Un nuevo tratamiento contra el cáncer infantil

Por Leandro Gianello

Una nueva técnica descubierta por investigadores del Hospital Garrahan permite dirigir de forma más eficaz los tratamientos destinados a combatir células tumorales en un frecuente tipo de cáncer que afecta los ojos de los niños. El procedimiento usa biomarcadores moleculares que permiten detectar una cantidad ínfima de células tumorales del retinoblastoma, un cáncer ocular muy frecuente en niños, lo que posibilita un tratamiento más preciso.

El hallazgo del biomarcador, sustancia utilizada como indicador de un proceso biológico, un estado patogénico o para ver la respuesta a tratamientos farmacológicos, es el resultado final de un trabajo de siete años entre el Hospital Garrahan, la Universidad de Quilmes y el Conicet.

Esta sustancia “permite detectar en forma muy precisa células tumorales en la sangre, médula ósea o líquido cefalorraquídeo a escala mínima. En este caso, puede mostrar uno en un millón, mientras que antes del descubrimiento la célula tumoral específica del ojo sólo podía detectarse en una proporción mucho menor, cuando el tumor estaba muy avanzado para lograr una cura», explicó Guillermo Chantada, director del Instituto de Investigación del Hospital Garrahan y especialista en retinoblastoma.

EL HALLAZGO ES EL RESULTADO FINAL DE UN TRABAJO DE SIETE AÑOS ENTRE EL HOSPITAL GARRAHAN, LA UNIVERSIDAD DE QUILMES Y EL CONICET.

Hasta ahora la expansión y metástasis de este tipo de cáncer en el resto del cuerpo sólo podía detectarse cuando el tumor ya estaba muy avanzado, y el tratamiento era tan agresivo que requería de otros procedimientos más complejos e invasivos.

«El mayor problema es el diagnóstico tardío, porque es una enfermedad altísimamente remediable si se detecta tempranamente. En Argentina se cura el 95% de los chicos, pero en otros países menos desarrollados sólo el 30% de ellos tiene solución, ya que se descubre cuando la enfermedad está avanzada», destacó Chantada.

Contar con este nuevo biomarcador posibilita a los profesionales en medicina diseñar una nueva estrategia de cura, comprobando tempranamente el avance del tumor por fuera del globo ocular con esta técnica que ya está implementándose en otros países.

La nueva técnica del Garrahan se basa en la aplicación por tres vías distintas de quimioterapia: una dosis por la arteria para tratar el nervio óptico, otra dosis directa al cerebro y la última por vena para combatir la expansión en la médula ósea.

«La gran diferencia es que antes no llegábamos al sistema nervioso y el cáncer siempre volvía. Por más que se limpiara la médula y se trasplantara aparecía de nuevo en el cerebro», explicó Ana Torbidoni, investigadora asistente del Conicet, integrante del equipo que desarrolló el tratamiento de diagnóstico.

«LA GRAN DIFERENCIA ES QUE ANTES NO LLEGÁBAMOS AL SISTEMA NERVIOSO Y EL CÁNCER SIEMPRE VOLVÍA”, EXPLICÓ ANA TORBIDONI, INVESTIGADORA ASISTENTE DEL CONICET.

El hecho más destacable del biomarcador se basa en la detección de una célula tumoral única en el ojo, y “encontrarla en otra parte del cuerpo quiere decir que algo va mal, como si encontraras en una cocina un elemento que sabés que va en el baño”, agregó Torbidoni.

Anualmente, se detectan 8 mil nuevos casos de retinoblastoma en el mundo, y casi la mitad de los niños afectados muere debido a la enfermedad, especialmente en países en desarrollo.

En Argentina, cada año se diagnostican entre 40 y 45 nuevos casos, mientras que la tasa de curación en el Hospital Garrahan alcanza el 95%, un nivel similar a los centros de salud más importantes del mundo.


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