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Memorias de una ciudad bajo el agua

La jornada “Ciudad Marcada, Comunidad Organizada” de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social contará con la presentación de tres libros sobre la inundación del 2 de abril.

La Plata Spoon River, de Julián Arxat, Lo que el agua no encubrió, de Soledad Escobar, y El agua bajó, las marcas quedan, elaborado por la Asamblea Vecinal de Parque Castelli, serán los títulos que protagonizarán esta exposición de relatos y registros sobre el trágico episodio platense.

El evento, que tiene lugar desde las 10 hs, contó con la disertación del Dr. Luis Arias, juez del Fuero en lo Contencioso Administrativo Nº 1 de La Plata, quien brindó una conferencia de prensa sobre el estado de la causa judicial por el registro de víctimas.

“Si no hay justicia, hay poesía”

Las marcas de aguas todavía no habían desaparecido. La lluvia había parado pero las lágrimas seguían cayendo como gotas. Julián Axat, defensor juvenil del pueblo y poeta, tuvo una epifanía cuando repartía colchones y alimentos para quienes se les había llevado todo el 2 de abril. Horas más tarde, en compañía del juez Arias, camino a la morgue para averiguar sobre las víctimas mortales de la inundación, se aclaró su idea de “dar voz a los que ya no están”.

Ese 5 de abril llegó cansado a su casa y fue en busca del libro Antología de Spoon River del poeta estadounidense Edgar Lee Masters. La base de lo que tenía en mente estaba en sus manos. Los poemas de la antología narran los epitafios del cementerio de un conjetural pueblo. La gran diferencia está en que Lee Masters escribió sobre personas imaginarias y Axat se sumergió a recuperar la memoria de los más de setenta muertos que se ahogaron en las calles hechas ríos.

A través del blog Detectives Salvajes, Axat convocó a unos veinte poetas platenses que habían padecido la inundación y otros poetas del país y de los países limítrofes que estaban al tanto de lo que había sucedido en La Plata. “La antología tenía que retomar el punto de partida del epitafio, y relacionar el agua con la poesía y la voz de los muertos. A cada poeta le correspondería ser la máscara de otro, pero desde sus obsesiones. Cada poema experimentaría el verso libre y llevaría como título el nombre y apellido de alguna de las víctimas del temporal”, explicó Axat.

“Tenía un objetivo estético y político. Político en el sentido de querer plasmar en un libro de poesías eso que no podemos decir desde el punto de vista jurídico o periodístico. La poesía desnuda la realidad y también es un mecanismo de resistencia. En ese sentido elegí la poesía porque es la expresión más genuina que puede encontrar el ser humano para enfrentarse al poder. En este caso frente a la negación de los muertos.”, dijo Axat en relación al oscurantismo que practicó el gobierno local y provincial queriendo ocultar las cifras reales en las listas oficiales.

La Plata Spoon River incluye 76 poemas con nombre propio de cada víctima y, de portada, una foto que circuló equivocada por los medios que en realidad pertenece a la devastación producida en la ciudad de New Orleans en 2005 tras el paso de Katrina. Dedicado a la memoria de Juan Gelman, la antología cierra con el poema “María Elena Cazzola” de Roberto Daniel Malatesta, autor de Por encima de los techos, poemario que escribió después de la inundación de Santa Fe en 2003. “Una mujer necesita pocas cosas/ para ser mujer, necesita afecto,/ las cuatro patas de una mesa, pan/ sobre la mesa, y un cuchillo/ para cortar rodajas de ese pan”.

 

Crónica de un encubrimiento latente

Cuatro días después de la fatídica jornada del 2 de abril, sobre las secuelas de una ciudad sumida en tragedia y caos, Soledad Escobar comenzó a sospechar de las investigaciones realizadas sobre la cantidad de fallecidos a causa de la inundación. Con su teléfono celular como única herramienta de registro, comenzó a recorrer las comisarías platenses, la morgue judicial y los barrios más afectados por el temporal. Fue el puntapié para la investigación que luego tomaría forma en su libro Lo que el agua no encubrió.

“El foco central del libro hace hincapié sobre los diversos mecanismos que se utilizaron para tapar la cantidad real de muertos por la inundación”, dijo a Contexto Escobar, licenciada en informática y responsable de la investigación presentada en las páginas de Lo que el agua no encubrió.

“Empecé mi investigación luego de la inundación a partir de la aparición de la famosa cifra de las 51 muertes. De inmediato descreí de esa cantidad. Como platense supe lo que había sido aquella jornada cara a cara y lo que habían atravesado otros vecinos sobre la cantidad de víctimas que se sospechaba”.

El trabajo articula el registro del periodista Gabriel Prósperi junto al trabajo de investigación de Escobar.

Los primeros casos de víctimas ocultas fueron escudriñados por Escobar a través de certificaciones de muerte falsificadas, el principal mecanismo de ocultamiento que, según la autora, se aplicó en la morgue judicial platense. “El recorrido fue largo, ya que fui recorriendo uno a uno los diferentes barrios, hablando con los vecinos, buscando testimonios que atestiguaran la existencia de víctimas fatales sin registro alguno”.

“Tanto en el casco urbano como en los barrios periféricos, fui encontrando casos de vecinos que testimoniaban fallecidos de los cuales no existían registros”, indicó Escobar. La investigación acompaña la causa llevada adelante por el juez en lo Contencioso y Administrativo Luis Arias.

El libro se introduce en los hechos a través de la crónica de Gabriel Prósperi, quien documenta de manera vivencial el transcurso de la madrugada del 2 de abril. El lector logra tomar dimensión vívida de los sucesos que marcaron un antes y un después en la historia de La Plata, y aún inundan la memoria de la ciudad.

 

La narrativa de la desesperación

“La iniciativa de realizar este libro surgió entre los propios vecinos que día a día tenemos presentes los recuerdos de haber estado al borde de la muerte”, indicó Esther Redondo Bermejo, participante de la Asamblea Vecinal Parque Castelli y una de las tantas voces que constituyen el trabajo narrativo.

“El libro surgió de una necesidad de mostrar las experiencias que no fueron mostradas en los medios. Tanto en los efectos de la inundación en los barrios, como las vivencias directas de aquella madrugada y cómo lograron sobrevivir en medio de la desesperación.”

“Muchos de los que participaron en la realización del libro aún no lograron recuperarse. Cada vez que uno revuelve la casa para buscar algo y no se encuentra, es porque el agua se lo llevó, y todos los recuerdos vuelven. Es convivir cada día con esos recuerdos tan fuertes”, indicó Redondo en relación con el trabajo de escritura, compilación y edición que realizaron los vecinos de manera íntegra.

“Más de diez vecinos llevamos adelante el registro de textos, fotografías y luego la edición propia que hicimos a través de nuestra propia editorial, A flote”.

El libro transita todo aquello que sucedió el 2 de abril, los hechos que propiciaron la inundación y las secuelas en la ciudad y sus vecinos.

“Este libro logró revivir las esperanza de muchos platenses que estábamos con los brazos bajos. Es como quien tiene un hijo después de la pérdida de otro.”

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