Lo que las estadísticas venían alertando en los últimos años tuvo su dramática expresión días atrás en Quilmes, cuando fallecieron dos personas que habían contraído tuberculosis, una enfermedad en sostenido ascenso en todo el país sin que las autoridades sanitarias hayan tomado medidas concretas para detener su curva creciente.
Si bien los especialistas la consideran como una enfermedad de carga moderada, en nuestro país continúa representando un problema de salud pública. Según el Boletín sobre Tuberculosis en la Argentina Nº 1, publicado por la Secretaría de Gobierno en Salud en marzo de 2018, se notificaron 11.560 casos en 2016 “y la tasa de notificación de casos de TB aumentó nuevamente con respecto a 2015: de 24,9 a 26,5 por 100.000 habitantes”, lo que determinó “cuatro años consecutivos de aumento sostenido de la enfermedad, a lo que se suma un incremento de casos de tuberculosis en grupos jóvenes”.
Ese año se registraron 757 muertes por TB en la Argentina, un 5% más que en 2015. El 17% de los casos fueron en menores de veinte años, y seis de cada diez personas que contrajeron la enfermedad fueron varones. En tanto, la mortalidad por tuberculosis fue mayor en varones que en mujeres: 65,2% y 34,8%, respectivamente.
Ese año se registraron 757 muertes por tuberculosis en la Argentina, un 5% más que en 2015. El 17% de los casos fueron en menores de veinte años, y seis de cada diez personas que contrajeron la enfermedad fueron varones. En tanto, la mortalidad fue mayor en varones que en mujeres: 65,2% y 34,8%, respectivamente.
En un informe similar pero presentado este año, se consignó que los casos notificados en 2017 aumentaron a 11.695 en todo el país, y se produjeron 706 muertes, 51 menos que en 2016. De nuevo, fueron más los casos entre varones (63%) que entre las mujeres, con un 37%. En tanto, la tasa de notificación de la enfermedad se mantuvo en 26,5 por 100.000 habitantes. En ese período, los decesos por tuberculosis fueron la tercera causa de muerte por enfermedades infecciosas después de las defunciones por sepsis (10.228) y el sida (1.458).
Como siempre, detrás de los helados números se esconden las muertes que podrían haberse evitado. Y eso es lo que mostraron los casos de Quilmes: las vidas truncas de un joven de 18 años y de una mujer de 38, quien además era madre de tres hijos.
Todavía existe la creencia de que se trata de una enfermedad del pasado y circunscrita a las personas pobres. Nada más errado. El muchacho fallecido el 15 abril en el porteño hospital Muñiz asistía al Colegio Santa Teresita del Niño Jesús, una institución educativa privada de Ezpeleta. La mujer murió el domingo 21 en el quilmeño hospital Iriarte, y residía en el barrio cercano San Francisco Solano. “Descartamos que haya un brote” en el distrito, se apuró en aclarar Miguel Maiztegui, secretario de Salud de Quilmes. Y desde la Dirección de Epidemiología del municipio aclararon que ambos casos «no están asociados». Es decir, que no hubo contagio entre ellos.
“Hay una gran responsabilidad de los gobiernos nacional y provincial en el deterioro de las condiciones socioeconómicas que contribuyen al aumento de los casos de tuberculosis”, criticó Jonatan Konfino, miembro de la Fundación Soberanía Sanitaria.
El especialista añadió que “hay responsabilidad también porque durante el año pasado y el anterior faltaron medicamentos para tuberculosis en muchas oportunidades, lo que los obligó a hacer compras de urgencia por desabastecimiento, y esto generó una interrupción en los tratamientos, lo que dio lugar a más casos de tuberculosis multirresistentes que son más agresivas y graves”.
“Es una enfermedad que no es nueva, que está presente y de la que se habla poco, pero cuando suceden estos casos generan alarma y angustia por disconceptos que hay detrás de la tuberculosis. Que tenga relación con la pobreza no es la única variable”, explicó Raquel Sarobe, la coordinadora del programa de tuberculosis de la cartera sanitaria provincial, a cargo de Andrés Scarsi.
“Si hablamos de los casos de Quilmes, deberíamos hablar de otros municipios que están en la misma situación, ya que tenemos casos en toda la provincia. En el Conurbano, los habitantes por kilómetro cuadrado son 2.400 y en algunos casos de hasta 10 mil, versus los que no son del Conurbano, que tienen diecisiete habitantes por kilómetro cuadrado”, argumentó la funcionaria.
“Entre el 40 y el 50% de los casos a nivel nacional pertenecen a la provincia, y eso tiene que ver con la densidad poblacional. Hoy la tuberculosis está asociada a las grandes urbes, y con la contagiosidad a partir de las vías aéreas de las personas”, detalló Sarobe.
Para el especialista en neumonología del hospital bonaerense Cetrángolo, Eduardo Giugno, “es sorprendente que la ciudad de Buenos Aires tenga mayor cantidad de casos que el Conurbano”, y agregó que “la enfermedad generalmente tiene que ver con el hacinamiento, las malas condiciones de vida, las adicciones o el HIV”.
“Esta enfermedad está muy asociada a la pobreza, pero eso no significa que no se pueda enfermar el rey de Inglaterra: se puede enfermar cualquiera, pero si uno ve las cifras, por lo general los casos se dan más entre las personas que viven en peores condiciones”
“Esta enfermedad está muy asociada a la pobreza, pero eso no significa que no se pueda enfermar el rey de Inglaterra: se puede enfermar cualquiera, pero si uno ve las cifras, por lo general los casos se dan más entre las personas que viven en peores condiciones”, aseguró Giugno, quien también es profesor adjunto de Neumonología en la UBA.
El mes pasado, la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria manifestó su preocupación al difundir un comunicado titulado “Tuberculosis: las cifras nacionales continúan en aumento”. María Cristina Brian, quien es la coordinadora de la Sección Tuberculosis de la entidad, aseguró que “el grupo etario que mayor crecimiento ha tenido es el de los adolescentes de entre 15 y 19 años. Estos a menudo se presentan con infección tuberculosa, producto generalmente de los múltiples contactos que tienen en su vida de relación social, en su medio ambiente y en las diferentes instituciones educativas a las que concurren. Esto en particular requiere hoy más que nunca un estudio exhaustivo de los contactos de los enfermos con tuberculosis”.
El Programa Nacional de Control de Tuberculosis y Lepra fue puesto en funcionamiento el 6 de mayo de 2014. Hoy se encuentra bajo la órbita de la Dirección de Sida y ETS de la degradada Secretaría de Salud a cargo de Adolfo Rubinstein. Tiene como meta controlar la enfermedad desde una concepción de derechos humanos evitando la discriminación y la estigmatización, entendiendo que la tuberculosis es una enfermedad social, contagiosa y curable, en la que interviene un agente infeccioso, el bacilo de Koch.
La forma más común de la tuberculosis es la pulmonar. La vía de contagio más frecuente es por la inhalación del bacilo que una persona enferma transmite a través de la tos o el estornudo, o a través de una conversación entre dos o más personas hasta cinco metros de distancia entre sí.
El Calendario Nacional de Vacunación de nuestro país incluye la vacuna BCG, que se aplica para proteger de las formas graves de tuberculosis a los recién nacidos, antes de que egresen de la maternidad.
“Hay que perderle el miedo a la palabra tuberculosis, y sus síntomas suelen estar muy solapados: hay que estar alerta al cansancio, el desgano y la pérdida de peso. Toda persona que tenga tos y expectoración por más de 15 días seguidos debe realizar una consulta médica, y máxime en esta época en la que circulan todos los virus respiratorios”, concluyó la infectóloga Sarobe.
¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?
Muchas personas infectadas no presentan síntomas de la enfermedad, lo que facilita su transmisión. Los más habituales son:
- Tos persistente (a veces con sangre)
- Dolor en el tórax
- Debilidad o cansancio
- Pérdida de peso
- Falta de apetito
- Fiebre
- Escalofríos
- Sudoración nocturna
Ante alguno de estos síntomas, debe consultarse al médico.