortunadamente hoy existen las redes sociales, esta “ciudadanía digital” esta “ciudadanía en línea”. Si bien a veces es complejo el funcionamiento de las redes sociales, muchas veces se transformaron en espacios para poder dejar constancia de la enorme represión que hubo de parte del Esmad. Frente a los grandes medios que quieren ocultar lo que está ocurriendo, las redes son un espacio de oxigenación.

El lunes murió Dilan Cruz, un joven que se ha convertido en un ícono de lo que ocurre con la educación en Colombia. Dilan era un joven que estaba terminando su bachillerato y estaba buscando un crédito para continuar con su formación universitaria y fue asesinado por el Esmad.

¿Qué rol tiene el movimiento feminista en esta coyuntura?
Es necesario destacar el rol preponderante que hemos tenido las mujeres en esta movilización. Hemos estado presente con nuestras reivindicaciones, con nuestras demandas. La movilización del 25 de noviembre, día en que en el mundo entero se exige parar la violencia contra las mujeres, en Bogotá, en toda Colombia, fue monumental la presencia de las mujeres en las calles. Es el tiempo de la emergencia de un liderazgo femenino, rebelde, persistente, insistente y con propuestas.

¿Qué se vislumbra en el futuro inmediato? ¿Hay margen para que el gobierno haga una autocrítica y tome una posición de diálogo para construir el camino para la solución de este conflicto?
Soy una feminista, una pacifista, una mujer que por muchas décadas ha dicho que estamos hastiados de la violencia en Colombia y estoy convencida de que este conflicto debe buscar cauces democráticos para resolverse.

Por un lado, se debe presionar al gobierno para que reconozca sus enormes errores. Más que un gobierno hemos tenido un enorme desgobierno. Duque es un hombre muy débil, un hombre frágil, un hombre que no conocía el país y que, también, está acorralado en las fauces de las fuerzas uribistas más extremas. Solo la presión social lo va a obligar a escuchar, porque hasta ahora ha sido un presidente ciego, sordo y mudo. Pero le va a tocar escuchar, abrir el espacio y reconocer que hay un Comité Central del Paro que tiene unas reivindicaciones específicas que este gobierno no puede ignorar y que debe buscar resolver de manera pronta si no quiere que siga escalando el malestar social y político de lo que significa vivir en uno de los países más desiguales del mundo como es Colombia.


 

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