La Parafernalia de Charlie Brownie: de funk ardiente

El histórico funk estadounidense, con su mezcla de jazz, soul y afro beat, se combina con ritmos latinoamericanos y culturas locales en La Parafernalia de Charlie Brownie, una de las máximas representantes del género en la región. El sexteto -formado por Matías Fages en batería, Nacho Reales en guitarras, Pedro Sagasti en teclados, Fer Moreno Mamani en percusión, Sofía Hotz en saxo y Leandro López en bajo- logró en cuatro años crear un estilo propio en clave instrumental que ya se acostumbró a llenar fiestas a puro baile y diversión.

“A través del baile llegamos a una cuestión mística”

La maldición, su primer álbum de estudio, recorre la historia de Charlie Brownie, un personaje muy particular que en un laboratorio mezcló  componentes de la química y la fantasía funk abriendo un portal hacia otra dimensión. «Charlie es como ese Prometeo que hace enojar a los dioses, es maldecido y llevado a una eternidad de fiesta, donde aparecemos nosotros para llevarla a la escena siendo su Parafernalia», dice el tecladista Pedro Sagasti en relación a la idea conceptual del disco.

¿Qué los llevó hacia el funk?

Pedro: Yo creo que llegamos en primer lugar porque es muy divertido. Inicialmente la banda no tenía una idea formada de lo que iba a tocar, sino que fue libre en ese sentido. Ninguno de nosotros seis se abocaba a esa música y esto nos permitió hacer algo distinto.

Nacho: La primer zapada ya tuvo una onda medio funk y seguimos para ese lado. Igual se fue definiendo en la trayectoria de la banda, desde el 2011.

Fer: En un momento dijimos de hacer candombe, género que también sumaría al proyecto. Y bueno, la idea era hacer algo así, fuerte. De repente cuando nos juntamos tuvimos una base funky y todo lo que sabíamos del género lo tiramos arriba de la mesa.

En el disco se narra la historia de un personaje muy particular, ¿cómo fue la composición?

Nacho: Yo creo que fue a la canasta, en el sentido de que cada uno sumó su parte, las pegamos y así se dio todo. Fue muy comunitario, por decirlo de alguna manera. Esto también tiene que ver con nuestras influencias.

¿Como cuáles?

Nacho: Todos venimos de distintos palos, pero siempre hay algo que nos une en algún sentido. Por ejemplo a mí, a Pedro y al batero nos gusta mucho el rock progresivo, pero al mismo tiempo a Pedro y a Fer el candombe, y juntar todo eso está buenísimo.

Fer: A mí me gusta el reggae, la percusión africana y artistas latinoamericanos. Cuando me tocó componer algunas partes sumé cosas de esas a mi propio estilo.

Son de tocar en fiestas donde concurre gente que va a bailar o tomar algo. ¿Cómo se llevan con el vivo?

Pedro: Nosotros organizamos un ciclo de fiestas muy grandes que tienen esta esencia de Charlie Brownie. En general es como que cada uno tiene su impronta arriba del escenario y decidimos darle mucha bola a la escenografía y a la puesta en escena. Por ejemplo, en la última presentación nos hicimos máscaras donde éramos distintos animales: jirafas, monos, jabalís y aves.

Fer: Yo lo definí como un Kung Fu del funk. Hay diferentes artes de estudiar a los animales, nosotros lo hicimos con el funk.

Nacho: Creo que se ha dado una relación muy natural con la gente que nos va a ver desde el principio y nosotros crecimos con ellos en estos cuatro años. Es muy copada y se prenden siempre al baile. A través del baile y de las personas bailando llegamos a una cuestión mística con el personaje.

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