#NiUnaMenos: vidas vivibles

Por Lucía García Itzigsohn

La demanda de un registro oficial sigue pendiente; la Corte Suprema se había comprometido en este sentido, pero no hubo más noticias; y el remanido Plan Nacional que vendría a resolver la problemática es todavía una quimera.

El cambio de gobierno hacia una derecha restauradora no deja lugar a políticas públicas de ningún tipo, la violencia hacia las mujeres no es la excepción. El ajuste, los despidos, los tarifazos impactan en un deterioro de las condiciones de vida del pueblo que siempre impacta con más intensidad en las mujeres. Los recortes económicos en los hogares hacen que muchas realicen malabares para sostener con menos la vida de muchos. La crisis en las calles se traslada puertas adentro, la violencia recrudece y las posibilidades de autonomía se pierden en un horizonte cada vez más lejano.

Por buenas intenciones que se tengan desde el Consejo Nacional de las Mujeres, poco puede hacerse si todas las políticas vulneran derechos. Si la AUH se devalúa, si conseguir trabajo digno es una utopía frente a cada despido, si no hay manos tendidas para salir.

Las demandas de un registro estatal que elabore una estadística de los casos de violencia y femicidios y de un plan nacional con presupuesto propio se alejan cada día más. Es impensable que un Estado que desconoce los derechos más consagrados repare en atender el problema de la violencia machista. Menos aun cuando la imagen de las mujeres que se viene instalando en la gestión es la de modosas acompañantes siempre sonrientes y dóciles, o, si les toca ejercer el poder, lo hacen de manera “femenina”, con modos suaves, tonos amables y nunca crispadas.

La caza de brujas recayó sobre la ex presidenta en un despliegue mediático-judicial sin precedentes que busca desterrar la referencia de empoderamiento que significó Cristina Fernández de Kirchner para el género. Y sobre la dirigente de la Tupac Amaru, Milagro Sala, estigmatizada por india, por pobre, por haber transformado las condiciones de vida de su pueblo y, claro, por mujer. Una detención arbitraria, irregular y sin fundamentos que pone de manifiesto la revancha machista del poder conservador. Como en el caso de Belén, la joven atendida por un aborto espontáneo que quedó detenida en un hospital tucumano y fue condenada a ocho años de prisión. Emblema por estos días de un derecho negado, como es el del aborto legal.

El texto de la Ley 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, forma parte de una mirada de lo público que minuto a minuto está siendo desmantelada por la alianza de gobierno.

En tiempos de exclusión, las redes de trata se fortalecen generando un nuevo factor de riesgo para las mujeres, especialmente las más jóvenes. Si a eso le sumamos el desmantelamiento de la Oficina de Monitoreo de Oferta Sexual, vemos que el campo cada vez está más libre para que operen las bandas que mercantilizan los cuerpos.

La antropóloga Marcela Lagarde acuñó en castellano el concepto de feminicidio al que define como “crímenes de odio contra mujeres. Así lo definieron las autoras del concepto inglés femicide, que yo tomé y añadí cosas que eran parte del problema en México. Por ejemplo, que esos crímenes de odio contra las mujeres son cometidos en un ambiente de gran tolerancia social y del Estado a la violencia contra las mujeres, lo que comporta gran impunidad”. Y sostiene que “A mayor pobreza, mayor violencia. A menor democracia, mayor violencia. No es sólo un problema individual de cada mujer asesinada y de su familia, sino que afecta a toda la sociedad. Y para prevenirlo se requiere el concurso de todas las instituciones y la aplicación seria de la ley”.

En Argentina hablamos de femicidios: crímenes contra mujeres por su condición de género. Si este Estado no escucha las demandas de las plazas de todo el país, si en el Poder Judicial prevalecen los criterios misóginos, si seis niñas y niños quedan huérfanos cada semana por femicidios, tal vez haya que empezar a hablar de feminicidios aquí también.


 

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