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En un año los supermercados registraron bajas del 12,1% y los centros de compra del 17,6%

Por Pablo Pellegrino

En febrero, las ventas de supermercados y centros de compras a precios constantes cayeron un 12,1% y 17,6% respectivamente, en términos interanuales. De acuerdo con los datos difundidos por el INDEC, en los primeros dos meses del año la merma en la facturación fue de 11,3% para el primer caso, y de 16,3% para el segundo.

La caída del consumo no es una novedad: desde mediados del año pasado la demanda no repunta y difícilmente lo haga en el largo plazo. Incluso en el presupuesto votado a fines del año pasado el gobierno estimaba que el consumo en 2019 seguiría en niveles bajos.

También los autoservicios mayoristas tuvieron un registro similar al de los supermercados, con una baja del 12,5%.

En ese marco de depresión del consumo, el gobierno anunció hace una semana un paquete de medidas que denominó de “alivio” para el bolsillo de los argentinos, entre ellas, el mentado “pacto de caballeros” con empresarios para el congelamiento de precios en 64 productos, conocido como “Precios Esenciales”.

Sin embargo, la agitada semana que vivió la economía argentina en la que el dólar trepó más del 8% y el riesgo país llegó a sobrepasar los mil puntos básicos agrega incertidumbre a la sostenibilidad del programa que todavía no entró en vigencia.

Las perspectivas para el mediano plazo tampoco son buenas. Un informe de coyuntura elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala indica que para marzo “el consumo continúa en franca caída y todavía no ha alcanzado un piso”, registrando una baja del 10,2% anual.

“La crisis en el consumo no es algo nuevo, es algo que se viene reproduciendo desde mediados del año pasado y está intrínsecamente ligado a la caída de los salarios reales”, dijo a Contexto el economista de la Universidad de Avellaneda Sergio Chouza, y enfatizó que “es imposible desligarlo de la caída del poder adquisitivo generalizado, no solamente en el segmento de trabajadores monotributistas, informales o por cuenta propia, sino también en los trabajadores registrados del sector privado que desde el año pasado registran caídas sistemáticas en los niveles de salarios reales”.

“Está claro que lo que puede sentirse primero son las ventas que son más sustituibles, como las de shoppings, pero en la actualidad ya se terminó propagando a las de supermercados”, agregó el economista.

Según Chouza, a pesar de los intentos del gobierno sobre finales del año pasado de impulsar el consumo a través de algunos bonos no remunerativos o revisión de paritarias, han sido inútiles frente a una inflación que sigue descontrolada.

Por otro lado, consideró también que “la evolución cambiaria está muy vinculada también a la caída del consumo”. “La incidencia es directa vía los precios de la economía: cuando uno ve los indicadores de precios por capítulos, los que más aumentan son los alimenticios, con incrementos por encima del 64%”, explicó.

“En el corto plazo, el programa Precios Esenciales va a depender de cuánto se pueda contener el tipo de cambio, porque es irrisorio pensar que las grandes empresas formadoras de precio vayan a resignar márgenes de ganancia cuando el dólar aumenta de a 10% cada semana”, evaluó, y remarcó que “con un ruido tan pronunciado como el de esta semana, es totalmente absurdo pensar que las empresas van a respetar el programa”.