Taller de Rimas: la plaza hace escuela


Por Ramiro García Morete

“Le muestro el nivel de los pibitos de la plaza”. La frase es mucho más que uno de los punchlines de Wos en la célebre final de la Red Bull Internacional 2018. Quizá resuma el poder de asimilación del rap y el freestyle en nuestro país y como una expresión cultural puede combinar la consistencia de una disciplina y el valor lúdico de un juego. Así es que las plazas del país (y de todo el mundo, quizá) se llenan de pibxs rimando en batallas donde la competencia real es con uno mismo. Y en ese ejercicio de superación, es donde un lenguaje se expande y se profundiza. Técnicas (o skills) y estructuras adaptadas y/o heredadas de la literatura son parte de la formación de un freestyler. Y si bien la plaza sigue siendo el terreno esencial, existen otros espacios que alientan tanto aquellos que por diversas razones se acercan a esos lugares o a quien sí, pero no se animan a rapear o lo hacen pero algo inseguros. Pero básicamente como un lugar de encuentro. Así fue concebido y continúa el taller a cargo de Sucre Producciones (colectivo responsable de gran parte de los eventos de freestyle y hip hop en nuestra ciudad) y que además de estar durante el año en el Pasaje Dardo Rocha tendrá su edición especial en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettorutti (51 e/ 5 y 6) en febrero (para informes e inscripción hay que dirigirse a la cuenta talleresmuseoprovincial@gmail.com).

Josué Agratti, impulsor de Sucre Producciones, evoca: “El taller de rimas surge a principios de 2016 con la presencia del Tata, campeón nacional de batallas de Freestyle 2012. Fue su iniciativa hacerlo a la gorra y en un centro cultural como Cósmiko. Llevarlo adelante como una tarea integradora, como un espacio de encuentro. A mitad de ese año por cuestiones personales tuvo que dejar. Y yo por iniciativa propia continúo el taller. Posteriormente nace Sucre, por lo cual hoy en día es un equipo el que maneja el taller que se lleva adelante en el Pasaje Dardo Rocha”.

El taller en sí consta de “una parte teórica hablando de la retórica, la estructura y la forma de la rima. Un poco de historia de la cultura hip hop y donde nace el movimiento. Entendiéndolo como cultura urbana, en constante cambio y transformación. Y la parte práctica cuenta con diferente ejercicios lúdicos para que los pibes escriban o hagan freestyle sobre pistas de beatbox o pistas musicales. También hay instrumentos…” Y remarca que el taller funciona “más como un espacio de contención y encuentro que como un espacio de entrenamiento”.

Agratti remarca la horizontalidad del taller: “La devolución de los pibes permanentemente es de respeto. No como superiores sino como compañeros. Se da una consigna y una directiva. Y se cumple. Todos estamos a la misma altura. Alguno coordina por cuestión de tiempo y paciencia. Y otros que están ahí y dan su tiempo y sus ganas a que eso tenga una continuidad. Porque es un espacio de encuentro».

Respecto a cierto “boom” del estilo, Agratti reconoce que eso “hace que cualquier tipo de iniciativa se asimile de forma más rápida, porque conceptos del rap ya están en el aire. Eso permite que haya un lenguaje más fluido y generar que la propia dinámica de grupo no sea tan difícil”.

Según cuenta, participan personas “de todas la edades. Por ejemplo hay un profesor de literatura que aporta su lado pedagógico y experiencia con grupos. Han pasado parte de los Muy Cebados, chicos que hoy están en la plaza, como Volpe y Tincho. Pero en general creo que ellos le dieron su fortaleza, su individualidad, su toque y supieron darle ese peso en la plaza. Creo que freestylear es una cuestión de práctica y si encontrás el grupo adecuado lo podés llevar a cabo”.

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