Yerba buena, yerba mala

Por Leandro Gianello

Si bien la obtención del reconocimiento reservará para el producto elaborado en Misiones y Corrientes una denominación específica que no podrá ser usada por otros oferentes, asegurando la calidad del mismo y beneficiando la producción local, el mercado de la yerba mate en Argentina está virtualmente cooptado por un puñado de empresas que controlan gran parte de los cultivos.

Según estadísticas relevadas en 2012, diez marcas concentran más del 80% del mercado de yerba mate en el país: Taragüí (Las Marías), Rosamonte (Hreñuk), Amanda (La Cachuera), Cruz de Malta y Nobleza Gaucha (Molinos Río de la Plata), La Tranquera (Llorente), Playadito (Cooperativa Liebig), Piporé (Cooperativa Santo Pipo), Aguantadora (Cooperativa Montecarlo) y Andresito (Cooperativa Andresito).

Esta condensación de la producción en pocas manos, especialmente en las que no son cooperativas, deja a los pequeños y medianos productores técnicamente fuera de carrera con el valor del kilo de hoja “verde” (yerba cosechada y destinada al secado) en 5,17 pesos, tarifa establecida por el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) que el Gobierno nacional aún debe ratificar.

Según estadísticas relevadas en 2012, diez marcas concentran más del 80% del mercado de yerba mate en el país.

Si bien ese es el precio definido, la parsimoniosa actitud del Ministerio de Agricultura a la hora de oficializar los valores de referencia para el año en curso obligó a continuar con los precios del período anterior, establecidos en octubre pasado en 4,27 pesos por kilo de hoja verde y 15,79 pesos el kilo de “canchada” (subproducto resultado de varios procesos de secado que constituye la materia prima de la molienda).

El caso Apóstoles

Mario Vialey intendente de ApóstolesLa posición vulnerable, especialmente en las cooperativas locales, se agudiza porque la mayoría debe reinvertir mucho del valor en bruto de la yerba para desarrollar otros sectores dentro del esquema productivo, divididos entre cosecha, secado y molienda. Este último eslabón es el que resulta afectado, por ejemplo, en la Cooperativa Yerbatera de Apóstoles Limitada (Coyal), de la ciudad de Apóstoles, Misiones.

Esta localidad misionera, vértice de la producción yerbatera nacional que resultará beneficiada por la nueva disposición sobre las denominaciones de origen, alberga tanto a grandes actores del rubro como a pequeñas cooperativas familiares que deben parar la olla ante los embates económicos recurrentes.

Si bien Coyal pudo invertir durante los últimos años para mejorar su sistema de cosecha y secado, aún debe terminar de conseguir dinero para construir su propio molino, con el que evitaría tercerizar la molienda y supondría un importante ahorro financiero, pero es un objetivo lejano que se profundizó por el nuevo esquema económico.

El caso de Coyal es un buen ejemplo para describir el estado de otras cooperativas similares, que vienen peleando desde hace mucho tiempo el tema del molino propio pero que ahora deben enfrentar el parate económico, en algunos casos suspendiendo las cosechas y en otros asociándose estratégicamente entre ellas para reducir el impacto.

Por su parte, Mario Vialey, intendente de la ciudad de Apóstoles, indicó a Contexto que aunque “la decisión de establecer la denominación de origen beneficia al sector, posicionándolo mundialmente, la situación del productor en general no es buena, especialmente por los precios”.

«aunque la decisión de establecer la denominación de origen beneficia al sector, posicionándolo mundialmente, la situación del productor en general no es buena, especialmente por los precios”, dice el intendente de Apóstoles.

“En Apóstoles conviven grandes empresas y cooperativistas, por lo que la competencia para estas últimas resulta difícil”, dice Vialey. Ese es un problema que puede agudizarse en un futuro no muy lejano “debido a la tendencia a tecnificar los procesos de producción mediante la incorporación de maquinaria”, agrega.

El intendente de Apóstoles reconoce que este avance tecnológico supone un progreso importante, pero a la vez reporta incertidumbre, ya que reduce la necesidad de mano de obra en toda la cadena, lo que produce desocupación si no se generan nuevas variantes de empleo que absorban el paro.

Por otro lado, se suele acusar a los productores del alza, “pero los formadores reales de precios de yerba mate son las grandes cadenas de supermercados”, advierte Vialey. De cualquier manera, resta esperar las definiciones desde el Gobierno nacional para que se solucione el conflicto con los precios de la yerba. Mientras tanto, los productores amenazan con acudir a la Justicia penal, ya que consideran responsables a las autoridades del Ministerio de Agricultura por establecer un precio inferior a los costos de producción.

Básicamente, los acólitos de Ricardo Buryaile estarían incumpliendo sus deberes de funcionario público, porque la ley los obliga a laudar valores que permitan a los productores desarrollar su actividad en forma rentable mediante la matriz de costos elaborada por el INYM. Ahora, el Ministerio de Agricultura de la Nación tiene veinte días para expedirse.

Un producto con D.O.C.

El reconocimiento de la yerba mate especifica que su denominación de origen controlada (D.O.C.) no podrá ser utilizada por otros oferentes, aunque su producto fuera similar, algo parecido a lo que sucede con el champagne elaborado en esa región francesa.

Según los analistas, el éxito de la denominación de origen como herramienta de márketing funciona en tanto pueda sostenerse un nivel en la elaboración, lo que supone sello de garantía de calidad, protección legal y registro para la infusión, posibilitando que el consumidor acceda a una mejor información a la hora de diferenciar el producto.

A partir de ahora, entonces, será utilizada la indicación geográfica “Yerba Mate Argentina” para identificar el producto cultivado en Misiones y Corrientes, donde alcanza casi las 200 mil hectáreas sembradas y trabajadas por 20 mil productores independientes.


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