EL MATÓ A UN POLICÍA MOTORIZADO | Alguien que lo merece

Por Ramiro García Morete

“Tan perfecta que sé…/ con su guitarra roja ella podría ver/ Nadie la merece, no/ ni yo que soy el mejor”. No recuerda si hubo alguna otra canción antes. Puede que fuera “Sábado”. Pero la primera vez que Chango llevó “Guitarra comunista” a la sala y la tocaron, a Manuel se le erizó la piel. Cada tanto, cuando toca, se abstrae y se pregunta ¿qué hago acá? Como en aquella Primavera Sound 2012 donde de pronto la gente se agolpaba en masa al pequeño escenario Adidas, al borde del océano y con un lineup que incluía Pavement o Pixies. Sí, las bandas que ellos veneraban iniciados los 2000 para armar las suyas. Combinaciones de amigos, nombres originales y ninguna perspectiva de éxito más que el hecho de salir a tocar. Y a veces ni siquiera salir a tocar. Faltaría un poco para que extraños y originales afiches asaltaran la ciudad sugiriendo que se podía combinar el espíritu punk con una mirada más sofisticada. “Me saqué la lotería. Estoy tocando en la banda de la cual soy fan”, pensó instantáneamente. Originalmente, eso que supo llamarse Benji Gregory giraría en torno a sus canciones. Pero igual que en la actualidad, donde cada uno tiene su proyecto, Willy, Manuel y Gusti cederían ante las creaciones de Chango. “¿Cómo que nunca habías hecho canciones?”, preguntaba azorado Manuel a aquel pibe fan de Ramones, Embajada Boliviana y Demencia. ¿Cómo no las había escrito nadie antes? Esa sensación de familiaridad y a la vez de sorpresa, la clave para que una canción se instale en el inconsciente colectivo. Como si siempre hubieran estado ahí, pero ocultas o desordenadas o sencillamente de otra forma. Y Chango acomodando en dos o tres movimientos los elementos para llevarlas a un lugar inédito. Mejor dicho, Chango, Manu, Gusti, Willy y luego Chatrán. Porque ellos estaban ahí, sí, como esas canciones. Pero tuvieron que conducirlas y darles un sonido que, innegablemente, marcó y sigue marcando época. Aunque Manuel crea que el sonido es secundario ante la canción. Es cierto que desde los pequeños recitales y las noches de “jugo Laptra” (que “te comía el hígado”) hasta las grandes giras internacionales y el adictivo Dr. Pepper del Sonic Ranch, ese sonido se ha pulido. Pero ha evolucionado sin perder aquella sensación primaria. Entre Velvet, Can, Ramones y Weezer, ciencia ficción y apocalipsis, mantras existenciales y estribillos épicos… y más y más. La que pilas de reseñas y notas alabadoras de prensa quizá puedan explicarlo. Quien escribe estas líneas (y si se le permite por primera vez incluirse en una nota) siempre desconfió de la prensa musical y las “escenas”. Y así fue a verlos por primera vez más de una década atrás. Reconoció la cara de Chango, de algún lugar, pero sin saber quién era. Mucho menos si él componía. Vio a cuatro pibes mirando para abajo o para cualquier lugar. Sonó una canción y de pronto su piel se erizó. Luego se enteró del título: “Guitarra comunista”. Una explosión en la piel. Eso es El Mató A Un Policía Motorizado, la banda que toca las canciones que alguien tenía que escribir.

Formemos una banda de rock&roll

Manuel Sánchez Viamonte, guitarrista, expresa con tono calmo: “El crecimiento de la banda siempre fue muy gradual en cuanto a popularidad. Todos lo vivimos de modo natural. Mi sueño era tocar. Después es como que todo lo que vino ya estaba bien. Flasheé bocha. Pero no es que estoy diciendo: me gustaría llegar a tal lado, hacer esto. Ya cumplí lo que quería hacer. Después, obvio, hay metas en el día a día. Pero ya estoy realizado”.

“En ese momento ir bien qué era. Nadie pensó que íbamos a vivir de esto. No estaba ese pensamiento. Igual, cuando empezamos a tocar esas canciones dije: esto está bueno, posta. No es joda. Yo me daba cuenta de que tocaba canciones y me emocionaba.” La retrospectiva, sin ánimo de melancolía, vislumbra la admiración por sus compañeros y amigos: “La banda se conformó cuando vino Gusti. Había vendido su guitarra y se había puesto a estudiar viola. Que también era un prodigio. Chatri es el más formado. Gusti era más natural. Y es increíble la evolución. Al principio era virtuoso pero era más de otra onda. Fue cobrando más vuelo con el paso de los discos. Willy también. Siempre digo que podés tocar un acorde solo y te hace una canción con los cambios de ritmo y los va llevando”.

“Sueño el triunfo de alguien que lo merece”, entona como un toro herido Santiago Barrionuevo. Algo distintivo de la banda es el cariño y el sentimiento de pertenencia que genera entre otros músicos o espectadores. “Mucha gente siente identidad por ahí con nosotros. Me acuerdo cuando salimos en la tapa de Rolling Stone o de Inrockuptibles, era como un triunfo de todos. Era como si ellos salieran ahí. Y eso está buenísimo. Por suerte hay más cariño que detractores.”

Nuevos discos

La Síntesis O´Konnor supuso no sólo un salto de calidad, otro paso de popularidad y una apertura sonora, sino también una experiencia muy distinta a la de álbumes anteriores. “Siempre estuvimos sacando discos, queríamos sonar lo mejor posible. A medida que teníamos los recursos, pudimos ir accediendo a instancias mejores de equipo y de calidad de sonido. Lo trabajamos muchísimo más que los anteriores. Casi dos años antes de ir al estudio que armamos en una casa que le alquilamos a la hermana de Chango. Grabamos las canciones, las volvíamos a escuchar. Metíamos arreglos, con Gusti nos juntamos mucho más para intentar que las guitarras se complementen. Probábamos cosas. Cuando llegamos a grabar ya lo teníamos bastante listo.”

Sánchez Viamonte recuerda con fascinación la experiencia de grabar en Sonic Ranch, ubicado en Texas y considerado el complejo de estudios residenciales más grande del mundo. “Fue el sueño del pibe. Está en un campo de nueces. El dueño es un multimillonario y su familia es de los mayores exportadores de nueces pecán del mundo. Y es un melómano. Compró montones de equipos no sólo buenos sino medio legendarios. Nosotros grabamos con la consola que era de Madonna, las guitarras de no sé quién.” Manuel se emociona cada vez más: “El estudio este que eran varios estudios. El nuestro estaba en un granero viejo. Teníamos nuestra casita, nos hacían el desayuno, yo me hice adicto a la Dr. Pepper. Estábamos todo el día en el estudio. No había otra cosa que hacer. Había un aro de básquet y por ahí tirábamos unos tiros. Los primeros días la cara de felicidad de todos, agarrando los instrumentos, excitados, corriendo de un lado a otro. Yo tengo ese recuerdo como de algo re lindo”.

Tenés lo que vos querías

Con más espacios para los teclados y menos distorsión, las guitarras comenzaron a funcionar distinto. Pero siempre al servicio de la canción: “La canción. El sonido solo… es agradable. Pero la canción te deja algo. Por ejemplo, está esa cuestión del lo-fi. Muchos enarbolan la bandera del lo-fi como un estilo de vida. Y está perfecto. Pero si no hay canciones detrás, puede ser lo-fi o hi-fi y no pasa nada. A nosotros nos gusta mucho Guided By Voices que suenan lo-fi y tiene canciones tremendas. Las canciones siempre. Pienso lo mismo. Sobre todo con los clásicos. Algo que es universal… vos ponés por ejemplo un tema de Bob Marley y lo hacés reggae, heavy metal, pop, folclore. Y va a estar bueno siempre. Lo mismo con Kurt Cobain y con grandes popes. Son el género en sí. Hay algo que trasciende. Y eso es la canción, la melodía”.

Las canciones… y las guitarras. ¿Por qué insistir con ellas en tiempos de ableton, pistas, hi hats en tresillos y autotune? “No sé si será generacional o que. Pero hay una vibra que te transmiten las guitarras que no está en otras cosas. Están buenísimas las bases y la cuestión esa, pero por ahí le saca un poco esa humanidad con sus virtudes o defectos. No quita que esté buenísimo. Y que por ahí genere o represente cierto sentimiento de la época. Pero creo que la guitarra va a existir siempre.” Todo indicaría, entonces, que El Mató también lo hará: “Me cuesta mucho proyectar. Siempre me pasó. No sé si es algo bueno o algo malo. Por momentos está bueno que no tenga expectativa… Nunca me puse a pensar. Pero me imagino que sí. Sí, con los chicos. Siento eso. Ojalá. Ser como los Rolling Stones. Es nuestra vida. Vamos a tratar de hacerlo todo el tiempo que podamos”.


 

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