Salvarezza: “Milei debería mirar lo que invierten los países prósperos en ciencia y tecnología”

Entrevista a Roberto Salvarezza, exministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (2019-2021) y ex presidente del Conicet (2012-2015). El científico abordó los riesgos para el sistema con el nuevo Gobierno y cuestionó la falta de presupuesto para el sector y el intento de privatizar empresas públicas.

Por Alejandro Palladino

El ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (2019-2021) y ex presidente del Conicet (2012-2015), Roberto Salvarezza, dialogó con Contexto sobre la avanzada del Gobierno nacional contra el sistema de ciencia y tecnología. Su lectura sobre el impacto que genera el ajuste presupuestario y el caso del Conicet. Qué modelo de país subyace ante la decisión libertaria de relegar al sector. Su interpretación sobre el discurso de Milei en Davos. La diferencia de este Gobierno con las potencias occidentales que Milei alaba, que sí han invertido históricamente en investigaciones públicas y eso ha permitido, a su vez, el desarrollo de privados. Los puntos más preocupantes del proyecto de ley ómnibus. Y el rol de la comunidad científica en el actual escenario para enfrentar las medidas.

¿Cómo ve el impacto del ajuste presupuestario sobre Conicet?

En campaña las actuales autoridades cuestionaron al sistema de ciencia, y la preocupación que esas afirmaciones generaron hoy son una realidad. Eso se refleja en que no se ha podido completar el anuncio de las 1.600 becas que iba a dar el Conicet, lo que implica que 1.600 jóvenes que habían sido elegidos con criterios internacionales para proyectarse como investigadores no van a ingresar por ahora porque no hay presupuesto. También implica que los salarios de los investigadores van a ser rápidamente consumidos por la inflación y, así, todo lo que se había trabajado en los cuatro años anteriores para recuperar el salario y las becas, rápidamente va a caer. 

Por otro lado, el presupuesto 2023 que se pone en práctica implica que los proyectos no puedan ser actualizados y por lo tanto va a haber un problema para su ejecución. También hay que considerar el funcionamiento de centros e institutos donde se van a hacer contratos de limpieza, provisión de servicios y pagos de luz y gas. Todo eso configura un panorama que puede llevar a que la institución tenga en junio un colapso. En todos los frentes este presupuesto 2023 obliga a freezar las actividades de las institución científica más importante de la Argentina.

Esto se complementa con los despidos de administrativos, lo cual no es menor en una institución como el Conicet, con 11.000 investigadores, 12.000 becarios, 3.000 técnicos y solo 2.000 administrativos. Comenzar a echar planta administrativa de una institución que necesita tener más administrativos afecta todo el funcionamiento de la institución.

¿Qué le dejó el discurso de Milei en Davos?

Uno podría preguntarse a dónde va Milei cuando habla de países prósperos y no prósperos. Debería mirar lo que invierten los países prósperos en ciencia y tecnología, cómo fortalecen su sistema y tienen tres veces más investigadores e inversión en presupuesto que Argentina. Deberíamos copiar eso y no destruir y desmantelar nuestro sistema de ciencia.

¿Qué modelo de país implica desfinanciar la ciencia y la técnica?

Esto es parte de los proyectos neoliberales en los países periféricos para América Latina, que llevan a desindustrializar y disminuir la capacidad que tienen los Estados para producir conocimiento y transferir tecnología de innovación. En un país que no tiene industria, la ciencia y la tecnología tienen un futuro muy limitado. Hay que tener en cuenta que los Gobiernos neoliberales latinoamericanos primarizan la economía y cumplen la función de generar insumos que luego son procesados y dan trabajo en los países que Milei llama prósperos. Acá vemos una contradicción central en lo que plantea Milei, que busca marcar el camino hacia Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Debería mirar lo que hacen estos países en ciencia y tecnología y entender que en el siglo XXI la disputa es por el conocimiento. China y Estados Unidos disputan 5G, inteligencia artificial, semiconductores, litio, hidrógeno y tierras raras. Todo eso parece que no lo percibe, o hay una intención para que Argentina cumpla una misión a nivel global de proveer materias primas.

Milei habla de achicar el Estado y dar espacio al sector privado. Pero son múltiples los casos de alianzas público-privadas o de empresas públicas que generan divisas, abastecen de investigaciones a privados y mejoran la vida de la población. ¿Qué ejemplos puede mencionar de estos casos?

Por ejemplo, con respecto al cambio climático y el control ambiental, es muy difícil que este control se haga desde las empresas privadas. Es el sector público, a través de sus universidades y organismos de ciencia, el que genera normativas y monitorea las actividades de estas empresas que miran exclusivamente su lucro. Tener un Estado fuerte impacta directamente en la calidad de vida de las personas.

Por otro lado, con respecto a la asociación entre el sector público y privado, podemos tomar el caso de la pandemia, donde ante una necesidad concreta, las universidades y los organismos de ciencia produjeron elementos de protección, como los barbijos y los kits de diagnóstico; es decir, en una situación donde había un requerimiento muy importante de insumos y cada país luchaba por conseguirlos, Argentina tuvo capacidad propia de hacerlos. 

Otro ejemplo son los desarrollos en biotecnología vegetal, como la empresa Bioceres de capital nacional que cotiza en Nueva York con desarrollos que ha hecho con la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet en cuanto a semillas propias, en un país donde la mayoría de las semillas son provistas por multinacionales. Además, tener capacidad de tener nuestras propias semillas hace a la seguridad alimentaria. También podemos hablar de los satélites de comunicación como los de Arsat, o del sector nuclear con el desarrollo de reactores nucleares por parte de INVAP, que vende en el exterior y ha ganado licitaciones en muchos países. A su vez, los satélites de observación SAOCOM, desarrollados por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, INVAP y otras instituciones del sector público. 

Tenemos múltiples ejemplos donde la ciencia y la tecnología de Argentina han logrado desarrollos que muy pocos países logran. Solo un puñado de países son capaces de hacer aportes en la tecnología nuclear, espacial y la biotecnología vegetal y humana. 

¿Y el rol de las empresas públicas y su relación con la CyT, que Milei quiere privatizar?

El rol de las empresas públicas es un tema interesante. Uno ve YPF, Arsat, Nucleoeléctrica como actores centrales en utilizar el conocimiento de nuestras universidades y organismos de ciencia, ante la ausencia de un sector privado potente que apueste en esa dirección. Es una ecuación compleja, entonces se ve que no solo se ataca el sistema de ciencia sino también se pretende privatizar estas empresas. Así, el combo sobre el sistema de ciencia y tecnología y de empresas públicas que pueden captar tecnología y transformarla es total. A la inversa de lo que hacen los países desarrollados. Desde esta óptica, a Milei se le cae la careta.

¿Cómo es la participación del sector privado en CyT y cómo se relaciona con la inversión pública?

Históricamente en Argentina la inversión mayoritaria siempre ha sido del Estado. En los países desarrollados esta ecuación se invierte, normalmente el sector privado apuesta a la investigación pero lo hace básicamente cuando el sector público ha suministrado los fondos para salir de la etapa de riesgo. Es decir, como dice la experta en tecnología italiana Mariana Mazzucato, el principal emprendedor es el Estado, el que pone la plata en proyectos de alto riesgo. Y es luego el sector privado el que lo transforma en bienes o servicios. Este sistema funciona en los países centrales donde la ciencia y la tecnología son un bien preciado y se los fomenta, no se los destruye. En Argentina, el sector privado está en manos en muchos casos de empresas extranjeras más potentes, que hacen desarrollo de ciencia y tecnología en sus países centrales. Entonces la verdad es que el sector privado ha contribuido relativamente poco al desarrollo del sistema científico y tecnológico. Podríamos poner alguna excepción, pero básicamente ha sido así.

Con respecto al proyecto de ley ómnibus, ¿cuáles son los puntos que más atentan contra el sistema público de ciencia?

Hay muchos. Por un lado, si se privatizan las empresas públicas que mencionaba, probablemente quienes terminen siendo sus dueños hagan sus investigaciones en los países donde tienen sede. Pero específicamente, el artículo 6 permite la intervención en organismos descentralizados y le da a los interventores facultades casi dictatoriales, como despedir gente o usar fondos que, por ley, deberían ir a cada una de las instituciones. Esto atenta contra los organismos de ciencia, como Conicet, Inta y la Comisión Nacional de Energía Atómica, por citar algunos ejemplos. Así se pasaría por encima de construcciones históricas que se realizaron en cada una de las instituciones para tener una gobernabilidad que contemple los intereses de la institución, de los trabajadores y de la sociedad.

Por último, ante el actual complejo escenario, ¿qué rol le cabe a la comunidad científica? Por caso, ya ha habido reclamos en CABA y La Plata.

Este es un tema transversal a la política porque acá hay un sector muy importante que necesitaba crecer. Tenemos un tercio de los investigadores que tienen los países desarrollados y también un tercio de lo que invierten esos Estados en sus presupuestos para desarrollar ciencia y tecnología. Uno piensa que es la comunidad la que tiene que salir a defender el sistema, pero también la sociedad. Si mirás las encuestas de percepción social sobre la ciencia argentina, muestra que se encuentra al tope. Más allá de las ideas políticas de cada uno, la comunidad tiene que salir a defender la ciencia junto a la sociedad. No hace falta más que mirar lo que han hecho los países que más crecieron en este siglo y en el anterior para entender la importancia del conocimiento. Hay que detener este avance.


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