Juegos Bonaerenses y el atletismo: compromiso, superación y dedicación

Por Nikita Batista

«Esta victoria se la dedico a la Noni, que seguramente está en algún lugar muy feliz», dijo Valentín Nikutowski con los ojos llorosos luego de conseguir su primera medalla de oro en la final de los Juegos Bonaerenses en representación de Pinamar. Tras haberlo intentado dos años, la tercera fue la vencida.

Más tarde, una chica de dieciséis años tropezó con una de las vallas. Lejos de ignorarla, los espectadores comenzaron a aplaudirla y motivarla para que pudiera terminar su pasada. Tras levantarse y llegar al final, corrió a abrazar a su papá, que la esperaba en un costado de la pista.

El atletismo, conocido por ser un deporte «individual», combina el compañerismo y la concentración, acompañado de un público que sabe cómo contener a los deportistas.

Los abrazos entre las delegaciones de los distintos municipios luego de no verse por un año, las risas, las familias que también se reencuentran con amigos y los profesores que se ayudan entre sí es la escena cotidiana en el estadio José María Minella, de Mar del Plata.

Rebeca Pacheco compite en lanzamiento de jabalina y vino desde Luján en busca de superar su marca. «No pensaba quedar primera, se lo dedico a mis compañeros del club», dijo después de un largo suspiro. Aunque no consiguió superar su marca, se llevó el oro.

Las disciplinas en la pista fueron marcha atlética, 295, 100 y 110 metros con vallas y 100, 300, 2.000 y 3.000 metros llanos. Salto en alto y largo, lanzamientos de bala, disco y jabalina y salto triple fueron las pruebas de campo. En todos los casos compitieron las categorías femenino y masculino.

En los 2.000 y 3.000 metros llanos hubo momentos muy picantes y, llegando a la última vuelta, estuvo peleado el segundo y tercer puesto. «En la carrera hay momentos que se van y parece una carnicería», comenta Ángel Ortiz, que compitió en 3.000 metros llanos representando a Chivilcoy y obtuvo la medalla de oro, y fue testigo de la reñida final entre Tres Arroyos y General Pueyrredón.

«No me esperaba la medalla, ya que tuve una lesión a principio de año que me dejó fuera de la pista un tiempo», dijo Lucina Roldán, que venía con tiempos muy bajos y en esta competencia logró superar su marca personal. Obtuvo la medalla de bronce representando a Lobería.

Sueños y anhelos confluyen en un encuentro deportivo, pero, sobre todo, bonaerense. Y el Minella es uno de los escenarios de la pasión de la provincia.


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