La reciente escalada del dólar comenzó a impactar de lleno en los precios de alimentos, bebidas, artículos de limpieza, higiene y tocador, amenazando con interrumpir la tendencia a la baja de la inflación que el gobierno nacional venía mostrando como uno de los pocos logros concretos de su gestión.
Varios supermercados esperan recibir listas de precios con aumentos de entre el 5% y el 9% en productos de las góndolas, según fuentes de las grandes cadenas. En paralelo, las principales empresas alimenticias —como Arcor, Molinos, Mondelez y La Serenísima— definirán esta semana los aumentos para el mes de agosto, que podrían ubicarse entre el 8% y el 12%, en función de los mayores costos por tipo de cambio e insumos importados.
Por su parte, por el lado de los almaceneros, el vicepresidente de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires (FABA), Fernando Savore, rechazó la remarcación en las góndolas. “¿Quieren vender? Bajen los precios”, advirtió a las empresas de alimentos. “Lo hablamos en el grupo de almaceneros, cuando vengan las empresas con aumentos les vamos a decir que no queremos nada. De alguna forma hay que negarse, después de abril las aceiteras quisieron incrementar entre un 5% y un 9% que no convalidó el hiper ni nosotros”, señaló en declaraciones radiales.
Estos aumentos se enmarcan en la suba del dólar. Vale recordar que julio, y sobre todo su última semana, fueron calientes para el Gobierno en materia cambiaria. En concreto los dólares cerraron el mes con subas acumuladas del 13%. En el caso del dólar oficial minorista, cerró la semana pasada a $1380, el valor nominal más alto del que se tenga registro. Hoy bajó levemente y cerró a $1370.
De esta manera, este nuevo salto del dólar complica aún más el ya castigado consumo de las familias. El consumo masivo retrocedió 0,8% interanual en junio de 2025, según el último informe de la consultora Scentia, y continúa sin recuperarse.
Además, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) alertó el domingo por el aumento de los costos de producción y el achicamiento del mercado interno. A su vez en su último informe indicó que en junio las ventas minoristas de las Pymes registraron una caída interanual del 0,5%, que se suma al descenso del 2,9% de mayo.
En este contexto, el sendero descendente del IPC podría tener un revés y, así, golpear el corazón del relato económico oficial. El Gobierno presentó la desaceleración como evidencia del éxito del ajuste, a pesar de la fuerte recesión y la pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, economistas advierten que esta baja fue impulsada en gran parte por el congelamiento del tipo de cambio oficial y la licuación de ingresos, dos elementos que podrían agotarse en el corto plazo.
En ese marco, el traslado de la suba del dólar a precios se convierte en una señal de alarma. Mientras el Ejecutivo insiste en la necesidad de mantener el ancla fiscal y monetaria, los efectos de la devaluación tensionan la desaceleración inflacionaria.