Elecciones 2018: América Latina puede girar a la izquierda

El giro dado en los últimos años en los gobiernos de la región cambió la correlación de fuerzas a favor de los procesos neoliberales alineados con los intereses Washington. Sin embargo, el fortalecimiento de las fuerzas progresista genera expectativas rumbo al cronograma electoral 2018 y le da una nueva oportunidad a los movimientos populares para que América Latina retome la senda recorrida en los primeros años del siglo XXI.

México, Brasil, Colombia, Venezuela y Cuba elegirán a sus mandatarios durante 2018. En abril, la Revolución cubana tendrá un nuevo mandatario. En mayo, Colombia y Venezuela irán a elecciones presidenciales. En julio será el turno de México, y en octubre el gigante sudamericano, Brasil, volverá a tomar los caminos de la democracia y elegirá un nuevo conductor.

Las dos economías más importas de América Latina, México y Brasil, tendrán un papel preponderante para el futuro de la región. Más de una vez se ha señalado que hacia donde gire Brasil girará todo el Cono Sur.

En octubre de 2018, el gigante sudamericano puede volver a la senda de la democracia y el progresismo. Un camino que se vio trunco cuando en 2016, mediante un golpe parlamentario, la presidenta legitima, Dilma Rousseff, fue destituida y su vicepresidente, Michel Temer, asumió de facto el gobierno.

Todas las encuestas indican que el expresidente Luiz Inacio “Lula” Da Silva es el candidato con mayor intención de voto. La derecha lo sabe y por eso intenta proscribirlo. La primera disputa importante en Brasil se da en los primeros meses del año y es la antesala de la disputa presidencial. La verdadera pelea tiene como eje la posibilidad de que Lula participe o no de las elecciones de octubre.

Derecha e izquierda saben que si Lula se presenta, gana. Por ese motivo, el futuro del país se definirá en el enfrentamiento entre los intereses instalados en el Poder Judicial y los del movimiento popular en la calle.

En México, el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador y de su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), generan una gran expectativa sobre la posibilidad de que el país azteca juegue un rol fundamental en el futuro de la región y que recomponga su situación interna. México, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos, puede volver a mirar hacia América Latina e inclinar la balanza de una manera definitoria.

En Venezuela, Nicolás Maduro parece encaminarse hacia un nuevo triunfo y una consolidación de la Revolución bolivariana que, durante 2017, sufrió un asedio pocas veces visto. A la violenta y antidemocrática oposición interna, al ataque del secretario general de la OEA, Luis Almagro, y a la constante agresión del gobierno norteamericano, se sumó el sumiso accionar de los gobiernos regionales que responden a los intereses de la Casa Blanca. Ese conjunto de mandatarios creó el autodenominado Grupo de Lima con el solo objetivo de desestabilizar al gobierno venezolano y crear el clima para una intervención extranjera. A pesar de todo ello, la Revolución bolivariana se consolido, derrotó la violencia interna, bloqueo los ataques exteriores, ganó tres elecciones seguidas y se encamina a un triunfo en las presidenciales.

Por su parte, según anunció el presidente, Raúl Castro, Cuba elegirá un nuevo mandatario en abril. La mayoría de los analistas señalan que quien tiene mayores posibilidades de asumir ese cargo es el actual vicepresidente, Miguel Díaz Canel, que tiene 59 años y representa una renovación generacional en la conducción de la Revolución.

En Colombia se realizarán las primeras elecciones luego de la firma de los Acuerdos de Paz, y las figuras de Gustavo Petro, Piedad Córdoba e Iván Cepeda parecen darle un nuevo aire al país. El crecimiento de la izquierda y la participación de las FARC (ahora como partido político) en un país gobernado durante décadas por la derecha comienzan a consolidar un nuevo escenario para el país gobernado por Juan Manuel Santos.

América Latina se enfrenta a una nueva posibilidad para retomar la senda de los pueblos, y 2018 se ha transformado en un año clave para ello. Los movimientos populares saben que es una oportunidad que no pueden dejar pasar.


 

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