Universidad pública: entre la política y los números

Por Antonio Mangione

En otra entrega –»Vienen por las Universidades»– hablamos de las razones de tipo políticas, ideológicas, culturales y socioeconómicas que hacen de la Universidad pública un espacio de creatividad, transformación y asenso social, y además el último espacio todavía no cooptado por los poderes concentrados de Argentina. Comenzamos desde ahí en tanto pensamos que definir políticamente la situación brinda un marco amplio para el análisis.

Al mismo tiempo, se hace necesario considerar algunos de los números que ponen en evidencia la magnitud y relevancia de la Universidad pública argentina y la resignifican.

Argentina es uno de los pocos países en América Latina en donde las Universidades públicas al menos igualan a las privadas en número de instituciones. En Cuba todas las Universidades son del Estado, y en el resto de América Latína, en Brasil por ejemplo, las universidades e institutos de educación superior del Estado son minoritarios respecto del sector privado.

De los más de 1.800.000 estudiantes de grado que tiene el sistema de educación superior, el 80% pertenece al sistema público. Un dato impactante: siete de cada diez profesionales con título universitario o de educación superior proviene del sector público. Claramente, la fuerza laboral de Argentina tiene un componente potencial y en la práctica de egresados de la Universidad pública.

Según el Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPEC), entre 2001 y 2010 en la provincia de Buenos Aires se incrementó en un 90% promedio la proporción de personas mayores de veinte años con estudios universitarios. En José C. Paz, por ejemplo, este valor fue del 157%. Otro aporte sin precedentes que habla del carácter inclusivo y de movilidad social de las Universidades públicas argentinas.

La proporción de jóvenes entre dieciocho y veinticuatro años que se encuentran en la universidad argentina aumentó del 16% al 20% en 2013. En ese mismo periodo se sumaron 500.000 nuevos estudiantes al sistema universitario, totalizando en 2013 casi 2 millones de estudiantes en el sistema.

Argentina hizo un sustancial aporte al sistema educativo incorporando presupuesto al sector. Esto produjo que lo destinado a educación universitaria representara el 0,53% del PIB en 2003 y el 1% en 2013. Consecuencia, entre otras, es que mientras en 2003 se entregaban 2.700 becas, en 2013 se entregaron 47.000. En otras palabras, en 2003 se disponía de una beca cada cuatrocientos estudiantes, durante 2013 se otorgó una cada cuarenta estudiantes.

Las formas de ingreso de fondos a las Universidades, ya sea en el presupuesto ordinario o por fuera de él, son variadas. A las Universidades nacionales ingresaron fondos desde la Secretaría de Políticas Universitarias a través de programas especiales y otras formas de financiamiento estatal, montos equivalentes hasta el 40% de su presupuesto de funcionamiento, dependiendo de la Universidad.

En Argentina se multiplicaron los estudiantes primera generación en asistir a la Universidad, lo que pone en evidencia que la Universidad pública argentina es un factor que contribuye a la movilidad social. Durante los últimos años aumentó el ingreso en promedio, y la proporción de egresados del grado y del posgrado. Se diversificaron las propuestas académicas, se incrementaron las oportunidades de extensión e investigación. Se aumentó la planta docente. Se jerarquizó la docencia a través de capacitación gratuita y otros programas. Se han desarrollado más vínculos con la sociedad, organizaciones sociales e inclusive con pymes y otros sectores productivos y cooperativas.

Los números aquí expuestos deben ser puestos en contexto, no sólo en un contexto político, como expresamos más arriba, sino también en términos de lo que queda por hacer en la Universidad. El ingreso irrestricto requiere de mayor infraestructura y trabajadores docentes dedicados en exclusividad. Al mismo tiempo, requiere de creatividad y decisiones políticas académicas que propicien la implementación de dispositivos pedagógicos que garanticen el derecho al ingreso y también su permanencia y graduación.

Garantizar el posgrado gratuito como expresión máxima y completa de Universidad pública y gratuita es otra arista del debate político todavía en marcha y que se traduce inmediatamente en números. Es decir, ¿cómo se financia? La investigación científica en las Universidades públicas nacionales debe consolidarse y lograr independencia de otros sistemas de promoción de la investigación. Estos también son números a discutir.

El abordaje de la complejidad de la Universidad pública argentina requiere de un esfuerzo de integración de una mirada fuertemente política sobre la Universidad pública a la vez que de información precisa sobre las cifras, las estadísticas y los números. Esta integración se hace necesaria en momentos de cuestionamientos –eufemismo de ataques– directos al sector público.


* Docente de la Universidad Nacional de San Luis. Investigador de CONICET IMIBIO.

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