Canki: pieza por pieza

Por Ramiro García Morete

Desde el aislamiento y la introspección,  el músico y productor se acerca a la canción sin perder su personal manejo de texturas y contrapuntos

“Todo empezó por algo simple/ las casas crecen como dominós”.  De repente, la diagonal estaba desierta. Cerca de Plaza Rocha y Bellas Artes era desconcertante la ausencia de circulación. “Todos los días era domingo”, graficará. “Medio el Día de la Marmota”, remarcará.  Su rutina, usualmente noctámbula, también se había modificado. Casi como un monje zen-o así se recordará- construiría su propio “orden y cosmos mientras todo se iba a la verga”. A solas con Huevo- ese gato que peligrosamente sabe abrir la heladera- haría del tiempo su aliado creativo aprovechando las mañanas, entre Ableton y pan casero.

 Tras dos discos más densos en texturas y con cierto cariz progresivo en su composición, emergería un puñado de ideas con otro tenor. Desde lo tímbrico y lo armónico  lo acercarían no solo a cierta introspección sino también a la indeleble idea de canción. Con artistas como John Mause o Ariel Pink orbitando y toda la doméstica coyuntura proclive a lo que llaman bedroom pop, haría como cuando niño. Es decir- y así lo evocará- como cuando con las mismas piezas del rasti armaba distintos muñequitos a la vez para luego hacerlos chocar. Casi como lo harían las estructuras más tradicionales y pop con los acordes aumentados y disminuidos del jazz, las melodías amenas con las oscilaciones de los teclados. Ente capas, ritmos en 4×4 y constantes contrapuntos, su voz asomaría como la pieza que completara esta aspiración a una canción más simple pero no ligera. “Aspiracional” sería entonces el nombre  que Canki escogería para este  breve disco, donde las piezas encajan no encajan desde la fórmula sino como uno de esos planes que se inventan para hacer de los días iguales algo distinto.

“Es un autochiste que me hago a mí mismo-explica Canki. Como si hubiera un tipo de aspiración detrás del deseo de hacer canciones. Yo venía de  dos discos de música más  pretenciosa, instrumental.  De repente estaba encerrado en la cuarentena y tuve ideas para lagunas canciones. Consideré también la idea de empezar a cantar, algo que siempre he hecho y compartir esa parte en la música que hago”. Y explica: “El hecho de que haya voz organiza la escucha de manera diferente. Jerarquiza y hace como cierto reclamo de la atención en la escucha. Es interesante, no lo había curtido y tiene que ver con un proceso mío de animarme a cantar”. En la mezcla, la voz evitar irse al frente: “Hay un poco de no querer hacer algo demasiado pop o limpio y claro. Y por otro lado, un proceso de ir permitiéndome ponerme al frente, animarme a hacer uso de la letra y la voz, que nos exponen de otra manera. Mismo a la hora de tocarlo. Armamos una banda y todo el proceso supuso una apertura, animar a exponerme, ser una suerte de frontman”.

 “Los discos me gusta pensarlos como obra. Tengo una mirada tradicional y  hoy es muy de playlist. Yo  sigo pensando a la hora de producir una obra homogénea, que se cierre sobre sí mismo. Empecé a notar similitudes tímbricas, un mood, un tempo más rápido. Y algo de la canción clásica pero tamizada con elementos más contemporáneos”. Particularmente, “es un disco de canciones medio intimistas, con muchos arreglos de teclados y pocas guitarras.  Bedroom pop, como le suelen decir. Producido en habitación, en mi home studio”. Y completa con humor. “Es un hijo más de todo el mambo de la cuarentena. Básicamente par ano pegarme un corchazo”.  

Si bien hay una búsqueda distinta a los discos precedentes, “el criterio no es tan distinto en el sentido de cómo están ordenados y cierta frondosidad de voces y diálogos de la melodías. Medio que ya  lo tengo escrito ese modo de labura”. Según el músico una gran diferencia fue la instrumentación, no tan densa y ahora con gran presencia de oscilación en los teclados. “Si las teclas están perfectamente afinadas, las siento un poco chatas. Las canciones, al ser un poco pop, me genera usar timbres más retorcidos, que son hasta un poquito irónicos a veces. Algo que se equilibraba. También una influencia de estar escuchando  John Maus Ariel Pink. De tomar un poco de ese universo que recoge data más ochentera pero  medio traída a estos días raros”.  

Durante los últimos tiempos, Canki se ha posicionado como un interesante y requerido productor dentro de la ciudad. ¿Cómo es abordar el propio repertorio? “Laburando con otra gente, aprendo a laburar conmigo. Cuando laburo con otras personas tenemos plazos, otras aspiraciones o necesidades y yo me adapto. Cuando uno labura solo, tengo todo el tiempo y podría estar mil años y no resolverlo. Me ha enseñado a ser expeditivo y mirar la obra desde una mirada más lejana”.

(Fotografía: Manuel Cascallar)

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