Guillermo Francella sostuvo que el cine independiente “le da la espalda al público”, a pesar de ser “muy premiado”. Curiosa forma de considerar a sus colegas y, en cierto modo, a sus compañeros de equipo detrás de Homo Argentum.
Dejemos por un lado la discusión literal de números, dado que es muy difícil medir los espectadores de películas que trascienden en el tiempo como “La Ciénaga” y que nunca fueron un “suceso” en las grandes cadenas. Dejemos también la burrada que atañe al cine la noción de gasto y no de industria que da trabajo como cualquier otra…o más. Entraríamos en una utopía totalitaria que ni el más rampante stalinismo y comunismo tuvo, pero sí propone este gobierno: si no es útil es un curro. Entonces deberían prohibirse las camperas Nike o la Coca Cola, porque alcanzaría con ropa cómoda y abrigada de color neutro o tomando agua. Ah, no, pero el cine, que alimenta familias, es un lujo burgués. Ahí ingresaríamos en la producción de sentido y concretamente-tratándose del prestigioso cine argentino- de una marca identitaria que claramente preocupa a los odiadores seriales de esta tierra que gobiernas.
Pero cuando se trata de un éxito y detrás de él hay un discurso misántropo en sintonía, bien vale la pena hacer tres proyecciones con mandatarios que deberían estar resolviendo otros problemas. Esto sí esta bien hecho, esto no es un curro. Pero…¿Quiénes son los que lo saben hacer? ¿Y dónde aprendieron a hacerlo?
Mariano Cohn y Gastón Duprat emergieron del videoarte, el cine experimental y los documentales autorreferenciales. Proyectos como Enciclopedia se realizaron con mínimos recursos y fueron presentados en el BAFICI, marcando el estilo irreverente y autoral que sostienen hoy en su cine.
Anabela Lattanzio, la editora, se formó en la Escuela Profesional de Cinematografía (2002), sacó su título en Dirección de Montaje en la ENERC (2006) y luego estudió Artes Audiovisuales en la UNA desde 2010. Ha trabajado en más de 30 largometrajes, fue nominada al Premio Sur por Mi obra maestra, es cofundadora de la Asociación Argentina de Editores Audiovisuales (EDA) y miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Podríamos citar nombres que erigieron la película: Leo Resende Ferreira (fotografía), Gustavo Triviño (cámara), Federico y Matías Mercuri (música) o Tomás Ramos y Nicolás Volonté (sonido)… ¿hace falta desarrollar todo su currìculum? Seguramente hallemos gran parte de su experiencia en documentales, cortos y otras producciones independientes —espacios donde florecen los técnicos antes de insertarse en proyectos con alcance comercial.
El equipo de Homo Argentum como el tantas películas no nació en la industria masiva, sino en el cine independiente. Sus dirigentes, montajista y vestuarista—formados en circuitos autorales, festivales, escuelas especializadas y producciones no comerciales—son prueba tangible de que el cine independiente no le da la espalda al público: construye el talento que luego conecta con él. Y ese talento forja una industria prospera que el gobierno no desfinancia por improductiva sino por inconveniente a su discurso magro y básico.