Por Roberto Álvarez Mur
A casi un año de su detención ilegítima y a un día de que legisladores jujeños presentaran un insólito proyecto para “plebiscitar” su libertad, comenzó ayer la primera audiencia en la causa contra Milagro Sala por una manifestación realizada en 2009 contra Gerardo Morales, por entonces senador.
Luego de desmentir su participación en el episodio, Milagro Sala realizó una sentida exposición sobre las motivaciones políticas y personales que existen desde el poder local contra su persona y contra la causa militante que mantiene desde hace años junto a los trabajadores jujeños y su organización popular, Tupac Amaru.
“Levantamos la autoestima a los compañeros. Antes nos trataban de villeros, ahora nos tratan de ‘usted’. Esas son las cosas que no se perdonan”, dijo Sala, y agregó: “No me arrepiento de haber trabajado por mis compañeros. Pero sí tengo que pedir disculpas públicas a mi hijo que muchas veces tuvo que estar al lado mío militando, o muchas veces tuve que dejar solo por salir a militar.
«Nosotros les enseñamos a los compañeros nuestros que no tenían que tener bronca a los compañeros o las personas que tenían piel blanca, que eran gringos. Hay muchos gringos que se han dedicado a trabajar toda la vida”, continuó.
“No me perdonan que chicos de mi mismo color de piel tuvieran una pileta de natación. No nos perdonan porque dignificamos.”
La dirigente llegó esta mañana a la sede del Tribunal Oral Federal de Jujuy custodiada por personal penitenciario, se sentó en el banquillo frente a los jueces, escuchó los cargos por los que se la juzga y negó que sea cierto lo que le imputan. Aseguró que el día en que a Morales le arrojaron huevos durante un “escrache”, ella estaba en la localidad jujeña de Monterrico y que se enteró de ese hecho por los medios.
“No tengo vergüenza de ser negra y coya, tengo orgullo de serlo. Y creo que eso es lo que ha molestado a Gerardo Morales”, señaló Milagro Sala, al tiempo que remarcó su férrea militancia junto al peronismo y a las figuras de Néstor y Cristina Kirchner. “No me perdonan que chicos de mi mismo color de piel tuvieran una pileta de natación. No nos perdonan porque dignificamos”.
Junto al del gobernador Morales, otro de los nombres que resonaron en las declaraciones de Sala fue el de Carlos Blaquier, actual exponente de la histórica familia terrateniente de la producción azucarera jujeña, y de reconocidos lazos de amistad con el actual gobernador macrista de la provincia. Blaquier se presenta como una de las figuras más influyentes del escenario político jujeño actual, este año mencionado de manera pública tras la represión desplegada hacia trabajadores azucareros en huelga en el ingenio Ledesma.
“Yo también podría decir que Gerardo Morales, por estar con Blaquier, estuvo involucrado con los genocidas. Pero no lo culpo”, dijo la militante, en referencia a las investigaciones que apuntan al apellido Blaquier y su vinculación con los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.
“Lamento que hayan suspendido los juicios de lesa humanidad para tenerme hoy sentada acá. Lo lamento mucho porque los hijos y nietos de desaparecidos vienen esperando esos juicios desde hace mucho tiempo”, dijo Sala, y añadió: “Sé que Blaquier es responsable por tenerme presa. Dicen que cuando uno milita y hace cosas, eso tiene consecuencias. Consecuencias buenas y malas. Y siento que a mí me las están haciendo pagar, me las están haciendo sentir”.
“En el transcurso de este año, Morales no se dedicó a gobernar sino a llenarme de causas. Yo creo que el pueblo jujeño necesita que se dedique a gobernar. Que se dedique a solucionar los problemas del ingenio Ledesma”, reclamó.
“Yo también podría decir que Gerardo Morales, por estar con Blaquier, estuvo involucrado con los genocidas. Pero no lo culpo.”
En tanto, Milagro dijo que estaba en pleno proceso de escritura de un libro sobre su experiencia desde la prisión, las calamidades vividas durante el último año y su causa política. Hizo mención sobre cómo, entre otros vejámenes, la Justicia provincial le había prohibido la asistencia psicológica durante casi seis meses.
«Yo creo que como presa política, o presa común si quieren llamarme, tengo derecho a un psicólogo. Cuando llegué al Servicio Penitenciario me la impusieron, pero acepté para atenerme a las reglas. Cuando tuve algo de confianza, me la sacaron. Porque ella misma dijo que yo debía tener contacto con la familia, con los compañeros. Que eso me hacía bien. Y por eso me la sacaron”, relató.
La audiencia se extendió durante varias horas en la tarde de ayer, mientras las redes sociales se inundaban de mensajes de aliento a la referente jujeña.
“Me quisieron sacar la dignidad y no pudieron. Me quisieron callar y no pudieron. Ahora lo que falta es que quieran sacarme la lapicera y el cuaderno donde escribo todos los días. Pero, sin embargo, no me van a sacar lo que pienso”, dijo la dirigente de la Tupac Amaru al finalizar su defensa, y concluyó: “¿Qué más van a hacer? No respetan a la ONU. No respetan a nadie. A quien tengo que rendir cuentas es al pueblo. No a una Justicia formada y dispuesta por Gerardo Morales”.