“El informe del FMI es profundamente ideológico”

Por José Manuel Welschinger Lascano

Recuperando el terreno que había perdido en la política argentina, el Fondo Monetario Internacional presentó nuevamente un informe con sus recomendaciones respecto del rumbo que la economía local debería tomar. A once años de la decisión del Presidente Néstor Kirchner de negarse a la revisión de las finanzas nacionales del país y luego de reiteradas quejas al organismo respecto del efecto perjudicial que producía en el progreso del bien público, el máximo organismo financiero mundial volvió a redactar su ya famoso informe.

Entrevistada por Contexto, la doctora en economía por la Universidad de Buenos Aires Noemí Brenta, especializada en la relación entre Argentina y el FMI durante los últimos sesenta años, resumió los puntos destacados en el informe, a la vez que explicó por qué el organismo internacional no considera que el país se encuentre atravezando ninguna crisis.

-¿Qué se podría destacar, respecto del contenido del nuevo informe presentado por la comisión del FMI, para sintetizar cuál es la perspectiva del organismo acerca de Argentina?

-Lo más notable del informe es que sostiene que la economía argentina está bien, a pesar de que la percepción de la gente actualmente indica todo lo contrario. Estamos en recesión, con una distribución del ingreso negativa, empresas con ventas a la baja e inflación altísimo; y ante todo esto, la percepción del FMI es que todo anda muy bien, y que vamos por el buen camino.

-¿Y respecto de las críticas realizadas?

-Son muy críticos con el Gobierno anterior, lo que es lógico, porque todo lo que dice su informe responde a un discurso profundamente ideológico. Los poderes políticos y económicos que determinan la mirada del Fondo Monetario Internacional celebran, por ejemplo, que el tipo de cambio esté controlado por el mercado, cuando en realidad lo que tenemos es un tipo de cambio flotante, con administración sucia, donde lo único que cambió es que ahora se pueden comprar y vender dólares con libertad. Eso es cierto, pero la verdad es que el Banco Central mantiene atrasado el tipo de cambio, con tasas de interés altas, para contener la demanda de dólares a expensas de un elevado costo fiscal.

-¿Es decir que el Estado continúa invirtiendo recursos para evitar que se devalúe la moneda?

-Claro, pero el Fondo eso no lo dice, por afinidad política con este proyecto, y porque le agrada que estemos regresando al mercado de divisas.

-Es decir que no sería cierto que el dólar esté «liberado».

-Nadie puede afirmar que el tipo de cambio sea de equilibrio, porque el resto de las variables no lo muestran así. Las tarifas de los servicios públicos, ellos celebran, se han acercado a los precios internacionales; pero eso no es bueno, porque los ingresos de los argentinos no son internacionales. Además, ¿cuáles son los parámetros de la comparación? ¿Los salarios de Alemania, o los de un país africano? El mundo es muy amplio, y esto sólo apunta a decir que el nivel de tarifas satisface a las empresas extranjeras para hacer inversiones en el área de energía; pero los consumidores no pueden pagar ese nivel de tarifas.

-¿Por qué sería un error llevar las tarifas a niveles de precio «internacional»?

-La economía argentina, que vive del mercado interno como cualquier otra economía mediana, como cualquier otra economía latinoamericana, no puede pagar tarifas internacionales. Las pymes no pueden, y el empleo tampoco aguanta estas tarifas. Lo que se ve es que esas tarifas están pensadas sólo en relación con la ganancia de las empresas internacionales. Eso claramente no es pensar en una economía para todos.

-¿Qué otros aspectos elogia el informe acerca de la gestión actual?

-El acuerdo con los acreedores, con las condiciones de los buitres, es otro de los puntos celebrados en el informe. Para los Gobiernos argentinos desde el retorno de la democracia, la subordinación de la política al mercado de capitales ha sido siempre un flagelo. El pueblo estuvo treinta años de rodillas ante el capital financiero, que nos imponía condicionamientos cada vez más duros; y en ese proceso traumático para el país, el FMI fue quien gestionó con los bancos internacionales las condiciones de nuestro endeudamiento.

-¿Cómo fue que el FMI consiguió tener esa influencia en la política local?

-La dictadura consiguió elevar los márgenes de endeudamiento gracias a todo su dispositivo represivo, y luego quedamos atados a esas condiciones. Nuestra política económica y social quedó ligada directamente a los intereses del sector financiero internacional. En estos momentos, deberíamos preguntarnos como sociedad si eso es lo que queremos nuevamente.

-Respecto de la apertura económica mencionada en el informe, ¿se puede sostener que sea un factor positivo para el país?

-La «apertura» de la que habla el informe es sencillamente la libertad para el sector más concentrado, de fugar sus ganancias y no tener que liquidar las divisas en el Banco Central. Como economista, considero que ese camino es malo para el desarrollo; y como argentina, no es lo que quiero para el futuro de mi país.

-¿Cuáles son los riesgos que implicaría para la sociedad argentina el regreso al endeudamiento externo?

-Una deuda más grande genera intereses más grandes que pagar, y a medida que aumenta la deuda externa crecen también el gasto y el endeudamiento interno; es decir, volvemos hacia las políticas de reducción del gasto público, todos menos el pago de intereses. Eso significa menos inversión en desarrollo, en cultura y en educación para los argentinos.

¿Qué se destaca en el informe respecto de la situación financiera?

-Se recomienda la implementación de metas de inflación de mediano plazo, nuevas metas fiscales, y un esquema financiero moderno. No es un esquema moderno de lo que se habla, sino simplemente de un esquema neoliberal, donde el Banco Central queda reducido a un simple custodio de la inflación; a diferencia de la reserva federal, y de lo que dice la nueva carta orgánica del BCRA, ahora el único objetivo del organismo está en actuar como un gendarme para cuidar el tipo de cambio, y así proteger las ganancias de los sectores exportadores.

No importa si se enfría la economía, o si se agudiza la recesión; sólo les interesa mantener cubierto el tema de sus metas de inflación. Por otra parte, esos objetivos no los han logrado ni los van a lograr, porque los aumentos progresivos de las tarifas van a continuar alimentando la inflación; y cuando nuevamente se devalúe la moneda, eso también va a profundizar los niveles de inflación argentina.

-¿Por qué cree que el informe no advierte sobre estos riesgos?

-Más allá de la cuestión fiscal, lo que tenemos aquí es un Estado que alimenta la inflación. Sin embargo, se le adjudica toda la responsabilidad al Gobierno anterior, y se elogian todas las medidas de la actual gestión. Eso es puramente ideológico y sesgado, y demuestra que Néstor Kirchner tuvo la razón cuando no permitió que el FMI publicara el artículo IV de su informe en el año 2006; considerando que el sesgo ideológico de ese informe era perjudicial para los intereses del bien común del país.

-Respecto de las inversiones, el Gobierno insiste que el camino está en la recuperación de la «confianza». En una entrevista anterior, usted ya había mencionado que esa lectura proviene de un sesgo ideológico, que tiene la noción del mercado como óptimo colocador de recursos, por encima del Estado. ¿Esa es la óptica con la que el FMI eleva sus recomendaciones?

-Ese es su punto neurálgico: la cuestión de la confianza. Aclaremos que en ese discurso no hay ningún elemento novedoso; nada que no se venga escuchando hace ya cincuenta años en el recetario económico. Se supone que la confianza de los mercados atrae al capital financiero para facilitar préstamos, y a la inversión extranjera para arriesgar capital en emprendimientos que hacen crecer a una economía; esa es la idea, que no acompaña a la realidad. Lo que sucede es que, cuando hay recesión, no hay inversión; o solo hay inversión para garantizar la exportación de recursos naturales.

-¿Cuales son los indicadores que apoyan esta lectura?

-El fracaso del blanqueo de capitales demuestra que la «confianza» nunca garantiza las inversiones. observando ese caso, podemos ver que ni los propios argentinos que tienen un PBI entero depositado en el exterior se arriesgan a repatriar esos capitales porque saben que no es seguro. Todos, los nacionales y los extranjeros, están esperando a ver qué sucede; y el informe del Fondo es sólo un documento para respaldar políticamente los intereses de un sector beneficiado por este Gobierno.

-¿A qué se refiere el término «economía de la oferta»?

-La economía de la oferta es algo que nos están tratando de vender desde los años ochenta, para bajar los impuestos de las empresas y para castigar tanto al trabajo como al consumo. Ellos decían que nuestro consumo era «demasiado alto», pero nunca señalan que ese consumo coexistió con un 30% de pobreza. ¿No hay una contradicción en esa lectura? Entonces, está mal distribuido, o hay que distribuirlo mejor.

-Y respecto del reciente incremento de la pobreza, ¿qué dice el informe del FMI?

-El Fondo no se expresa al respecto de la pobreza, ni de la desigualdad. Ellos sólo señalan que el Gobierno debe levantar los impuestos que consideran distorsivos para estimular a la economía de la oferta. Pero los productores no producen si no pueden colocar sus productos en el mercado, y el mercado principal aquí es el mercado interno; si lo anulan o lo reducen, mediante la caída del salario real o la apertura importadora irrestricta que le genera una competencia desmedida, las inversiones no llegan.

-Estas recomendaciones del Banco Mundial, ¿podrían funcionar si se produjera una completa transformación de la economía local? ¿Podría funcionar si Argentina se pareciera más a otros países?

-De todas las economías que tienen implementados planes del Fondo, ninguna crece. En general, el mundo está en crisis y cada nación se repliega sobre su mercado interno; pero observando a los países que siguen las recomendaciones del FMI, se puede ver que todos están peor que aquellos que no las siguen.

-Entonces, ¿cuáles cree que deberían ser las recomendaciones para que la Argentina efectivamente mejore su situación económica?

-Lo que hace falta es generar políticas constructivas. No lo digo por tomar una posición partidaria, sino leyendo las medidas implementadas: todas giran en torno a la destrucción de políticas anteriores, y ninguna hacia la creación de nuevas políticas. Ningún Gobierno puede, ni pudo, progresar por ese camino.


Noemí Brenta es doctora en Economía por la Universidad Nacional de Buenos Aires. Entre sus distintas publicaciones, se destaca Historia de las Relaciones entre Argentina y el FMI (Eudeba, 2014).

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