Hermano latinoamericano, según la conveniencia

Por Florencia Abelleira

 

Algunos los critican porque roban puestos de trabajo, otros los llaman hermanos latinoamericanos. Muchos les compran frutas y verduras que provienen de quintas trabajadas por ellos mismos: como peones, como productores, como distribuidores. Su piel morena y pelo negro azabache son un distintivo a simple vista. También lo es su tonada, con resabios de términos que provienen del quechua o el aymara.

En la ciudad de La Plata se estima que hay entre 30.000 y 40.000 residentes bolivianos que dejaron sus tierras áridas para venir en busca de una mejor calidad de vida. Muchas veces la encuentran, otras son igual de explotados que en su país, pero con un agravante: la discriminación.

Federico Rodrigo, magíster en Sociología de la Cultura y especialista en estudios sobre la inmigración de bolivianos en la Argentina, explica que es muy heterogénea la comunidad boliviana de La Plata. La mayoría de los migrantes son humildes, vienen del campo, de la región andina, de la periferia rural de Cochabamba, de comunidades indígenas que tienen “muchísimas dificultades para insertarse económica y laboralmente porque su idioma madre no es el castellano”.

Además, estas personas no tienen noción de sus derechos, por lo que terminan siendo explotadas mayormente en la producción agrícola o la construcción, que son los sectores donde más se insertan. “Algunas políticas sociales que han contenido a este grupo fueron las implementadas para los sectores más vulnerables del país, como las cooperativas de Argentina Trabaja”, recuerda Rodrigo, quien también cuenta que “los más humildes tienen menos chance de ascenso en Argentina”.

Daniel Romero, integrante del Centro Cultural de Bolivia de La Plata, dice que el problema más grande que tienen como bolivianos es la discriminación. “A nivel laboral, mientras trabajamos para ganar el día no tenemos problemas y somos requeridos, pero cuando queremos alguna mejora, lo primero que nos dicen es ‘no’, por ser extranjero y boliviano. Pero cuando se trata de una conveniencia para un negocio o un empleador nos tratan de hermano boliviano, o hermano latinoamericano”.

 

Discriminación en todos lados

 

Esa discriminación se traslada a otros ámbitos e instituciones, como es el caso de la salud. Rodrigo cuenta que en los hospitales “muchas veces se vulnera el derecho a la salud por ser migrantes. Los efectores sanitarios, incluso conociendo la ley, niegan esos derechos. Cuando hay recursos escasos, privilegian la atención de ciudadanos nacidos en la Argentina, por sobre los nacidos en Bolivia”.

También se vive en los barrios. Los bolivianos sufren mayor cantidad de delitos que sus vecinos, y una problemática particular es el acceso a la tierra y la vivienda digna. “Por ejemplo, cuando hay una disputa por lotes, sufren una discriminación muy grande”, señala el magíster.

Muchos bolivianos eligen La Plata por las posibilidades que genera el trabajo agrícola a partir de que se desarrolló el cinturón hortícola platense. La mayoría tiene trabajos informales o precarizados, pero algunos pocos logran prosperar.

Según Rodrigo, “en general, los migrantes son humildes, pero también algunos cuantos ascendieron mucho desde que llegaron a la Argentina. En la producción hortícola algunos hablan de la existencia de una escalera boliviana, que se refiere a que los que llegaron primero trabajaban como peones, luego ascendieron a medieros, que son los que trabajan la tierra y van a medias en la ganancia con el dueño de la tierra, y después se volvieron propietarios o compraron camiones o pusieron las verdulerías. En Olmos hay casas impresionantes que son de algunos productores hortícolas que hoy son empresarios”.

 

Ante todo, las raíces

 

El Centro Cultural de Bolivia se formó en 2009 para reivindicar las costumbres bolivianas: su arte, su música y su danza.  “Ahora nos estamos dedicando a consolidar una radio comunitaria para nuestra comunidad. Tenemos buena cobertura y recepción de la audiencia”, cuenta Romero, referente de la casa que se encuentra en 518 entre 22 y 23.

En la misma línea, Rodrigo la enmarca dentro de las distintas organizaciones y asociaciones que desde la década del ochenta se vienen instalando en la ciudad, tanto deportivas como artísticas y también religiosas, con costumbres como la veneración de la virgen de Cochabamba.

A su vez, compara cómo cambiaron los discursos sobre la gente boliviana. Mientras que en las décadas del ochenta y noventa había discursos más xenófobos por parte de políticos y funcionarios públicos, “con nueva la ley (25.871) de 2003 y el Programa de Patria Grande, cambió el discurso hacia los bolivianos e inmigrantes de países limítrofes en general. Hay una alianza entre el gobierno argentino y el boliviano a nivel sudamericano, lo que no implica, sin embargo, que haya desaparecido la discriminación en instituciones como la escuela, los hospitales y la Policía”.

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