Retrato de pueblos desamparados

Por Florencia Abelleira

Pablo Piovano es el autor del ensayo fotográfico El costo humano de los agrotóxicos. Durante los meses de noviembre y diciembre del año pasado recorrió por cuenta propia áreas rurales de las provincias de Entre Ríos, Chaco y Misiones para retratar las distintas consecuencias que tienen los herbicidas en la salud humana. En el viaje de 6.000 kilómetros documentó la vida de los pueblos que conviven con las fumigaciones: malformaciones, enfermedades extrañas en la piel, problemas motrices y respiratorios son sólo algunas de las tragedias con las que se topó. «Los pobladores están en un estado de indefensión muy alto, porque no hay quien los ampare», dijo a Contexto.

Algunas de sus fotos que componen el ensayo forman parte de la 26° Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino que está en exposición en el Palais de Glace hasta el 17 de agosto.

-¿Cómo surgió el interés por la problemática?

-Lo primero que me movilizó fue haber visto unas cifras alarmantes que estaba dando la Red de Médicos de Pueblos Fumigados. Es una red de 30 mil médicos que estaban evidenciando la catástrofe sanitaria que hay en este agronegocio. Hay trabajos que anteceden al mío. Sobre todo el de Álvaro Ibarra Zabala, que estuvo visitando en 2012 y recorriendo junto a Silvina Heguy, que es una periodista de Clarín. Yo me entrevisté con ella antes de salir y me dijo que a San Vicente debía ir y a Chaco también.

-¿Cómo fue la experiencia del viaje por el litoral y norte argentino?

-Tenía un mes de vacaciones, así que me fui a Basavilbaso (Entre Ríos), porque allí vive Fabián Tomasi, ejemplo vivo del impacto de los agroquímicos, un hombre que está en punta de flecha de la causa. De ahí me fui a San Salvador, porque él me dijo que era un buen lugar para contar esta historia, y después el camino se fue armando entre Chaco y Misiones.

-¿Cómo era la reacción de la gente cuando le preguntabas si podías retratarla?

-Generalmente entré a un montón de casas de gente con algún tipo de evidencia de insalubridad, y en todas esas casas lo que hacían era ponerme la mejor silla que tenían porque estaban dispuestos a ser narrados, estaban necesitando ser narrados. Están en un estado de indefensión muy alto porque no hay quien los ampare.

Yo me propuse como un instrumento más de lucha, como comunicador. Mi herramienta es la cámara, entonces, a través de ella encontré una historia que se puede contar y que tiene un peso histórico fuerte. Hace veinte años que se está desarrollando un agronegocio que está en nuestra mesa cotidiana, es decir, los alimentos que la tierra daba para alimentar a la humanidad hoy se hacen en un laboratorio, y eso es muy grave.

«me propuse como un instrumento más de lucha, como comunicador. Mi herramienta es la cámara, entonces, a través de ella encontré una historia que se puede contar y que tiene un peso histórico fuerte.»

-¿La gente de allí es consciente de la problemática?

-En este momento sí. Quizás un año atrás recién ahí las madres estaban yendo todos los días a las salitas y encontrándose y preguntándose por qué su hijo tiene broncoespasmos, problemas en la piel, diferentes cuestiones que hicieron que la lucha se haga de manera natural; porque ver a tu hijo que está con problemas al otro día de una fumigación llamaba la atención. Con los años se vio que los casos de cáncer iban incrementándose, y quienes lo tenían muchas veces habían manipulado glifosato o 24D, que es un agente naranja que se usó en Vietnam, un exfoliante que sirve para hacer caer las hojas. En Vietnam lo usaban para poder ver a los soldados. Ahora Monsanto inventó esta gran cosa para que su semilla transgénica tenga una producción muy alta en corto tiempo. Pero para lograrlo es imprescindible ese coctel de agroquímicos. Así, se convirtió en un negocio millonario para unas pocas corporaciones mientras está en juego la vida de mucha gente: 14 millones de afectados representa un tercio de la población total.

-¿Cuándo sentiste que el trabajo estaba terminado y listo para ser publicado?

-No está terminado, mi trabajo está en progreso. Hace diez días me dieron una beca que me va a permitir complejizar y profundizar un tema que es delicado y amerita un tiempo de desarrollo. Ahora se están abriendo otras vías: se judicializó en Monte Maíz un caso donde ha sido juzgado un hombre que era aeroaplicador; por otro lado, se está por debatir en la Cámara de Diputados la ley de semillas. Parece que este agronegocio va a profundizarse y eso significa que la problemática va a ir en crecimiento.

PABLO PIOVANO Misiones, Chaco, Entre ríos Noviembre – diciembre de 2014 El costo humano de los agrotóxicos El primer revelamiento de los pueblo afectados por fumigaciones con glifosato en la Argentina dan cuenta de 13.400.000 personas afectadas, cifra que representa a casi 1/3 de la población total del país. En el año 2012 se han utilizado 370 millones de litros de agroquímicos sobre 21 millones de hectáreas, más de la mitad de la superficie cultivada en territorio argentino. Esto significó que en una década los casos de cáncer en niños se triplicaran y las malformaciones en recién nacidos aumentaran un 400 por ciento. A pesar de la contundencia de las denuncias, no existe hasta ahora información sistematizada a nivel oficial. 7 de diciembre de 2014 Lucas Techeira de Colonia Aurora, Misiones, tiene tres años y nació con Ictiosis, una afección que resquebraja la piel. Comúnmente se lo conoce como niño cristal. Su padre Arnoldo tuvo que abandonar  su trabajo en las plantaciones de tabaco cuando nació su hijo. Su madre, Rosana Gaspar de 32 años, manipuló sin protección glifosato en su huerta durante el embarazo
PABLO PIOVANO. Misiones, Chaco, Entre Ríos. 2014. El costo humano de los agrotóxicos

-Desde el fotoperiodismo, ¿qué importancia tiene la imagen para crear sentido, a diferencia de la foto de prensa que se basa en la noticia del día a día?

-Estamos en un momento donde es necesario que tomemos con seriedad y compromiso la fotografía documental. Es importante poder narrar y unir un relato, y poder ser independientes, que es lo que los medios concentrados no ofrecen más. Ya en ningún medio se puede viajar a investigar, han cerrado esa puerta con la cual sostenían la honradez, la información, la dignidad. Ahora lo tenemos que hacer de otra manera; por el momento parece que es de una forma solitaria. Hay que cambiar la lógica para que los fotógrafos y los periodistas comprometidos sean quienes impongan la agenda mediática y que no sea al revés; que los medios tengan que visibilizar un trabajo de investigación porque está hecho, porque cobró fuerza y se ha realizado de una manera digna y profunda.

-¿Sentís que tu trabajo, junto con el de otros periodistas, tuvo incidencia en la sociedad? ¿Sirve para que se haga algo al respecto?

-Por el momento sirve para generar conciencia y ser un instrumento más para denunciar lo que está pasando. Como comunicador, mi tarea es poder evidenciar y poner en descubierto una situación, y las redes sociales funcionan de una manera óptima para eso. Yo subí un videíto que ni lo posteé, y ahora tiene 16 mil visitas. Cuando hay un sentido, cuando hay algo que hace mella en la población, ahí cobra fuerza.


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