Primavera cristinista

Por Héctor Bernardo

No importó el calor, ni la clásica humedad platense. Pasado el mediodía, comenzaron a verse los primeros grupos de estudiantes en los alrededores del club Atenas. El acto de la Federación Universitaria de La Plata (FULP) tuvo un condimento especial: la presencia de la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner. Para muchos, el mejor regalo que podían recibir el día del estudiante.

Los jóvenes –y los no tan jóvenes– llegaron uno tras otro. Algunos encolumnados detrás de grandes banderas, otros de la mano de sus parejas, con niños sobre los hombros o solitarios con la mirada fija en la muchedumbre, en busca de algún rostro conocido.

Las parrillas improvisadas sobre las ramblas cubrieron las calles de humo con aroma a “chori y paty” y tentaron a todos los que pasaron por allí. Los grupos crecieron y los colores se multiplicaron. Banderas celestes y blancas, amarillas, rojas, azules y negras, gorros de Argentina y algunos de Cuba o de Venezuela. La primavera florecía en la ropa y los rostros de los militantes.

Como en un recital de rock, decenas de vendedores instalaron sus puestos. El rostro de la ex mandataria estaba en cientos de remeras, prendedores y banderas. Ella, que para los medios es “la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner”, para los miles de militantes que se congregaron allí es, simplemente, “Cristina”.

Los grupos se transformaron en multitud, las charlas se convirtieron en bullicio, y el bullicio en cánticos. “Vamos a volver. A volver, a volver, vamos a volver”, sin dudas la canción-arengan más repetida. Los dedos en V, el saludo más compartido, y las palabras “compañero” o “compañera”, las más escuchadas.

Poco antes de las 15hs, las puertas del estadio se abrieron y los grupos colmaron las tribunas, la cancha y cada uno de los rincones. Cientos de militantes no pudieron entrar. Pero no se fueron. Escucharon, arengaron y aplaudieron desde la calle.

Los pañuelos de las Madres resaltaban entre dirigentes, decanos y referentes de la política local. La cara de Milagro Sala se repitió en los carteles que reclamaron, una vez más, justicia y libertad para la militante presa política del Gobierno macrista y de su cómplice en Jujuy, Gerardo Morales.

El estadio estaba totalmente colmado. El aire se hizo denso. Las remeras se empaparon de sudor, los peinados se volvieron desprolijos y los rostros mostraron el agobio.

Poco después de las 17hs, el presentador hizo el anunció más esperado. Como si entrara una brisa de aire fresco, el calor y la humedad desaparecieron por un instante. Miles de gritos se convirtieron en uno solo. Los celulares se alzaron por sobre todas las frentes y los flashes se dispararon uno tras otro. Ella estaba allí. Un día soleado. Un día festivo, un día peronista. Sin dudas, el comienzo de “una primavera cristinista”, que hizo florecer la fuerza de la militancia.


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