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Crimen de las 185 puñaladas: “Ellas no son asesinas, son víctimas”

Durante años Paola Córdoba (38) denunció cómo Alberto Naiaretti (64), su marido y padre de sus cuatro hijos, la sometió a violencia psíquica y física. Fueron más de veinte las denuncias que hizo en los veintidós años que duró la pareja. Él la maltrataba, le pegaba, la violaba y la obligaba a prostituirse. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ella se defendió y lo mató a puñaladas, con la ayuda de Milagros (18), su hija mayor, en su vivienda de José C. Paz.

“Yo maté a mi marido porque sabía que me iba a matar”, declaró Paola, horas después de llamar al 911 para avisar que había matado a Nairetti junto a su hija. Desde entonces, ambas se encuentran detenidas a la espera de que la Justicia tenga en cuenta la violencia de género a la que eran sometidas.

Los abogados de las mujeres pidieron la excarcelación extraordinaria. El juez de Garantías Alberto Brizuela ordenó que se haga efectiva la liberación, pero sin presentarse a la audiencia este lunes, la fiscal Silvia González Bazzani apeló la medida y madre e hija continúan aún detenidas.

Entre los argumentos de González Bazzani para apelar, destaca que las denuncias de Córdoba no fueron comprobadas, al tiempo que entiende que hay riesgo «de fuga y entorpecimiento probatorio» por parte de las acusadas.

“La apelación es débil. No tienen argumentos para que ninguna de las dos siga detenida. No hay ningún tipo de peligro procesal ni de entorpecimiento de la causa. Fue la misma Paola la que llamó a la policía y contó lo que sucedió esa noche”, explicó a Contexto el abogado Andrés López.

Según el relato de Paola, el día 8 de marzo, mientras miles de mujeres se agolpaban en las calles en una nueva edición del paro internacional, Naiaretti la obligó a prostituirse una vez más. Así pasó su día ella, y cuando llegó le dijo que no quería hacerlo más. Él entonces comenzó a amenazarla. “No te duermas porque te voy a matar a vos y a tus hijos”, advirtió Naiaretti, y agregó: “Tenés que agradecer que no los violo”.

Según advierte López, fue tanto el miedo que le infundió ese día, que Paola decidió defenderse y su hija Mili la ayudó al ver que la vida de su madre corría riesgo.

Durante la audiencia relataron estos hechos y las constantes situaciones de violencia a la que eran sometidas: violaciones, golpes, torturas y violencia psicológica. En esto se basó la defensa para pedir la excarcelación y que ambas mujeres esperen el juicio en su casa. “El argumento que se presentó para la excarcelación extraordinaria tuvo que ver con esto, con empezar a mirar los casos con esta perspectiva histórica de género”, explicó el abogado.

Sin embargo, la fiscal hizo caso omiso y apeló, señalando no sólo que las denuncias no habían sido corroboradas, sino que Paola no aceptó ayuda. «De las situaciones de violencia ocurridas entre las partes no surge que las mismas se hubieran producido como dice la defensa y las imputadas, sino antes bien sí, se vislumbra que entre ambos existía una relación conflictiva y de celos constantes y que el Estado, a través del Juzgado de Paz y la DINAF (Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia) ha tratado de darle a Córdoba respuesta a su problemática y concientizarla sobre el riesgo al cual se hallaba expuesta», sostiene González Bazzani en la apelación.

Para el abogado de Paola, y para testigos que se presentaron, esto es falso, no sólo por los constantes pedidos de ayuda de la mujer al Estado e incluso a clientes y vecinos, sino porque la situación no se reducía a una “relación conflictiva”, sino que Naiaretti ejercía violencia de género sobre ella y su hija. “Él era extremadamente celoso, la excluyó de todo el ámbito social y familiar y la incluyó en su vida, solamente en su deseo, incluso ella cumplía todos sus deseos los sexuales. Paola era abusada por este señor”, explicó López.

“Nadie vio que ahí había criaturas, que ahí había menores, ningún organismo de Niñez se hizo presente, y si hubo alguna intervención fue insuficiente. Y esa insuficiencia llevó a que Paola se tuviera que defender y defender la vida de sus hijos: porque esa noche la iba a matar a ella y a sus cuatro hijos; hoy estaríamos hablando de cinco personas muertas”, agregó el abogado.

Tras la apelación de la fiscal, ahora será la Sala N° 1 de la Cámara de Apelaciones y Garantías la que determine la excarcelación. Para el abogado, “nunca perdimos la esperanza y la fe, sobre todo por la gran movilización de mujeres y hombres que siempre confiaron en Paola y Milagros”. Una movilización que seguirá más allá de la excarcelación, durante el juicio, marcando una clara postura: “Ellas no son asesinas, son víctimas”, concluyó López.


 

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