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Acusado de integrar la CNU en La Plata se victimiza ante la Justicia

“Luego de escuchar tantos disparates y muchísimas mentiras, he pedido hablar. Voy a tratar de decir la verdad que me asiste”, empezó Pomares con cierta dificultad y nerviosismo al hablar en presencia de su abogado, Oscar Salas, los otros defensores, las querellas y los tres jueces que integran el tribunal, pero con apenas tres o cuatro personas como público.

Pomares, cuyo apodo era ampliamente conocido entre los militantes de izquierda y del peronismo revolucionario de aquellos años, pidió el lunes una “ampliación” de su declaración indagatoria ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata, presidido por el juez Germán Castelli. Durante su comparecencia se presentó como una víctima de la represión de la dictadura y rechazó los cargos que se le imputan.

Preso en la cárcel de Marcos Paz, acusado de delitos de lesa humanidad, Pomares dijo que lleva “casi siete años de prisión sumamente injusta”. Sin embargo, en este juicio, del que quedaron fuera numerosos casos, está imputado de participar en el secuestro y homicidio de los militantes del peronismo revolucionario Néstor Hugo Dinotto y Graciela Herminia Martini y en el secuestro de Daniel Pastorino y Ursula Barón, pareja que sobrevivió. Los cuatro fueron detenidos la noche del 3 al 4 de abril de 1976 en Villa Elisa. “Nunca supe quién es”, respondió a su abogado, interrogado sobre si los conocía.

Por momentos incoherente, por momentos sin fuerza, y en otros enérgico, Pomares terminó su comparecencia llorando como si fuera una víctima más del terrorismo de Estado y no integrante de la organización paraestatal de ultraderecha peronista y católica CNU que sembró el terror en La Plata entre 1974 y 1976, al amparo del Gobierno bonaerense de Victorio Calabró.

Tras asegurar que “Jesús está acá en este momento”, dijo que tiene 62 años y “el que quiera sacar cuentas que las saque”, sostuvo, describiéndose como un muchacho sin estudios universitarios procedente de una familia humilde. “Fui, soy y seré un militante peronista”, dijo leyendo un papel.

“Invito, convoco, a quien quiera demostrar a qué fuerza de seguridad, a qué fuerza militar pertenecía”, afirmó antes de precisar que él fue víctima de Ramón Camps, jefe de la Policía bonaerense por entonces.

“En ese banco donde se sientan los acusados me han salpicado con sangre que nunca derramé. Me han disfrazado de policía y de militar”, afirmó levantando la voz. “He sido de todo. Sabrán que en la historia del mundo la lengua ha matado más gente que las balas y aquí se ha disparado la lengua de forma feroz e indiscriminada los que se creen dueños del dolor y de la verdad absoluta”.

La fiscalía, que tiene previsto presentar su alegato el 4 de septiembre, entiende que la CNU actuó en La Plata como un grupo que persiguió a disidentes políticos con la anuencia del Estado, antes y después del golpe, y que luego se salió del control de las fuerzas estatales, razón por la cual fueron detenidos y posteriormente sometidos a proceso por hechos menores, que no tenían que ver con su rol paraestatal.

Pomares está acusado junto a Carlos «el indio» Castillo –que ampliará su indagatoria el 28 de agosto–, considerado el jefe operativo de la patota de la CNU. Castillo está acusado del secuestro y homicidio de Carlos Antonio Domínguez y de Roberto Fiandor, ocurridos el 12 de febrero de 1976, y del secuestro y homicidio de Leonardo Guillermo Miceli, el 19 de abril del mismo año. En los dos casos, además, se suma la imputación de robo y violación de los domicilios. También se lo imputa por el secuestro y homicidio de Dinotto y Martini y el secuestro de Pastorino y Barón.

La inmensa mayoría de los familiares que declararon como testigos en este juicio, por haber estado presentes durante los secuestros y por haber sido contemporáneos de las víctimas o militado en aquel entonces y haber estado detenidos durante la dictadura cívico-militar, afirman que Castillo era el jefe del grupo comando de la CNU en La Plata y que Pomares era uno de sus integrantes más activos.

Sin ir más lejos, en la audiencia anterior, Juan Destéfano, ex mano derecha de Calabró, aseguró que estando preso en la Unidad 9 “me enteré de que Pomares y Castillo eran integrantes de la CNU”.

Último testigo en este juicio que comenzó el 15 de mayo en los tribunales federales de 8 entre 50 y 51, el periodista y docente Daniel Cecchini, autor junto a Alberto Elizalde Leal del libro titulado La CNU, que comenzó como un trabajo de investigación periodística en 2010, se refirió a las tres etapas de la organización en esta ciudad.

Platense, estudiante del Colegio Nacional en los años setenta, Cecchini tuvo acceso no sólo a archivos, sino a testimonios de militantes de entonces. Durante su relato aseguró que los actos de violencia de la CNU en La Plata se acentuaron a partir de mayo de 1973 y luego de la llegada de Calabró a la gobernación.

Un testigo confirmó ante el tribunal que la CNU pasó de ser “un grupo de choque a un instrumento del terrorismo de Estado”. “A partir de agosto del 74, todas las fuentes coinciden en que Castillo era el jefe operativo” de la CNU en La Plata y “Pomares era un integrante reconocido”, cercano además a uno de los dirigentes intelectuales de esa organización, Patricio Fernández Rivero, sostuvo Cecchini.

Al comienzo de la audiencia declaró como testigo Claudia Bellingeri, perito de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) y directora del Programa de Justicia por los Crímenes de Lesa Humanidad de la Comisión por la Memoria (CPM). Ese programa está encargado de investigar y establecer vínculos entre los documentos existentes en archivo requeridos por los tribunales en los juicios de lesa humanidad.

Explicó que entre los documentos encontrados sobre la CNU aparecen “fichas” sobre Pomares y Castillo y sus vinculaciones con Fernández Rivero. “En el 75 aparecen Pomares y Castillo haciendo acciones juntos”, sostuvo Bellingeri. Tras precisar que los “legajos” sobre el hallazgo de cadáveres en esos años iban a la “mesa DS” (por delincuentes subversivos), dijo que los legajos de la CNU estaban “en la mesa A, de estudiantil o política”.