2001 en el ciclo “Los últimos días”: volver al futuro…

Por Ramiro García Morete

“Qué tan extraño es verte a esta altura… qué tan distantes suenan mis preguntas”. A cierta altura solo se ve la superficie. Debajo del texto habita el sentido, debajo del sonido el viaje. Juan Szelagowski y Francisco Tomás no hablan demasiado, pero dicen lo suyo. O dejan que se diga entre líneas. Como cuando se conocieron a los diez en una colonia de vacaciones, en un club y un ámbito donde ellos eran “los anti”. Y esa extrañeza quizá los hizo estar más cerca del Bachillerato de Bellas Artes que de una guinda, cuando se reencontraron y ambos guitarristas “manijearon” por tener una banda. La banda de punk no prosperó pero sí el primer ensayo con la talentosa Candela Sánchez en la batería, en el verano de 2017.

La bajista dejó su lugar a Carmelo Crespo y desde entonces se trató de ensayar y ensayar. Entre la secundaria y el inicio universitario, las canciones particulares cedieron ante lo que surgió colectiva y espontáneamente en la sala. Con cierto linaje del post punk y el dark de los ochenta así como del indie, pero con los ojos mirando hacia el futuro, la banda que empezó ensayando covers de Strokes confeccionó piezas atmosféricas y oscuras sobre armonías deconstruidas, guitarras reverberantes y baterías con cambio de tiempo. En el centro de todo, una voz histriónica que va del susurro al lamento. Con un EP editado y más cerca de Kubrick que de De la Rúa, les chiques saben que no todo está dicho y que algo subyace más allá de lo evidente. “Mañana no lo va a entender… ¿y hoy?”

“Esa primera etapa de la banda nos representó y supo condensar las primeras canciones que consumimos juntos, en la sala de ensayo y aportando –comenta Francisco Tomás–. La vibra que tiene es más conceptual, más atmosférica. Menos canción, que es lo que más haces con la acústica. Cuando sale del riff, de la batería y la conjunción de partes.” Ese sonido, según Juan, “se generó cuando nos juntamos los cuatro. Teníamos gustos variados. Empezamos a tocar y salieron cosas que nos gustaban a los cuatro”.

Sin embargo, apenas lo editaron compusieron un tema nuevo que editarán como single en noviembre: “Nos dio una línea que estamos laburando ahora, como la que va a ir a un primer disco. Algo más rítmico, más para arriba”.

Esa línea modifica el resultado pero no el método de composición. Szelagowski adelanta: “Tratamos siempre de buscar algo nuevo, innovar. Por ejemplo, sacar lo armónico de un lado y buscar algo más percusivo”. Francisco ejemplifica: “Que la guitarra suene como un piano o usar la guitarra con mucho delay y se genere la armonía con los punteos”. Esa inclinación a lo rítmico dialoga con una época donde sus coetáneos escuchan más trap o variantes del R&B que rock de guitarras. “Nos gustaría llegar a ese lado desde este lado. Identificarnos como jóvenes que a la vez agarran esta manera tradicional de banda de rock. Que hoy en día no es lo mainstream. Lo mainstream es un sintetizador. Como agarrar eso de estos género y meterlo desde acá”.

Lo que no varía por ahora, según comentan, es el rumbo de las líricas donde abundan las preguntas: “Nos gusta la filosofía –expresa Francisco–. Yo hago las letras pero sólo el primer boceto. Luego las terminamos entre todos. Nos agarró en una etapa que busca representar nuestro crecimiento, nuestra juventud, las preguntas existenciales que surgen al crecer”.

Respecto del nombre, lo asocian con “Kubrick, que nos gusta, la crisis que le da una reminiscencia nacional y la cuestión de la nueva generación”. Sin embargo “Sub” no remite a que sean menores de veinte años sino a que “algo que está por debajo, haciendo una catarsis, desde una posición de la que va a surgir algo, debajo de la sociedad y todo lo que vivimos”.

Por lo pronto, el futuro próximo presagia seguir componiendo para un primer larga duración y un show este sábado en Guajira (49 e/ 4 y 5) junto a Pirámides como parte del ciclo “Los Últimos Días”. El presente los encuentra reafirmando todo eso que en el pasado, en aquella colonia, los hacía sentir distintos. “Para eso está el rock –define Juan–. Para romper”. Y Francisco: “No nos gusta el hedonismo. La música más superficial. Nos gusta reafirmar lo raro que somos. Y dar un mensaje de crítica. Y hacer preguntas”.


 

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