El sábado por la noche, cuando todo el país respiraba la tensión previa a las elecciones, Lali Espósito llenó Vélez y convirtió su recital en algo más que pop: fue un acto de afirmación generacional y política, tan reflexivo como disruptivo.
Lo es, sin dudas, cuando circula el video de todo un estadio esperando el show al compás de un cántico: “El que no salta, votó a Milei”. Todo un contraste con la idea que se quiere imponer de una juventud desentendida. Y que en este caso encuentra una conductora que concilia firmeza y empatía. Recordemos que unos meses atrás declaró “Banco el cantito, claro que lo banco. Pero más que a quién votás, me importa qué clase de persona sos con el otro”
La gran diva decidió estrenar un tema llamado “Payaso” cuya letra es categórica: «cuando ya saliste campeón no importan las medallas, cuando ya cazaste al leon no te distraen las ratas, vas a tener que bailar y aunque tu sueño es actuar, te queda grande el disfraz, payaso»
El show cobró una dimensión simbólica cuando Lali imitó el característico saludo presidencial —pulgares levantados, boca en forma de pico— en plena interpretación de “Fanático”. El gesto provocó una ovación, y generó un fuerte impacto en redes sociales sobre todo al enfatizar un verso: “Que si vivo del Estado…” Y acto seguido hacer referencia con sus manos al tristemente célebre 3% de Karina Milei.
Pero el espectáculo no fue solo política explícita. La versión de “Vencedores Vencidos” de Los Redonditos de Ricota sirvió como puente entre generaciones y reafirmó el territorio político del rock argentino bajo una presente voz pop, encarnada por Lali.
A su vez, desde las pantallas difundió un mensaje de concientización sobre la persecución y violencia que viven las minorías y disidencias en nuestro país: “102 crímenes de odio en 8 meses”. En el medio se vio una bandera con una consigna que tampoco es indiferente a la juventud: “Cristina libre”.

Con todo, lo que sucedió en Vélez no fue solo un recital: fue una demostración de cómo una artista puede editar la cultura en clave generacional. Con inteligencia, belleza y convicción, Lali encarna el cruce perfecto entre la emocionalidad íntima de Taylor Swift y el desafiante empoderamiento de Madonna. Es una voz pop feminista, rockera y política al mismo tiempo.
En definitiva, Lali en Vélez fue un acto estético-político: la cultura como plataforma de identidad, los shows como espacios de debate, y una generación representada desde el escenario.
 
				 
													








