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Clarín organiza el “Partido del Capital” post Milei

El cártel empresarial que lleva el nombre del principal diario argentino intenta “mimetizarse” con el pueblo, hacer que sienta empatía con sus intereses. Cómo intervino en la política nacional en las últimas cinco décadas. La Asociación Empresaria Argentina (AEA) y los planes de las élites capitalistas.

Por Miguel Croceri (*)

El diario Clarín publicó su número 1 el 28 de agosto de 1945. (Sin que nadie imaginara que un mes y medio después, el 17 de ocubre, se produciría el acontecimiento de masas fundacional que marcaría la historia futura de Argentina: la movilización popular a Plaza de Mayo de la cual emergió el liderazgo de Juan Domingo Perón y que dio lugar a la creación del justicialismo/peronismo).

Hace pocos días se cumplieron 80 años de la aparición del diario. Con ese motivo, y como parte de distintas actividades auto-celebratorias, la empresa organizó el lunes 1 de septiembre una gala en el teatro Colón de Buenos Aires.

“La sociedad argentina, protagonista del festejo por los 80 años de Clarín”, fue el título principal de la edición en papel del diario al día siguiente, el martes 2. (Como se puede apreciar en la imagen que ilustra esta columna de opinión).

De inmediato y en el nivel gráfico inferior, en la frase que dentro del argot periodístico se denomina “bajada (de título)” y que cumple la función de ampliar la titulación y anticipar el contenido del texto, dice: “Políticos, empresarios, quince gobernadores, intendentes y figuras de la Justicia, del espectáculo, la cultura y el deporte celebraron en el Colón”.

Si se observa con atención el uso del sustantivo “sociedad”, puede inferirse que el mismo no se corresponde con lo que indica la descripción posterior, y que en cambio, para expresar nítidamente lo sucedido se debería reemplazar por el concepto de “poder” o “poderes”.

O sea que el título más apropiado e informativamente más pertinente, el más ajustado al hecho celebratorio realmente ocurrido, probablemente tendría que haber sido así: “Los poderes argentinos, protagonistas del festejo por los 80 años de Clarín”.

“Políticos, empresarios, quince gobernadores, intendentes y figuras de la Justicia”, son referencias a los poderes públicos o corporativos que determinan las condiciones en que se desenvuelve la vida personal, familiar, laboral, educativa, etcétera del conjunto de las argentinas y argentinos. Por el contario, “la sociedad” allí no está necesariamente expresada.

Tampoco en la descripción complementaria que alude a figuras “del espectáculo, la cultura y el deporte”. Cualquiera de los personajes inluidos en ese grupo negarían rotundamente tener algún tipo de “poder”, pero esa es una forma superficial de analizar su verdadero rol. No ejercen ningún poder “formal”, es cierto.

Pero sí ejercen el poder de una enorme influencia sobre prácticamente toda la población, por ser figuras predominantemente famosas, conocidas -y reconocidas, y por lo general admiradas y tal vez amadas- por millones y millones y millones de otros seres humanos, y también muchas veces (aunque no siempre) poseedoras de fortunas multimillonarias y lujos que jamás serían accesibles para cualquier ciudadana/no o familia de clases sociales bajas y medias. O sea para las bases de “la sociedad”.

Y cuyas costumbres, opiniones, gustos, preferencias, modas, y hasta el mismísimo interés que despiertan no solo su actuación pública sino también sus vidas privadas y privadísimas, le otorgan un lugar y una función de relevancia social que son incomparables con la abrumadora mayoría de las personas comunes del pueblo. (Una crónica de la gala en el Colón centrada en las figuras del arte, el entretenimiento y la farándula, puede verse en el sitio web Ciudad Magazine. Nota del 02/09/25).

Estas observaciones no implican -al menos en muchos casos- algún tipo de descalificación o demérito hacia personajes públicos queridos/as o queribles por su desempeño en el espectáculo, la cultura y el deporte, sino un enfático señalamiento de particularidades que los ubican en roles sociales muy diferentes del colectivo humano habitualmente llamado “la gente”. Aunque en sentido estricto, y por el hecho mismo de ser personas, también sean parte de la gente.

En la últimas cinco décadas

La importancia de criticar la tapa de Clarín según la cual “la sociedad argentina acompañó” el festejo por sus 80 años, es advertir sobre el contrabando ideológico de sus mensajes. La compañía editora del diario, componente a su vez de un conglomerado empresarial que es uno de los más poderosos del país, busca “mimetizarse” con el pueblo, parecer igual que el conjunto social, hacer que el público sienta empatía con esa marca comercial y sus productos. Pero nada está más alejado de la realidad.

El poderío económico y comunicacional del Grupo se orienta desde siempre a defender tanto conveniencias propias como de las clases sociales privilegiadas y de sectores corporativos y políticos afines. Constituye un pilar básico del verdadero “Partido del Capital”, que no compite en elecciones sino que maneja hilos del poder desde las sombras en función de sus intereses, en contra de las fuerzas y liderazgos que representan a los intereses nacionales y populares.

Es por eso que en las últimas cinco décadas (resumiendo en extremo ese periodo histórico), al principio fue partícipe de la dictadura genocida, luego presionó y combatió al gobierno democrático de Raúl Alfonsín, a continuación fue propagandista y beneficiario de la primera “destrucción del Estado desde adentro” perpetrada por el gobierno de Carlos Menem -gracias a lo cual Clarín se apoderó de los medios de comunicación más poderosos de la época, como Canal 13, Radio Mitre y la entonces incipiente expansión de la televisión por cable-, tras lo cual se mantuvo sin problemas bajo la continuidad neoliberal de Fernando de la Rúa.

Después de la quiebra económica y el estallido social de fines de 2001 y en el transcurso de 2002, durante el interinato presidencial de Eduardo Duhalde, el conglomerado mediático fue gestor y una vez más beneficiario de legislaciones y medidas oficiales, para sostener y acrecentar su volumen empresarial y su influencia sobre la sociedad.

(El diario Ámbito, que en esa época era propiedad del empresario derechista Julio Ramos, publicó en aquel entonces que “el monopolio Clarín impuso una ley de Quiebra a su medida”. A tal punto que en los mundillos politizados y del poder corporativo se conoció a esa norma como la “ley Clarín”. Ámbito explicó en una nota que “las presiones del monopolio de prensa habían comenzado hace tiempo para encontrar un nuevo camino que permitiera al grupo de la familia Magnetto-Noble escapar de acreedores extranjeros y también nacionales, para hacerse cargo de las empresas concursadas a cambio de sus abultadas deudas. Beneficio que no alcanzará al resto de las empresas del país”. Nota del 06/05/2002).

En la presidencia de Néstor Kirchner, el gobierno y el Grupo Clarín negociaron acuerdos de conveniencia recíproca. El consorcio de medios -como otros grandes grupos de negocios similares- se benefició en 2005 con la prolongación por 10 años de las concesiones para explotar emisoras de televisión y radio como Canal 13, Mitre y otras que le habían sido adjudicados por Menem. (Información y crítica de la revista digital Zoom, nota del 28/05/2005). También fue favorecido con ventajas para eliminar a firmas de la competencia en la venta de servicios de televisión por cable, hasta conseguir posiciones dominantes en el mercado que le otorgaron la condición de un “cártel”.

Pero todo cambió a partir del otoño de 2008, cuando Cristina Kirchner llevaba apenas tres meses en la presidencia y tanto Clarín como el resto de las cadenas mediáticas jugaron a fondo para desestabilizar al gobierno. Fueron la apoyatura propagandística del movimiento sedicioso agropecuario que llevó a cabo el sabotaje al tránsito y al abastecimiento más grande de la historia nacional por parte de un sector económico y social contra el resto de la población argentina: duró más de cuatro meses (desde que se inició el llamado “paro del campo” el 12 de marzo, hasta que el Senado rechazó el proyecto de ley de retenciones móviles a las exportaciones agrícolas el 19 de julio).

Desde entonces el Grupo Clarín convirtió al kirchnerismo en su enemigo a combatir por todos los medios tanto legales como clandestinos. El gobierno de Cristina desafió a la corporación y en 2009 eliminó el monopolio que detentaba ese cártel en la trasmisión de los partidos de fútbol, estableciendo en cambio un servicio libre y gratuito que denominó “Fútbol para todos”. También impulsó la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (abreviadamente llamada “ley de medios”), que el Congreso sancionó en octubre de 2009.

Todos estos avances en la democratización de la comunicación fueron derogados de facto -mediante decretos- por el régimen de derecha que encabezó Mauricio Macri e integraron asimismo grupos empresariales mediáticos como el propio Clarín, y además la fracción dominante del Poder Judicial y el conjunto de los factores de poder locales y extranjeros.

A lo largo del tiempo, los mismos poderes corporativos ejecutaron -como parte de una estrategia desplegada por todos los sectores dominantes también en el resto de América Latina- un plan para inventarle delitos a Cristina (y a otros funcionarios kirchneristas), generar odio contra ella y todo su espacio político en vastos segmentos de la opinión pública, después realizar simulacros de juicio con la sentencia condenatoria resuelta de antemano, hasta llegar al arresto y proscripción consumados finalmente este año. (Una reseña y crítica del plan antidemocrático aplicado en todo el sur continental puede leerse en un artículo que publicó Vaconfirma casi un año atrás. Nota del 06/10/2024).

La todopoderosa «Asociación Empresaria Argentina»

Actualmente el cártel Clarín está avocado a reorganizar el «Partido del Capital» para la etapa posterior al gobierno de Javier Milei. Lo hace como uno de los vectores con mayor influencia en la conformación de la opinión pública, y como representación -oculta, disimulada, solapada- de las élites capitalistas que manejan la economía del país y así dominan a la sociedad.

Dichas élites están concentradas fundamentalmente -aunque no solo- en la Asocición Empresaria Argentina (AEA), la cual agrupa a los más altos jerarcas de empresas que controlan los mercados de productos y servicios en casi todas las actividades.

El presidente de la entidad es Jaime Campos, un dirigente «de consenso» entre los grupos económicos. Los vicepresidentes son Luis Pagani (Arcor, grupo oligopólico que fabrica la mayor parte de los alimentos industrializados), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Clarín), Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), Alfredo Coto (Supermercados Coto), Cristiano Rattazzi (Grupo Módena, de la industria automotriz), Federico Braum (La Anónima) y Luis Pérez Companc (Grupo Pérez Companc).

También integran la conducción Eduardo Elztain (IRSA, negocios inmobiliarios), Julio César Saguier (S. A. La Nación, dedicada a medios de comunicación), Marcos Galperín (Mercado Libre), Alejandro Bulgheroni (Pan American Energy Group), María Luisa Macchiavello (Droguería del Sud), Martín Migoya (Globant, del rubro software y tecnologías informáticas) y Alejandro Butti (Santander Río, de bancos y otros rubros financieros).

Otras empresas que componen la poderosa asociación son Aceitera General Deheza (principal exportadora de aceite de soja), UALÁ (billetera virtual y otras plataformas digitales financieras), Consutatio (negocios inmobiliarios), Grupo OSDE (medicina privada), Cencosud (super e hiper mercados), Telecom (telefonía celular y conexión a internet), Laboratorios Roemmers (fábricación de medicamentos) y Grupo Roggio (a cargo de las más gigantescas obras e ingeniería para la construcción, uno de los principales contratistas del Estado).

(Los datos de los párrafos precedentes pueden ampliarse en la página web oficial de AEA).

El reciente festejo en el Colón por las ocho décadas de Clarín convocó “a 2.300 referentes de la vida argentina”, que según el criterio del ya aludido título de tapa que publicó el diario, supuestamente representarían a “la sociedad”. Una nota que describe la gala aclara, con toda lógica, que “es imposible mencionar siquiera a la mitad de los invitados”.

Pero dentro del texto está la información clave. Dice así: “En el apartado político estuvo el jefe de gabinete, Guillermo Francos, el ex presidente Mauricio Macri, Sergio Massa por la oposición, el ex gobernador Carlos Ruckauf y los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Marcelo Orrego (San Juan), Hugo Passalacqua (Misiones), Claudio Poggi (San Luis), Gustavo Sáenz (Salta), Martín Llaryora (Córdoba), Jorge Macri (CABA), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Gustavo Valdés (Corrientes), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Ignacio Torres (Chubut) y Alberto Weretilneck (Río Negro). (Publicado por el propio diario, nota actualizada al 03/09/25).

En ese listado de dirigentes hay varios o muchos que tienen aspiraciones presidenciales. También hay un par (Macri y Ruckauf, por distintos motivos) que estarían afuera de cualquier chance. Pero la gran mayoría, incluido Massa, tiene edad, ambiciones y proyección potencial como para aspirar al menos a integrar un binomio (presidento o vice) en una elección para los máximos cargos institucionales de la República.

Además, los que hoy son gobernadores están habilitados por la “ley de Acefalía” vigente para ser elegidos, hipotéticamente, como “presidente de la Nación” por la Asamblea Legislativa (órgano parlamentario conjunto de Senadores/as y Diputados/as que solo se reúne, delibera y decide en circunstancias específicas), en cualquier caso de “destitución, renuncia, enfermedad o muerte” de quien ejerza en determinado momento la jefatura del Estado.

Mientras el conjunto de la ciudadanía está convocada para votar cargos legislativos, el “Partido del Capital” ejecuta sus propios planes y el Grupo Clarín interviene muy activamente -como siempre- en las disputas de poder. Esta vez ante la eventualidad de que Milei haga desbarrancar el país hacia el desfalco financiero, una mayor tragedia económica y social, y un nuevo abismo político.

(*) Publicado en www.vaconfirma.com.ar