VICERBOY | Salpicando los frenéticos cuerpos

Por Ramiro García Morete

«Si las multitudes son un eslabón / No es necesario en las multitudes ser un eslabón / Solo quiero verte bailar». Alguien dijo que el arte no se trata de lo que uno siente sino de lo que hace sentir al resto. Algo similar debe ocurrir con la música bailable: tiene que funcionar en la pista. El músico puede ser una suerte de eslabón. Lo habrá entendido Nicolás, tocando el bajo por varios lugares, ya fuera en una playa de Camboriú o Viejo Copetín de diagonal 74. Sería allí precisamente donde Gaby, que lo conocía de la facultad, fue a verlo tocar con «una banda de fiesta». Recientemente se había marchado de Peces Raros, pero tenía algunas canciones. Porque sí: más allá del beat, las programaciones y los sets donde los temas se amalgaman, la canción siempre sería referente. Ya fuera para mirar con ojos contemporáneos los ochenta desde el rock vernáculo o desde el suceso japonés Tatsuro Yamashita, la idea de pop sería sinónimo de canción. Y también, más allá del new disco y la electrónica, de algo orgánico. Como cuando ensayan en el quincho de Nico, porque él insiste que en la sala pasan cosas que no ocurren en una habitación. Fue allí precisamente donde con más ideas que recursos se juntaron las primeras veces. Una notebook sin placa con un adaptador canon miniplug directo a una consola, el Fender jazz bass, el minimoog y un controlador serían el puntapié para maquetar algunas canciones de las cuales sobreviviría «Sol de mañana», la que abre su homónimo primer disco. Sumados Miqueas y Juan Manuel, llegaría el debut en Pura Vida y luego el disco. Pop rock de guitarras funkys, bajos de gran presencia, sintetizadores espaciales, una voz versátil y líricas elegantes, tan cerca de Chromeo o Daft Punk como de los Abuelos y Virus. Pero siempre buscando su propio pulso, ya que si solo se es un eslabón se acaba encadenado. Y en Vicerboy saben que nada se mueve en la pista si antes no se mueve por dentro.

Recientemente la banda editó «Las palabras de ayer» y unos meses antes «Fascinación». Si el primer material remitía ya desde la estética a la madrugada, estos dos temas parecen ser la banda de sonido perfecta para un atardecer en alguna plácida playa. Pero no son el adelanto de un disco sino que, como cuenta Nicolás Manitta, se trata de «mostrar un poco lo que venimos trabajando en el último tiempo y hacia donde quieras ir llevando. Refrescar la imagen y mantenerse generando contenidos. Fui definiendo una estética popera, si se quiere. El disco anterior tenía cosas más rockeras y acústicas, por más que estaba la fusión».

Lo que se mantiene, más allá del pulso bailable, es la canción y una lectura actual de viejas influencias: «Nosotros tratamos de jugar con eso. No dejan de ser canciones». Y comenta un proceso que se basa en melomanía compartida y experimentación digital pero que nace del modo más clásico: «Todos tenemos esa cuestión de componer con la viola, bien old school. La melodía es una cosa fundamental, más allá del beat. La melodía y la armonía son la base de todo. Queremos conservar eso. No queremos que se vuelva Vicerboy electrónica. Es lo que nos gusta y nos une. Queremos innovar la canción con lo electrónico y lo bailable». Eso se nota también en las líricas. «La idea es que no caiga en la repetición de palabras suelta. Que construya un discurso y que diga cosas. Que no se vuelva algo medio banal, aunque es subjetivo. Hay bandas que suenan de puta madre a nivel música, pero si no dicen nada se pierde parte de lo que puede ser un gran show».

Un sonido más que logrado da la pauta de cierta meticulosidad en la producción. «Sí, aunque estamos en una cuestión de aprendizaje permanente. Es el espacio para innovar y aprender. Interiorizándonos sobre programación, efectos, pluggins. Por más que tenemos nuestro sonidista, a nivel producción craneamos mucho esas cosas». Y confiesa: «Siento yo que nos cuesta confiar en un productor. Quizá para el siguiente disco, pero somos medio celosos. Es difícil: si tenemos algo en la cabeza queremos llevarlo a cabo».

Los show de Vicerboys están enfocados en sostener la intensidad: «Tratamos de no caer entre tema y tema, paramos. Tenemos bloques sin parar y enganchamos con partes instrumentales para que el show sea más dinámico».

Tras haberse presentado en Ciudad Vieja, la agenda marca dos futuras e interesantes fechas: en CABA el 5 de octubre en La Tangente con Darma y Flora, y el 24 del mismo mes participarán del Ciclo Frescura en el Matienzo.


 

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