Por Manuel Recondo
El hombre tiene la capacidad de entender qué significa el progreso lineal de las cosas. Pero la gráfica de una curva exponencial puede resultar menos intuitiva cuándo se trata del progreso tecnológico. Desde que el escritor y científico Raymond Kurzweil publicó el libro The singularity is near (La singularidad está cerca) en 2005, se generó controversia debido a la fuerte repercusión que tuvo el mismo y a su contenido en particular. Es que el autor pronostica un futuro –no muy lejano, entre 2029 y 2045– en el que la inteligencia artificial será capaz de superar a la inteligencia humana. Entre las ciencias que más se verán afectadas se encuentra la nanotecnología (el estudio de los átomos), la biotecnología (el estudio de las células), la infotecnología (el estudio de los bits) y la cognotecnología (el estudio de las neuronas).
Kurzweil, quien fundó junto a Peter Diamandis, con el apoyo de Google y de la NASA, la Universidad de la Singularidad, pronosticó entre otras cosas que el hombre será capaz de alcanzar la vida eterna, salvando el caso de que uno muriera por un evento no previsible (como que nos atropelle un auto). En otros términos, afirma que seremos capaces de controlar y prevenir las enfermedades, incluso las que ahora parecen ser incurables, como el cáncer. En la actualidad ya es posible secuenciar el genoma humano, un proceso de laboratorio que predice la susceptibilidad a contraer enfermedades específicas.
Nuestro cerebro se estima que tiene más de 100 mil millones de neuronas con miles de conexiones entre ellas. Sin embargo, el autor cree que con el avance de la tecnología será posible simular un cerebro humano por medio de un ordenador, y crear máquinas mucho más inteligentes que nosotros, con sensibilidad emocional y autoconciencia. Esto, que puede seducir a algunos y asustar a otros, parece ser una posibilidad no tan lejana, y su polémica tiene asidero en el hecho de que quizás se nos escape de las manos la capacidad para controlar los efectos de construir ordenadores con tanto potencial.
José Luis Cordeiro, profesor fundador de la Universidad de la Singularidad en la NASA, en Silicon Valley, California, afirma que ya se está trabajando sobre la «de-extinción»: traer de vuelta a la vida a especies que ya fueron extintas por causas naturales, entre ellas el mamut, cuyo genoma se puede reconstruir y luego injertar en elefantes. Más difícil parece ser lograr revivir a los dinosaurios, ya que se extinguieron hace 65 millones de años y sólo pueden reconstruir genomas de hasta 50 mil años de antiguedad. Otro de los aspectos que menciona en una de sus conferencias en Madrid tiene que ver con la clonación de órganos para poder reemplazar otros que tienen alguna deficiencia. En Singapur, en un centro llamado Biopolis, ya están trabajando con la clonación de animales. Cordeiro afirma que «si a usted se le murió su perro, y tiene un pelo de él, ya puede tener uno igual, aunque cuesta 50 mil dólares». También considera que para el año 2020 «todo va a estar conectado con todo», con la llegada de la nueva generación de celulares. Si el futuro es como estos científicos lo piensan, habrá Internet en cualquier lugar del mundo, y los autos se conducirán a sí mismos, lo que reducirá los accidentes de tránsito, ya que serán comandados por GPS y mucho más eficientes que un ser humano. De hecho, BMW ya anunció que para 2025 todos sus autos serán completamente autónomos. Además, Google y Facebook, que habían pronosticado que para el año 2020 habría Internet gratis para todo el mundo, le erraron al cálculo y terminaron anunciando que eso sucederá entre el año que viene y el próximo.
Para dimensionar un poco los efectos que pueden resultar de estos avances que ya se están produciendo, podemos remotarnos a la época en que IBM sacó una computadora que venció a Garry Kasparov (el entonces campeón mundial) en el ajedrez, algo que hasta la época era impensado. Aquella computadora costó en su momento 100 millones de dólares, y hoy es un producto gratis que se puede bajar de Internet.
Además, IBM está trabajando en lo que llaman «el doctor Watson», un ordenador que va a saber más que lo que sabe cualquier médico especializado, porque será capaz de contener toda la información sobre medicina que exista en cualquier idioma y conocer su historia clínica a la perfección, para reconocer qué es lo más recomendado para el paciente.
Si todo esto sucediera, probablemente nos encontraríamos con un escenario comparable sólo con la época en que el hombre descubrió el fuego por primera vez, o las telecomunicaciones, pero que, sin lugar a dudas, podría ser más sorprendente que todo lo visto y conocido hasta ahora.