La ciencia en la reorganización neoliberal de la cultura

Por Emiliano Sánchez Narvarte *

Bajo el argumento “técnico” de un supuesto reordenamiento fiscal, en nuestro país se está produciendo una brutal desarticulación de las políticas educativas y científicas. Si bien el recorte presupuestario se ha dado de manera transversal, afectando así a todos los campos de saberes e instituciones, en este artículo pretendemos interrogarnos acerca de lo que ocurre socialmente cuando se recortan las ciencias sociales.

El recorte en ciencias sociales implica dejar de producir conocimientos que permitan el mejoramiento de la vida cotidiana de distintas fracciones de la sociedad. ¿Por qué afirmo esto? La mayoría de nuestras investigaciones emergen de inquietudes, de una sensibilidad con el otro, de sentirnos interpelados por las circunstancias que el pueblo está atravesando. De ahí que nos preguntemos por qué unas franjas de las sociedades viven en tales o cuales circunstancias. Desde nuestro saber específico, ¿qué podemos hacer para que esas circunstancias cambien? 

Enumeraré brevemente algunas investigaciones que se orientan en el marco de esas preguntas.

  • Investigar la enseñanza de la educación sexual en las escuelas, indagar de qué modo la emergencia de la pregunta sobre las sexualidades habilita a que las juventudes tengan la oportunidad de conocer, sentir sus cuerpos sin reprimirse.  
  • Investigar sus prácticas de lectura, qué y cómo leen, para pensar qué cambios están atravesando, qué les interesa. Estudios que se complementen con el desarrollo de políticas públicas que promuevan mayores condiciones de acceso a sus derechos. Interrogar acerca de qué medidas debe tomar el Estado para interpelar a las juventudes desde sus necesidades e intereses. 
  • Investigar la estructuración de los asentamientos populares, la organización territorial, los modos en que se organizan quienes allí habitan, para entender cuáles son las necesidades que atraviesa cada uno de esos barrios. Y aportar, desde datos objetivos, a la solución de esas problemáticas.
  • Analizar los procesos de concentración mediática para dar cuenta de cómo unas pocas empresas tienen en sus manos la mayoría de los medios que, aun cuando parecen diferentes, replican las mismas lógicas de reproducción económica e ideológica y, además, con sus tarifas confiscatorias, se llevan más del 10% de un salario mínimo, cuando existen otros modos de producción y circulación de la cultura masiva que no implican abusar del pueblo que consume ese servicio.
  • Investigar los procesos de cambios simbólicos y materiales en relación con las modalidades de estar en la escuela y en el aula, en los procesos pedagógicos y en la cotidianeidad escolar.
  • Investigar la relación género, salud y desigualdades para dar cuenta de los modos en que históricamente se han naturalizado procesos de violencia de género, que ya cuando sobre las mujeres recae esa violencia, y eligen decidir sobre sus propios cuerpos, vuelven a ser penalizadas, es decir, doblemente violentadas. Ese tipo de investigaciones articuladas con las movilizaciones populares, por ejemplo, han puesto en evidencia la necesidad de discutir la despenalización del aborto.
  • La investigación, el seguimiento y la evaluación de políticas públicas de inclusión social en áreas estratégicas. 

En definitiva, las ciencias sociales en general, y en particular desde la comunicación, entendemos las investigaciones desde una perspectiva de los derechos humanos, porque ahí donde existe una desigualdad existen razones para investigar científicamente cuáles han sido los motivos para que eso ocurriera, y de qué modo, si esos derechos han sido arrebatados, se pueden orientar estrategias para que sean restituidos. 

No sólo se pierden puestos de trabajo, sino la posibilidad de vivir en sociedades más justas. 


* Instituto Aníbal Ford, FPyCS / Becario CONICET.

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