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“Un gran problema para los bolivianos es el acceso a la tierra”

Por Florencia Abelleira

De Cochabamba, Tajira o Potosí, cientos de bolivianos eligen el cordón hortícola platense para trabajar la tierra, aunque en ese camino se encuentren con engaños inmobiliarios o trabajo en negro. “El asunto de Abasto como avance es interesante, porque esos paisanos que tenían quintas estaban dejando de ser peones”, reflexiona Ramiro Argandoña Cuellar, vicecónsul de Bolivia en La Plata. Aunque lamenta el desalojo, explica que, ante las mejoras que muestra su patria con Evo Morales al mando, muchos bolivianos quieren volver a su tierra.

-¿Cuáles son las principales problemáticas que tiene la comunidad boliviana en La Plata?

-Yo considero que la problemática más importante es el tema de la documentación. El consulado está intentando atender esa dificultad que tienen. Mucha gente viene sin portar los documentos bolivianos correspondientes. Por ejemplo, hay partidas de nacimiento que están con errores; eso complica el proceso de residencia y complica el acceso a otros servicios.

El otro tema es que, en La Plata en particular, la mayoría de la población boliviana está en el trabajo hortícola o la floricultura y con respecto a eso hay un problema que tiene que ver con el acceso a la tierra.

Hay muchas dificultades por la intervención de inmobiliarias y muchas veces engañan a los bolivianos con contratos de alquileres que no están bien hechos. Están supuestamente a nombre de algún propietario y resulta que después no lo son. Eso implica después que aparece un propietario que inicia un proceso y consecuentemente se produce un desalojo.

Lo que ocurrió en Abasto es una muestra de lo que pasa corrientemente. En este caso, Mattioli era el que les alquilaba a los paisanos. Estos invirtieron en los invernáculos, en las semillas, las casillas, el trabajo, y de pronto se produce el desalojo. Resulta que los que pagaban un alquiler están fuera y nadie se preocupa de ellos.

Menos mal que tenemos relación con la Secretaría de Acceso al Hábitat y entonces se intenta avanzar para resolver esa situación.

«en La Plata en particular, la mayoría de la población boliviana está en el trabajo hortícola o la floricultura y hay un problema que es el acceso a la tierra.»

-¿Cuáles son esos avances?

-Estamos hablando con Rubén Pascolini (secretario de Acceso al Hábitat) y hay una valiosa predisposición en atender estas dificultades. Justo ahora, Pascolini está trabajando un proyecto para que parte de la tierra expropiada de Abasto sea destinada para la producción. Eso es una maravilla.

Por último, otra gran dificultad es la dispersión de los bolivianos. Existen muchas instituciones bolivianas como cooperativas, asociaciones, pero muy dispersas entre ellas, aunque asimismo se logró hacer con algunas de ellas la Federación de Instituciones Bolivianas de La Plata. La idea es que podamos lograr que las instituciones que crean los bolivianos puedan ser parte de esta federación para actuar coordinadamente entre todos.

-¿Cómo es la situación laboral de la gente que trabaja en el cordón hortícola?

-Ahí hay un tema más delicado, que es el tema de la explotación. Esto se da en algunas quintas que son de bolivianos que traen a trabajar personas de Bolivia pero en negro, sin documentos. Estamos intentando de a poco vincularnos con ellos por parte del consulado, pero hay cierta resistencia.

Ramiro-Argandona-Cuellar-Más allá de los casos de explotación, ¿los bolivianos logran prosperar o las trabas con las que se encuentran los limita en su progreso?

-Los hortícolas son bastante bien reconocidos por la Argentina y buena parte del cordón hortícola está en manos de bolivianos. El INTA contribuye mucho, el RENAR y Renatea también, para que puedan trabajar en condiciones dignas.

Una cosa que se intenta es que se pueda llevar adelante un trabajo más agroecológico, sin tanta utilización de químicos.

El asunto de Abasto como avance es interesante, porque esos paisanos que tenían quintas estaban dejando de ser peones. Dieron el paso a establecerse como productores en una quinta, más allá del desenlace, del desalojo.

Lo que sentimos es que hace falta trabajar en el marco de generar una mayor participación social en la realidad argentina, no solamente quedarse en la producción. También hay otras cosas, como por ejemplo, el hecho de empadronarse para participar de las elecciones. Ahí falta un trabajo complementario de mayor información para extranjeros que permita que los bolivianos se empadronen.

«El asunto de Abasto como avance es interesante, porque esos paisanos que tenían quintas estaban dejando de ser peones. Dieron el paso como productores, más allá del desalojo.»

-¿Por qué eligen La Plata para radicarse?

-En comparación con Capital Federal, que es muy movida y caótica, La Plata es más tranquila, con más verde, con otro tipo de gente y con más espacio para trabajar en la producción. Muchísima gente de Tarija viene a La Plata, de Potosí y Cochabamba también, es decir, de los valles de Bolivia. De La Paz, Oruro, Santa Cruz, hay población, pero mucho más reducida. La gente de La Paz está mayormente en Buenos Aires, porque allí están los talleres textiles. Aquí hay muy pocos, lo más fuerte es el trabajo hortícola, el trabajo en construcción y el comercio, claro, por las verdulerías.

-¿Cambia su situación en Argentina respecto de cómo viven en Bolivia?

-Tienen otras condiciones. Hay una cuestión que está pasando que es que, al mejorar las condiciones de vida en Bolivia, entonces la tierra empieza a llamar y nosotros lo sentimos, porque hay mucha gente que viene al consulado a hacer el trámite de inscripción consular de sus hijos nacidos en la Argentina. Los hijos de bolivianos nacidos en el extranjero tienen la posibilidad de tener doble nacionalidad.

Ha habido un crecimiento en el último año de solicitudes de inscripción. Cuando vienen los paisanos para acá, les pregunto por qué hacen eso y me dicen que porque piensan volver a casa. Una buena parte de los quinteros no cambia mucho sus condiciones de vida. Una buena parte vive en casillas, sin baños, sin condiciones. Aunque en muchos casos se debe a que la gente viene a trabajar y hace todos los sacrificios posibles para ahorrar plata y conseguir un capital importante para cuando vuelva a Bolivia.


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