Vanakara – La caída de todos los ídolos

El impacto resulta instantáneo y ahí aparece el primer objetivo resuelto para Vanakara. En momentos en donde el streaming gobierna con soberbia el consumo de música global, la decisión de volcarse a editar un disco debut con uno de los packagings más ambiciosos y costosos de la historia del rock local -una caja con un libro con ilustraciones y letras, como si se tratara de la edición de lujo de una temporada completa en DVD de la serie de moda- no es un acontecimiento menor y resulta algo imposible de pasar por alto (de hecho, no habrá reseña que no incluya mención al respecto). Pero, ¿cómo funciona esa imponente obra del diseño con la música que ahí se deposita? Vanakara es un proyecto de rock oscuro y guitarrero que administra con intensidad la misma pulcritud sonora y la misma ambición que se muestra en el arte, obra de Adrián Ufano. Recordando a varios proyectos cercanos como Cajale Cazazo, La noche de Garufa, El Bordo o Cuentos Borgeanos, la entonación de la voz de Juan Marano -brillosa y al frente como la de Abril Sosa, aunque por momentos demasiado monótona- acapara la escena con ciertas inflexiones arrabaleras sobre bases que se vuelcan definitivamente al power rock con decantación bailable («Belleza-empresa»), pop desgarrado y emocional («Dulcemocional») y hasta ciertos giros multiétnicos («El sendero»). Son once piezas pulidas al detalle con precisión y buenos recursos (entre teclados, violines, violas, violonchelos y sitar) que también persiguen la idea del impacto como táctica principal.

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