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The Pocas Nueces: manos a la obra

Por Ramiro García Morete

“Una buena canción es la que podés manotear una guitarra criolla en la silla, tocarla y decir: qué bien.” Si Matías Feregotto ve una guitarra y una silla, seguramente vea algo más que ambos objetos: ve todo lo que está detrás. No sólo porque el cantante y guitarrista sea carpintero y antes de la entrevista comente con asombro y no sin preocupación cuántos colegas han perdido algunos dedos. No sólo porque también confeccione guitarras y haya llegado a poseer ocho modelos distintos. Básicamente, porque le preocupan las cosas bien hechas. “Sino me quedo en mi casa”, dirá. Y eso que le gusta es la música. Y también le preocupa. Porque sabe que hay mucho detrás y alrededor. No puede evitar pensar en todo, pero lo entiende como un compromiso. Casi como la ética de trabajo. “Sí, somos una banda de trabajadores”, dirá de la banda que ensaya tres veces semanales tres horas y que desde hace doce años no tuvo ni una pausa. Su salario requerido es el reconocimiento o la satisfacción de sonar mejor. El resto es circunstancial y de nada sirve, seguramente piensa, si al manotear la guitarra en la silla y la canción no es buena. Detrás de ello, convencidos del legado del rock clásico y guitarrero, trabajan The Pocas Nueces. La banda que completan Martiniano Morales (segunda guitarra), Gastón Rodríguez (bajo), Pablo Merino (teclados) y Emiliano Berardi (batería), que preparan un disco sucesor a Tolosa y cuyos adelantos giran en las redes.

“Tenemos grabada la mitad», cuenta Feregotto. «Vamos mezclando y arreglando las cosas. Ahora estamos terminando un tema y a la par grabando EP de tres temas acústicos.” En los dos tracks se advierte la dinámica de la banda: un lado cancionero y otro más rockero. “Oscila en eso. Fundamentalmente componemos con Gastón, juntos o por separado. Quizá Gas es más cancionero y yo más por el palo de los riffs de guitarra, más contundente por ese lado. Se dio natural y somos honestos con lo que surgió. Y lo laburamos. El disco va por ese lado. Aunque tiene sus variantes a los adelantos: hay temas más oscuros, más riffs. Está bueno, va a quedar bien.”

En este disco la banda profundizó la búsqueda: “Se laburó ensayando, siendo más puntillosos, prestando atención a cada cosa, por horas quizá”. Feregotto reconoce: “Somos muy críticos con nuestro laburo, a veces por demás. Pero es positivo para mejorar y no repetir. Aprendimos a tocar menos pero mejor. Lo que requiere el tema. A muchas bandas les pasa que en un primer disco metés todo y no parás de tocar”.

El último material contó con la producción artística de Seba Pardo (Thelefon) y ayudó a repartir el peso: “Uno entra en un nebulosa artística si se quiere. Tan cargado de cosas que no es sólo el disco, los toques, un montón de cosas. Delegar en un productor que viene a un ensayo, que ve o escucha cosas que vos no. O valorar otras. Te relaja un montón en ese sentido. Más con alguien así, que sabe y entiende lo que buscás”.

La banda asume y entiende el rock clásico como una guía. “A veces se menosprecia. Pero las mejores canciones que yo escuché en mi vida tienen tres tonos. Eso es lo difícil. Hacer una buena canción con tres tonos. Hay de todo. Yo escucho de todo. Pero la banda tiene dos grupos de cabecera: Rolling Stones y Beatles.” Pescado Rabioso o Black Crowes son algunos de los otros referentes de su sonido.

Desde lo lírico, el músico considera que el material nuevo “tiene canciones más profundas, más viscerales. Se nota algo de madurez y crecimiento”.

Feregotto es directo: lo que más le gusta es “componer, tocar y grabar. Me estresa todo lo anterior, la organización, el que maneja”. Por eso, al buscar similitudes entre la carpintería y la música responde: “La responsabilidad”. Y luego extiende: “Estar pensando lo que estás haciendo continuamente. Cómo lo podés mejorar, cómo lo podés resolver. Más importante que tocar bien es resolver bien. Resolver bien un tema”.


 

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